Susana Malcorra: “La represión en Cuba no se condice con el respeto a la garantía de las libertades individuales; hay que expresarse sin ambigüedades”
La excanciller cuestiona la falta de nitidez del Gobierno para condenar la situación en la isla, en Venezuela y en Nicaragua; también evalúa el futuro del Mercosur y el posicionamiento argentino entre EE.UU. y China
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En tiempos en donde la Argentina transita un agitado y a veces desconcertante rumbo en su política exterior, la excanciller del país durante la gestión de Mauricio Macri, Susana Malcorra, sienta posición sobre los temas de mayor trascendencia en el plano internacional. “La represión en Cuba no se condice con el respeto a la garantía de las libertades individuales; hay que expresarse sin ambigüedades en este sentido”, sostuvo la diplomática con relación a los conflictos que acontecen en la isla y la posición adoptada por el gobierno argentino. A su vez, tras los recientes cruces entre Alberto Fernández y el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, expresó que “en el cortísimo plazo es poco probable que se encuentren soluciones a los problemas del Mercosur, pero destruir lo existente sería muy malo”. También dijo sentir “confusión” ante la postura argentina por la situación en Nicaragua: “Tenemos que ser consistentes en defender la democracia y los derechos humanos”. Con respecto a la crisis en Venezuela, afirmó que debe apoyarse el informe de Michelle Bachelet que denuncia los excesos cometidos por el régimen de Nicolás Maduro.
Acerca de la política de compra de vacunas del gobierno argentino, afirmó que “el país tomó la oferta que pusieron a disposición China y Rusia, pero cuando uno toma esas decisiones tiene que saber la capacidad de producción y la continuidad de la provisión”. Malcorra defendió, no obstante, los vínculos del país con el gigante asiático: “El principal socio comercial del país es China y restringir estos vínculos iría en contra de los intereses de la Argentina”. Estas y otras consideraciones sobre su propia experiencia diplomática fueron expresadas en un diálogo exclusivo con LA NACION.
-En este momento, las miradas están puestas sobre Cuba, con manifestantes que protestan en las calles y el régimen del presidente Miguel Díaz-Canel que envía a sus fuerzas de seguridad a reprimir. ¿Cuál es su mirada sobre este conflicto y sobre el pronunciamiento de Alberto Fernández criticando el bloqueo a la isla?
-Lo que está pasando en Cuba es muy serio y requiere de toda la atención de la comunidad internacional. Es claro que Cuba y el pueblo cubano están en un momento muy difícil debido al impacto de la crisis económica existente combinada con los efectos de la pandemia. Es una situación muy dura. Esto no quita que se pueda reconocer que una de las causas de la crisis pasa por el embargo que ha maniatado la economía de la isla. El gobierno del presidente Obama reconoció esto e inició un proceso de acercamiento que, en su momento, fue muy positivo y que fue revertido por el presidente Trump. En resumen, ambos planteos son válidos, pero el bloqueo no puede ser excusa a una reacción como la que estamos viendo por parte del gobierno cubano. Considero que las medidas de represión adoptadas no se condicen con el respeto a la garantía de las libertades individuales, empezando por la libertad de expresión, que son valores centrales de las democracias. Hay que expresarse sin ambigüedades en este sentido.
-Unos días atrás se produjo un nuevo conflicto entre la Argentina y Uruguay, que pretende hacer acuerdos por fuera del Mercosur. ¿La tensión interna puede generar costos para nuevos acuerdos? ¿Aquel Mercosur sin aduanas, con una sola moneda, está muy lejos de la realidad?
-El sueño de los fundadores del Mercosur está muy lejos. El Mercosur tiene más debe que haber, nos queda más recorrido por hacer que lo que hemos hecho. Es un momento de tensiones particularmente complejas entre los miembros, los líderes no tienen entre sí un canal de comunicación abierto para resolver las tensiones. En el cortísimo plazo es poco probable que se encuentren soluciones Si creemos que cada una de las partes va a estar en condiciones de maximizar su capacidad de negociación, hacerlo a través del Mercosur, obviamente, lo hace más complejo, porque hay que ponerse de acuerdo entre todos. En la Unión Europea tienen que ponerse de acuerdo 27 países, ahora, una vez que fija posición, la fortaleza que tiene es realmente increíble. Yo creo que eso es factible en el Mercosur, destruir lo existente sería, desde mi punto de vista, muy malo.
-¿Se puede llegar a materializar ese histórico acuerdo Mercosur-Unión Europea en este contexto de idas y vueltas que generan desconfianza ante el mundo?
-Yo espero que sí, pero no creo que se pueda materializar en el cortísimo plazo. Los argentinos tendemos a mirar las cosas desde nuestro propio ombligo, cometemos errores, pero del otro lado también hay errores. La historia muestra que Europa se excusó detrás de Latinoamérica muchas veces y Latinoamérica detrás de Europa, no había voluntad absoluta del efecto societario. Creo que hay que esperar que pasen las elecciones de algunos países europeos, sobre todo de Francia, y que pasen algunas elecciones en Latinoamérica, sobre todo de Brasil, y a partir de allí puede llegar a ocurrir que haya una base para avanzar. Si Europa entiende que el vínculo con Latinoamérica tiene un valor estratégico que va mucho más allá de un acuerdo comercial, entonces tiene que ser capaz de encontrarle la salida y la solución a la firma del acuerdo con el Mercosur.
-¿Cómo evalúa la posición de Argentina con respecto a la violación de los derechos humanos en Nicaragua?
Yo creo firmemente en el multilateralismo, creo que si algo nos trajo la democracia es la integración al diálogo internacional. El hecho de que Raúl Alfonsín nos reinsertara como país en el tema de derechos humanos es un avance histórico, para mí eso es un valor innegociable. Me confunde lo que pasó con la posición de la Argentina, me parece que tenemos que ser consistentes en defender la democracia; el problema en Nicaragua es que se está avanzando en contra de la democracia y eso es muy serio, muy delicado. Deberíamos defender la democracia junto con los principios básicos de los derechos humanos; esa es una posición de Estado de la Argentina.
-La ONU publicó un informe de Michelle Bachelet sobre la continuidad de la represión en Venezuela; por otro lado, Argentina se retiró de la denuncia contra Nicolás Maduro que tramita la Corte Penal Internacional ¿Por qué cree que Argentina no tiene una posición contundente frente al régimen venezolano?
-Venezuela es un tema de una complejidad mayúscula, hay que buscar soluciones muy difíciles de lograr, que los venezolanos tienen que encontrar; lo que se puede hacer es tratar de mantenerse más equidistante para ser eventualmente parte de una solución. Creo que hay que ser parte de la solución, pero para ser parte de la solución hay que ser claro. Si se ha demostrado que cometieron excesos, como lo ha demostrado el informe de derechos humanos de Michelle Bachelet, hay que apoyarlo. Es fruto del trabajo de Naciones Unidas y es la institución que nosotros apoyamos. Lo que no se puede hacer es llevar posiciones al extremo y eso fue lo que pasó en la región, la región se polarizó tanto que estaba o a favor de uno o a favor de otro, pero nadie podía hacer de puente entre las partes. Eso no quita que uno siga la defensa de los principios y de los valores sobre todo en lo que tiene que ver con los derechos humanos.
-¿La Argentina se puede llegar a convertir en Venezuela?
Yo creo que eso es una absoluta barbaridad. Argentina y Venezuela son dos países muy distintos, estructuralmente distintos y socialmente distintos. Es una simplificación.
-Cuando comenzó su trabajo en la Cancillería , hablaba de pragmatismo y desideologización en los vínculos internacionales. ¿Las relaciones exteriores de un país deberían tener esos componentes?
-Yo decía eso de manera provocativa porque veníamos de un período en el cual la posición de la Argentina se había filtrado casi exclusivamente desde lo ideológico, y yo intentaba generar un vínculo más abierto con el mundo. El vínculo de los estados es un vínculo que tiene que trascender los gobiernos, es un vínculo de representación del interés de la gente, cuando lo pensás en esos términos enfocas las relaciones exteriores en el sentido más amplio, no solo en el sentido político, también en el sentido económico. El interés del país es el hilo conductor. El interés del país tiene que distanciarse de la ideología. La política exterior es una de las políticas de Estado más importantes que tiene un país y tiene haber una continuidad que trascienda los gobiernos y las fluctuaciones ideológicas de los gobiernos. La política exterior debe tener solidez. Eso no es pragmatismo, es realismo, es entender el valor agregado de la política exterior.
-¿Cómo ve a la Argentina con respecto al acercamiento a China y a la relación con Estados Unidos?
-Argentina depende de China y depende de Estados Unidos, de ambos. El principal socio comercial de Argentina, y te diría que esto aplica a Latinoamérica en general, es China, negar la existencia de China o decir me restrinjo de tener vínculos con China es en contra de los intereses de la Argentina. Esto no quiere decir que yo sea incondicional de China, porque al mismo tiempo Argentina es muy dependiente de Estados Unidos por vínculos históricos y por cosas más prácticas. En lo financiero la Argentina es esencialmente dependiente de Estados Unidos. Tenemos dos variables, la comercial y la financiera y dependen de dos socios que entre sí están enfrentados. Ninguno de los dos puede reemplazar totalmente el rol del otro. Esa es la realidad y Argentina depende de ambos. Ahora, esto hay que hacerlo desde la madurez, desde la solidez, hacer entender al otro en qué condiciones uno se vincula y en qué estar de acuerdo y en qué no estar de acuerdo, y trabajando desde el punto de vista de reconocerse como un país soberano que defiende sus propios intereses.
-La Argentina priorizó las vacunas chinas y rusas y dejó caer casi trece millones de vacunas norteamericanas (Pfizer) ¿No cree que las hubiésemos necesitado para salir más rápido de la pandemia?
-Yo creo que definitivamente tenemos que tener el más amplio espectro de vacunas disponibles, por lo tanto, creo que hay que ampliar los acuerdos con laboratorios como sea posible. Está probado que la única fórmula para superar esta crisis que la pandemia ha traído es la vacunación acelerada, todo lo que ayude a eso va en el interés de la Argentina. Hay una gran asimetría entre la relación con China y la relación con Estados Unidos; cuando te vinculas con el gobierno chino te estás vinculando con todo el poder económico, en cambio con Estados Unidos tenés una vinculación con el gobierno y una vinculación adicional con todo el sector privado, con las farmacéuticas; lo tenés que resolver en paralelo.
-No han llegado segundas dosis de las vacunas Sputnik V, las cuales son necesarias ante el acecho de la variante Delta. ¿Considera que fue una decisión diplomática y sanitaria acertada de la Argentina apostar tanto a la Sputnik?
-Creo que acá hubo, una decisión por parte de Rusia y de China de hacer diplomacia soft a través de las vacunas. Los dos países decidieron priorizar su capacidad de llegada a otros países a través de la vacuna como contraposición a países que tenían la vacuna pero que priorizaron totalmente la producción para uso local. Lo que me parece que hizo Argentina fue tomar la oferta que China y Rusia pusieron a disposición de Argentina y de muchos otros países. Cuando uno toma esas decisiones tiene que saber la capacidad de producción, tiene que saber la continuidad de la provisión.
-¿Estados Unidos quiere recuperar los espacios que fueron ocupando China y Rusia en Latinoamérica?
-Es muy distinta la situación de Rusia y la situación de China. China desarrolló una estrategia claramente pensada de largo plazo que hizo que ocupara espacio en muchas partes del mundo, África fue el primero y después Latinoamérica, eso es así y es legítimo, tanto para China como para los países que se benefician con el vínculo. Ahora, Estados Unidos, que estuvo alejado de Latinoamérica durante un tiempo, se ha despertado a esta realidad y lo que hace es poner contra la pared a quienes hemos tendido puentes con China. Ahí hay que tener una conversación sólida con ambas partes. Cuando alguien te dice que tienes que dejar de tener vínculo con el otro, la pregunta es: ¿me vas a reemplazar todo lo que el otro me está dando? Que el déficit de Argentina no haya caído a los niveles que se planificaba es porque los precios de las commodities que nos compra China están donde están; y Estados Unidos no es candidato a comprarnos nada. ¿Cómo hacemos para reemplazar esa realidad? Creo que es muy importante tener vínculos con terceros, por eso valoro y defiendo el puente del Mercosur con la Unión Europea. La Unión Europea también está presionado por esta tensión entre Estados Unidos y China. Si nosotros somos capaces de construir un vínculo más fuerte con la Unión Europea, nuestras palancas de negociación son mayores para un camino intermedio.
-¿Observa deficiencias en la democracia argentina?
-Hay cosas que se pueden mejorar, pero lo que sí es cierto es que a pesar de todos los problemas que tenemos, seguimos estando en una situación en la cual yo no escucho a nadie pensar en una forma de resolver las deficiencias si no es a través de la democracia, eso me parece que es un valor incontrastable. Hace algunas décadas atrás, lo primero que se hacía era golpear las puertas de los cuarteles, hoy hay tensiones, dificultades, hay una polarización que no contribuye en nada a resolver los problemas del país, de un lado y del otro, pero aún dentro de eso, todos apelan a los mecanismos que están dentro de la democracia. El mayor problema, y no solo en la Argentina, en muchas partes en el mundo, incluyendo a Estados Unidos, es la negación del otro, la creación de una realidad en la cual solo los que piensan como yo son los que tienen valor y mérito, los otros no existen. Yo tengo una razón desde una perspectiva y el otro la tiene desde la otra y tenemos que ser capaces de conjugar decisiones para encontrar un futuro mejor para el país. Tenemos que ser capaces de entender que la sociedad es una suma de matices que tenemos que conjugar en búsqueda de un futuro.
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