Justicia: Alberto Fernández suma nombres y crece la tensión en busca de un ministro que reemplace a Losardo
El Presidente tiene a varios candidatos sobre la mesa, pero tiene dificultades para encontrar el perfil adecuado para una de las sillas más sensible del gabinete
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Que “la fumata blanca” salga del despacho presidencial. Eso es lo que esperan los laderos de Alberto Fernández para confirmar el nombre del nuevo ministro de Justicia. La definición podría caer de un momento a otro, porque -en los papeles- Marcela Losardo haría efectiva su renuncia a partir de mañana, según fuentes oficiales. Pero los que conocen de memoria el estilo que tiene el Presidente para tomar decisiones tampoco descartan que extienda la agonía. Es que, dar con el perfil ideal y encontrar a alguien que quiera sentarse en esa silla caliente se convirtió en una tarea ardua.
La lista de candidatos tiene nombres que, de tanto sonar, comenzaron a generar dudas. El diputado de Río Negro, Martín Soria, fue el más firme que analizó Fernández -habló con él el lunes- pero por algún motivo no lo confirmó y siguió analizando otras posibilidades. En las últimas horas se sumó como alternativa fuerte Marisa Herrera, especialista en derecho civil y una de las expertas que integró el consejo consultivo de juristas que le recomendó al Presidente nuevas reformas judiciales.
Herrera no había recibido, hasta este mediodía, ninguna oferta concreta de la Casa Rosada. En privado, Fernández elogió un trabajo que ella publicó días atrás junto a Andrés Gil Domínguez (otro de los expertos de la bautizada “comisión Beraldi”), titulado “Reformar para transformar: la creación de un tribunal federal de revisión de sentencias arbitrarias” y referido al proyecto de “tribunal intermedio” ante la Corte. Esta abogada, en 2017 se candidateó como diputada suplente por Unidad Ciudadana en las elecciones legislativas, pero no entró.
Herrera es investigadora del Conicet y se define como “kirchnerista”, además de haber sido una activa defensora de la legalización del aborto (expuso ante las comisiones del Congreso en el debate de hace tres años). Una nota de LA NACION de 2018 describió que en su escritorio supo exhibir varias mamushkas de políticos: de Cristina Kirchner, de Eva Perón, de Néstor Kirchner, pero también de Raúl Alfonsín.
Soria sigue en carrera. Sin ser un kirchnerista de pura cepa (enfrentó al kirchnerismo en su provincia), tuvo una conversión y logró la aceptación del campamento kirchnerista cuando denunció ante el Consejo de la Magistratura que existieron reuniones entre el camarista de Casación Gustavo Hornos y el expresidente Mauricio Macri. Cristina Kirchner hizo suyo el dato para denunciar el “lawfare” en su última aparición pública. Fernández dijo conocer “mucho” al diputado rionegrino, pero en su entorno reconocen que eso no llega a construir una relación de confianza.
A estos candidatos se suma el diputado bonaerense Ramiro Gutiérrez, de las filas del massismo. Fernández lo conoce desde 2013 e intercambió con él experiencia jurídica. Pero la lógica de poder indica que, por pertenencia política, esa silla no irá para alguien del Frente Renovador.
A esta altura nadie descarta que aparezca un “tapado”. “Está claro que no lo tiene definido. O quizás lo tiene in pectore. Pero lo tiene solo él”, dijo a LA NACION un importante portavoz oficial que hoy esperaba la definición.
La otra dificultad pasa no por la oferta del cargo, sino por la demanda: ¡más de una figura de peso en el mundillo judicial ya aclaró que no quiere acceder a ese cargo. Es una papa caliente.
Entre los colaboradores de Fernández hay charlas de café para comentar el desafío que tiene la designación. “Alberto tiene que poner a alguien de buena aceptación en el kirchnerismo pero que a su vez tenga prestigio en el mundo judicial. Sino eso no va a caminar. Y no puede parecer una imposición, el Presidente perdió a Losardo y tiene que mostrar autoridad”, opinó a LA NACION un interlocutor frecuente de Fernández que sigue su política judicial. Los hombres del kirchnerismo que se mueven en la arena judicial, por su parte, advierten que ellos deben seguir moviéndose debajo del radar, que no sirve que levanten el perfil.
Fernández estuvo ayer por la tarde reunido varias horas con su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Allí se confirmó que Marcela Losardo irá a París como embajadora ante la Unesco y se evaluó que formalice su renuncia mañana, y así darle tiempo al Presidente para que resuelva e intentar que el ministerio no quede acéfalo.
“Dudo que se resuelva hoy. Aunque puede precipitarse de un momento a otro. Al menos anoche Alberto no lo había decidido”, dijo esta mañana un alto funcionario a LA NACION. Este miércoles al mediodía el Presidente hizo una recorrida junto a Axel Kicillof por un vacunatorio en Avellaneda. Hubo fotos oficiales, pero no hubo discursos, en medio de las explicaciones oficiales de la provincia por la declaración de Beatriz Sarlo en la Justicia. De allí, Fernández se recluyó en Olivos. Y luego mudó su jornada de trabajo a la Casa Rosada. El viaje que tenía previsto a Rosario mañana se suspendió porque, según fuentes oficiales, está grave de salud la madre del gobernador Omar Perotti.
Por puro sentido común, difícilmente Fernández pueda definir el ocupante de una de las sillas más sensibles del gabinete sin conversarlo antes con Cristina Kirchner. En el Instituto Patria se ocupan de decir que “es una decisión de Alberto”. Argumentan: “A los ministros los elige el Presidente”.
“Sea quien sea, es difícil que cambie algo de fondo”, reconocía hoy un estrechísimo colaborador de Fernández que aludía a la dificultad que tiene el oficialismo para hacer reformas en el Poder Judicial. Lo que todos dan por sentado es que Juan Martín Mena, viceministro y el jugador todoterreno del kirchnerismo duro en la cartera de Justicia, seguirá firme en su lugar.
Con el ministerio parcelado de esa forma, Fernández debe decidir si coloca como titular a alguien que “se pinte la cara” y vaya a la guerra contra el Poder Judicial (al menos en lo discursivo) o si, en cambio, pone a una figura que cumpla el rol en los papeles con el poder real delegado en otros despachos.
Luego de que el Presidente expusiera a “corazón abierto” la insostenible situación de Losardo en el Ministerio de Justicia y exhibiera la ausencia de un candidato, en la Casa Rosada quieren evitar que siga el “revoleo de nombres”. Las demoras que hasta ahora tuvo la definición revelaron la dificultad de encontrar el candidato ideal.
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