También intentaron enredar a Javier Milei en una extraña operación política internacional
La campaña contra el libertario repitió detalles y protagonistas con la que montaron contra Kicillof, el intendente de Tigre y dirigentes de Juntos por el Cambio
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La operación de inteligencia ilegal que se desarrolló en la Argentina durante el último año para tender trampas y extorsionar a equipos de campaña que compiten por la Presidencia de la Nación y algunos municipios sensibles tuvo otro objetivo primordial: el candidato libertario Javier Milei, según reconstruyó LA NACION durante los últimos días en base a testimonios, capturas de mensajes de WhatsApp, correos electrónicos y otra documentación.
La ofensiva clandestina contra Milei repitió hasta en los detalles el modus operandi que los agentes desarrollaron contra otros equipos de la oposición y del gobernador Axel Kicillof cuando sonaba como posible postulante a la Casa Rosada, y también contra los equipos del intendente Julio Zamora y de la oposición en el partido de Tigre. Es decir, tentar con posibles aportes ilegales a esas campañas y seducir, incluso, con fees a sus interlocutores.
Ese modus operandi incluyó la aparición en Buenos Aires de la misma mujer que contactó a los otros equipos de campaña. Pero si ante los otros equipos apeló a los nombres falsos Marcia Grossmüller, Nina Blendor o Juliana Mansilla, se presentó ante un allegado al entorno de Milei como Elena Decaba, aunque con algunos rasgos comunes entre sí. ¿Cuáles? Dijo ser cordobesa, pero que residía en Miami, con viajes recurrentes a Londres y Madrid.
Al igual que ante los otros equipos, además, “Elena” afirmó representar a un grupo o fondo de inversión que quería desembarcar en la Argentina. Y si bajo la fachada de “Nina” dijo que quería invertir US$50 millones en un country en Tigre o San Isidro, y como “Juliana” afirmó que traía US$100 millones para construir viviendas sociales con tecnología 3D, como “Elena” dijo que le interesaba apostar al sector de logística y portuario.
La ofensiva contra Milei, cabe remarcar, se desarrolló poco después de iniciados los contactos con los otros equipos de campaña nacionales. Comenzó entre marzo y abril; es decir, cuando el libertario registró un crecimiento notable en las encuestas sobre intención de voto. “Elena” contactó por Linkedin a una consultora para contratar sus servicios y le pidió de manera taxativa que contactara a una persona en particular del entorno de Milei. Es decir, la misma metodología –Linkedin incluido- que utilizó en los otros ataques.
El consultor, cabe aclarar, no conocía a la persona que “Elena” le urgió contactar del entorno de Milei –como tampoco los otros consultores que contactó como “Marcia” o “Juliana” conocían de antemano a sus “objetivos”, según reconstruyó LA NACION-, y pronto el ida y vuelta entre ese consultor y “Elena” pasó a ser por WhatsApp, donde se repitió otro rasgo en común con los otros ataques. ¿Cuál? Que la cuenta de WhatsApp que utilizó “Elena” no incluyó una foto suya en el perfil, sino algo distinto. En este caso, una imagen de Frida Kahlo, en tanto que con sus otros alias recurrió a un dibujo infantil de una familia o al de una tortuga.
No sólo eso. Al igual que en los otros ataques, el número de teléfono que utilizó “Elena Decaba” fue extranjero y, como los de “Juliana”, con prefijo de Miami. LA NACION llamó repetidas veces a ese número a lo largo de una semana, pero se encuentra desactivado, como todos los demás que se utilizaron en la operación de inteligencia.
LA NACION se reserva, además, la identidad del consultor local y del allegado al espacio de Milei que interactuaron con “Elena” para no afectar a terceros ajenos a –o víctimas de- la operación ilegal, cuyo impulsor continúa en las sombras. Pero las preguntas se acumulan, ¿quién querría orquestar una campaña sucia contra los principales candidatos de la oposición y contra Kicillof cuando sonaba como candidato a la Casa Rosada? ¿Quién podría estar interesado también en orquestar otra campaña sucia contra los referentes políticos de Tigre –cuyo intendente es Zamora, enfrentado a Sergio Massa- o San Isidro –bajo el control de Gustavo Posse, quien fuera precandidato a vicegobernador en la fórmula con Diego Santilli-? Y si lo ocurrido fue obra de un servicio privado de inteligencia, ¿qué grupo empresario podría financiar una operación de este calibre y con aristas internacionales?
Diamantes y bolsos en aviones
Para avanzar contra el entorno de Milei, el modus operandi repitió paso por paso las maniobras desarrolladas con los otros espacios políticos. Así, primero, “Elena” subió una imagen a su página de Linkedin que podría o no ser suya y que en cualquier caso oculta sus ojos detrás de gafas oscuras, en tanto que los supuestos antecedentes laborales que desgrana –siete años y un mes en Deloitte; otro tanto en Inditex, por ejemplo-, resultan inverificables.
También al igual que lo hizo bajo sus otras identidades, “Elena” comenzó contratando trabajos de consultoría durante meses, proponiendo incluso viajar al exterior para analizar trabajos con el posible cliente. En el caso de los libertarios, propuso volar a Las Vegas, luego a Miami y por último a Nueva York, que sí se concretó. El encuentro fue en Manhattan, donde, como había hecho como “Nina” con el representante de un equipo municipal, la conversación como “Elena” mutó de las supuestas consultorías e inversiones al dinero que dijo que quería aportar a la campaña.
Esa conversación decisiva, según confirmaron fuentes al tanto de lo ocurrido a LA NACION, se desarrolló en un restaurante próximo a Columbus Circle, a dos minutos a pie del Central Park y a un kilómetro del Museo de Arte Moderno y del restaurante “The Modern”, donde “Nina” había tanteado la posibilidad de financiar una campaña en Tigre.
En su ofensiva contra el entorno de Milei, en cambio, “Elena” planteó que querían acompañar al candidato libertario en el periplo que podía depositarlo en la Casa Rosada, a cambio de favores. Y el ida y vuelta que siguió puso en alerta al libertario, quien la dejó seguir para ver hasta dónde llegaba con sus comentarios. “Elena” llegó a afirmar que en algunos lugares habían aportado a las campañas con diamantes, como en África, y que en México recurrían a bolsos que habían transportado en un avión que terminó por aterrizar en medio del desierto.
Allí comenzó a morir la conversación, en la que “Elena” nunca reveló la identidad de su presunto cliente inversor, y concluyó cuando el allegado al entorno de Milei se retiró solo, porque “Elena” dijo que debía quedarse allí para otra reunión que tenía prevista “con gente amiga”. Lo que ella ignoró es que su interlocutor, decidió sentarse a un costado en el lobby, a esperar, y diez minutos después la observó retirarse, “lo más campante”.
Huésped fantasma
Ese no fue el único indicio que levantó sospechas entre los libertarios. Al igual que con otros interlocutores ante los que dijo ser “Marcia”, “Nina” o “Juliana”, “Elena” concertó reuniones en los hoteles Hyatt y Alvear de Buenos Aires, donde afirmó que se hospedaba. Pero cuando su interlocutor libertario local la llamó a ese hotel, la respuesta que cosechó fue que no tenían una huésped alojada con ese nombre. Lo mismo ocurrió en el Hyatt, donde no constan hospedajes bajo esos nombres durante los últimos años, según verificó LA NACION.
El último contacto de “Elena” ocurrió semanas después. Por teléfono, le insistió al libertario con mantener otra reunión en Buenos Aires, pero nunca apareció. Por esos días una supuesta consultora israelí de inteligencia había contactado en Madrid a por lo menos un medio de comunicación de primera línea de España. Le ofreció acceder a videos con cámaras ocultas de políticos argentinos hablando sobre aportes a las campañas, oferta que el medio rechazó.
Durante ese encuentro, la supuesta consultora israelí se negó a precisar para quién trabajaba y desapareció. Pero casi en simultáneo, comenzaron las llamadas intimidatorias a políticos que se reunieron con “Marcia” o “Nina”. Incluso, desde un teléfono que pertenece a un hombre que el Tribunal Supremo español condenó a un año y medio de prisión por amenazar a familiares de víctimas de los atentados de Madrid y a políticos españoles de izquierda.
Desde entonces, “Marcia” o “Nina” o “Juliana” o “Elena Decaba” o como se llame la mujer rubia, con obesidad mórbida y acento cordobés, que dice vivir en Miami y tendió trampas a múltiples equipos de campaña, se esfumó de Buenos Aires.
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