Las beneficiarias del plan en Almirante Brown, San Martín y La Matanza aseguran que aliviará en parte sus problemas para comprar alimentos. En supermercados y ferias municipales cercanas a los puntos de entrega mejoran las ventas, ante la falta de cobro con débito en pequeños comercios. Pero hay críticas en algunos movimientos sociales.
Los micrófonos estratégicamente ubicados en el gimnasio del Club Villa Calzada, en esa localidad del partido de Almirante Brown, resultan fundamentales para que, en medio del bullicio de chicos que juegan y ventiladores al máximo en una calurosa jornada, puedan escucharse los nombres de quienes deben pasar por cada una de las mesas numeradas para retirar la tarjeta Alimentar. El mismo proceso de convocatoria para hacerse del beneficio que el Gobierno está lanzando en el conurbano se hace en José León Suárez, pero a viva voz y por número, y en La Matanza, de modo más silencioso y con dimensiones aumentadas, acordes con el tamaño del distrito.
La tarjeta alimentaria comienza a caminar por los municipios del Gran Buenos Aires, entre madres que destacan que les será de ayuda para reducir las dificultades que tienen para comprar alimentos y un impacto comercial que genera expectativas en las intendencias en las que ya se implementa. Pero aparece focalizado en cadenas de supermercados y ferias estratégicamente ubicadas para el consumo con este nuevo plástico puesto en marcha por el Ministerio de Desarrollo Social.
Elsa García escucha su nombre y apellido en el club de Rafael Calzada y, en pocos minutos, sale hacia la avenida San Martín con su tarjeta y algunos folletos sobre nutrición en las manos. A la entrada del operativo, sobre la calle Murature, ya había presentado su DNI ante personal identificado con pecheras de la municipalidad de Almirante Brown. "Me reayuda", dice, tras hacerse del beneficio. Tiene dos hijas menores de seis años, cuenta, por lo que su tarjeta le permitirá gastar $6000 mensuales en alimentos (para familias que tienen un único hijo menor de seis años, el monto es de $4000). García afirma que le cuesta comprar los alimentos y que llegó al extremo de no tener comida algunos días.
Celeste González es otra de las madres que se llevan la tarjeta Alimentar tras concurrir al operativo de entrega en el club de Calzada. Tiene 31 años y también destaca el apoyo que le significará la suma mensual que se acreditará el tercer viernes de cada mes en su nueva tarjeta.
"La plata no me alcanzaba, yo tengo cinco nenas y es difícil. Mi marido no tiene un trabajo estable, hace changas, y yo no trabajo. Muchas veces llegué al extremo de no tener para comer, el año pasado y ahora también, porque él está sin trabajo y la estamos pasando mal", relata a LA NACION, al finalizar el trámite en el club. Señala que utilizará la plata para comprar "leche, yogur y carne" y advierte que tendrá "que ir a los supermercados, porque en el barrio [vive en la localidad de Ministro Rivadavia] no aceptan débito".
A menos de tres cuadras del club donde se entrega la tarjeta, una sucursal de la cadena de supermercados Día se beneficia con un aumento de ventas en el poco concurrido mes de enero. "Ya comenzaron a venir a comprar con las tarjetas, se notó y se duplicó la venta por turno", explica a LA NACION Claudia Alfonso, jefa de tienda de la sucursal. "Compran surtido, mucho para cocinar y por mayor. La tarjeta pasa bien", completa.
El buen momento que la tarjeta alimentaria le reporta al supermercado Día no se traslada a otros comercios pequeños, incluso más cercanos al operativo de reparto que esa sucursal. En un almacén frente al Club Villa Calzada no tienen el sistema para tarjetas de débito, comentan a LA NACION, por lo que no pueden recibir compras con la nueva tarjeta. Sorprendida ante la pregunta sobre el impacto de la tarjeta, la encargada de una carnicería de la misma zona señala que tampoco cobra con débito, mientras ordena billetes sobre el mostrador del comercio.
Las 24.500 tarjetas que, según información del Ministerio de Desarrollo Social, se repartirán en Almirante Brown son una esperanza de movimiento comercial para las autoridades municipales. "Estamos evaluando que será un aproximado de $130 millones por mes", afirma a LA NACION Bárbara Miñán, secretaria de Desarrollo Social municipal y encargada del operativo en el club de Calzada. Calcula que entregan 2700 tarjetas Alimentar por día.
En la parroquia
En el distrito de San Martín, el centro de entrega de las tarjetas está en el predio de la parroquia Inmaculada Concepción, de José León Suárez. "La tarjeta me sirve. Estoy sin trabajo y me viene rebién", dice a LA NACION Yanina Centeno, tarjeta en mano y después de escuchar consejos de una nutricionista, tras finalizar los trámites. La información nutricional, en folletos o charlas, está presente en los operativos en los distintos distritos, que aprovechan para instalar puestos de vacunación y otros servicios, que se complementan con carpas de dependencias nacionales.
Eliana Oyúa anticipa que usará la tarjeta preferentemente para comprar "carne y lácteos" para sus tres hijas. "Se me complicó porque estoy sola con mis tres nenas y tengo un solo trabajo. Esto es una gran ayuda. Llegué a estar en grupos de trueque, en los que cambiábamos mercadería por ropa", subraya. Comenta que para poder usar la nueva tarjeta de débito tendrá "que ir al supermercado, al Carrefour, que está cerca", porque muchos comercios de barrio no aceptan esa forma de pago.
"Aceptamos tarjeta alimentaria", se lee fácilmente en los puestos de una feria municipal instalada estratégicamente sobre la calle por la que se sale del predio de la parroquia, tras haber completado los trámites y conseguido el plástico. El gasto con la nueva tarjeta en esos puestos es una escena que se reitera. "Vendimos un montón. Por los precios que tenemos, el gasto es de entre $180 y $200 por persona. En otros puestos, quizás compran un poco más, calculo que una persona viene y gasta entre $500 y $600 en la feria", sostiene Gabriel Coronel, en su puesto de venta de miel, huevos y frascos de escabeche de cabra, entre otros productos. La feria prevé instalarse "en un punto fijo de San Martín, cada vez que a la gente se le recargue la tarjeta, el tercer viernes de cada mes".
La escasez de comercios en las calles más cercanas a la parroquia hace que la feria viva un buen momento de ventas. Se venden tomates, aceite, harina, miel y verduras, entre otros productos. La calle es una gran vidriera de ofertas que se mezclan, por ejemplo, con un operativo de vacunación contra el sarampión dispuesto por la municipalidad. EnSan Martín esperan que la implementación de las 11.400 tarjetas previstas para el distrito mueva unos $50 millones mensuales en el comercio local.
Operativo en La Matanza
El calor se hace sentir en el mediodía del jueves en el playón de la Universidad Nacional de La Matanza, donde el municipio local dispuso un operativo de grandes dimensiones para concentrar el reparto de 63.000 tarjetas. Para mitigar el ardor del sol, hay enormes gazebos en el predio y un eficaz reparto de agua mineral Villamanaos -de la marca Manaos, con sede en la localidad matancera de Virrey del Pino-, a cargo de un equipo identificado con pecheras que llevan la inscripción "Espinoza intendente, Magario vicegobernadora, La Matanza". En la universidad, son empleados del Banco Provincia los que están a cargo del reparto de las tarjetas, a diferencia de lo que ocurre en Rafael Calzada y José León Suárez, donde están claramente instalados los puestos del Banco Nación.
"El último tiempo fue bastante duro [para comprar productos alimenticios]. Trabajo por mi cuenta y esto [por la tarjeta] facilita un montón. Mayormente, lo voy a dedicar a carne y leche. Trabajo en negro, en un lavadero, y estoy sola con mi hijo", relata a LA NACION Verónica Distéfano, 27 años, vecina de San Justo, al finalizar el recorrido en el predio universitario. Dice que el trámite fue "rápido", porque "vas derecho a retirar, sin filas, sin nada".
Bárbara Décima tiene 25 años, dos hijos y es de Rafael Castillo. Es otra de las beneficiarias que se llevaron la tarjeta del predio de la Universidad de La Matanza. "El año fue muy complicado, pero esto nos viene muy bien", señala. Dice que llegó a no tener alimentos y que dedicará el monto de la tarjeta a "lo más básico".
El gobierno de La Matanza espera que con la tarjeta se vuelquen al consumo local $310 millones mensuales, según calculan en la Secretaría de Trabajo y Producción municipal. El ritmo de reparto es de unas 4000 tarjetas por día, aproximadamente, señalan empleados del Banco Provincia en el predio de la universidad, muy amplio y con alrededores un tanto ausentes de comercios.
Dinámica del desembarco
La llegada de la tarjeta al conurbano comenzó la última semana, con operativos en Almirante Brown, San Martín, La Matanza, Hurlingham, San Fernando, Morón y Avellaneda. "El orden de implementación se definió en diálogo con los municipios y por su capacidad operativa", señalan en el ministerio que conduce Daniel Arroyo. La puesta en marcha en los distritos del conurbano se extenderá hasta el 10 de febrero, cuando habrá operativos en San Isidro, Vicente López, Ezeiza y Berazategui.
El distrito con mayor cantidad de tarjetas es La Matanza, con 63.000, mientras que el que recibirá menos es Vicente López, con 2600. Pueden acceder al beneficio quienes sean titulares de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y tengan niños menores de seis años; embarazadas, a partir de los tres meses de embarazo, que cobren la Asignación por Embarazo, y las personas con discapacidad que tienen AUH.
El ritmo de implementación y sus alcances generan críticas de referentes de movimientos sociales. "Nos parece un instrumento para abordar la emergencia, pero abarca una población pequeña de la AUH, y si es la única política alimentaria del Gobierno, puede haber problemas. Los merenderos no reciben alimentos desde noviembre", indica a LA NACION Gildo Onorato, referente del Movimiento Evita y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), espacios que apoyan al Gobierno. "Se podría hacer todo simultáneamente y ahorrar actos políticos. Comparto la crítica de Juan [por Grabois, quien opina que se podría haber acelerado el proceso], todo se podría implementar en diez o veinte días", completa al referirse a la puesta en marcha de la tarjeta.
"La tarjeta alimentaria se está implementando de forma muy lenta. Es una gota de agua en un océano de miseria: son $130 por día. Y es hasta los seis años; las mamás de chicos mayores de seis años están desesperadas", reprocha Eduardo Belliboni, líder del Polo Obrero, grupo piquetero crítico del oficialismo. Y añade: "Va a demorar meses en implementarse. Hubiera sido más sencillo hacerlo a través de la tarjeta de la AUH".
La puesta en marcha de la tarjeta en el conurbano tiene varios capítulos por delante. En la cartera que conduce Arroyo calculan que se entregarán "más de 360.000 tarjetas" en 24 distritos del Gran Buenos Aires, con un monto para gastar de $1825 millones mensuales.
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