Sube la presión interna para que el Presidente convoque a una mesa de diálogo con Cristina y haga cambios en la gestión económica
Se lo pidieron la vicepresidenta, Massa, gobernadores, gran parte del gabinete, la CGT e intendentes; las críticas a Cafiero y el inevitable camino hacia a una derrota electoral si no hay cambios en la gestión
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La convocatoria al diálogo debe partir del Presidente, caso contrario profundizaría la debilidad del Gobierno. Ese fue el mensaje central de la conversación que mantuvieron Wado de Pedro y Alberto Fernández hace 40 días. El Presidente no le dijo que no al ministro del Interior, pero tampoco avanzó. Desde ese momento, no paró de subir la presión interna para que el jefe del Estado convoque a una mesa de conducción con las tres principales patas del Frente de Todos. El listado incluye a Cristina Kirchner, Sergio Massa, gobernadores, gran parte del gabinete, la CGT, intendentes y la lista continúa.
“Es urgente. Hoy es todo un desastre”, resumió un integrante del gabinete nacional. El problema de fondo no es político, según advirtieron fuentes oficiales, sino de gestión. Ya no hay un pedido para que cambie el gabinete, ni siquiera al equipo económico.
El kirchnerismo le plantea tres puntos de diferencia al Presidente, todos sobre el abordaje estratégico para resolverlas: recuperación del poder adquisitivo, la lucha contra la inflación y la administración del comercio internacional. En buen romance, bolsillo, precios y dólares.
En las distintas terminales de poder del Frente de Todos hablan de casi unanimidad. Una especie de operativo clamor para empujar al Presidente. “Hay un nivel de consenso de que hay que armar una mesa. No me imagino que siga así, nos vamos a terminar juntando. La estructura del peronismo dice que esto no da para más”, explicó un funcionario con llegada a todos los sectores.
El malestar con el Presidente se extiende a sus dos principales asesores, Santiago Cafiero –algunos con malicia comparan su influencia sobre Fernández con la que tenía Marcos Peña con Mauricio Macri– y Martín Guzmán. “Hay una gestión de la economía que no se hace”, analizó un funcionario que responde a la expresidenta. Esa falta de gestión, según la mirada de aquellos que piden por una mesa de coordinación, llevará al Frente de Todos hacia una derrota electoral en 2023.
Según pudo saber LA NACION, en 2020 durante el momento más duro de la cuarentena, Cristina Kirchner le anticipó al Presidente que la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), así como lo dispuso el entonces jefe de Gabinete, por Cafiero, iba a generar “una inflación bárbara”. Como en ese entonces, Cafiero volvió a ser el blanco preferido de las críticas. Antes, por el “nivel de desconocimiento de las herramientas del Estado”, pero ahora lo acusan de “aislar” a Fernández. Cerca de Cafiero se sorprendieron con la acusación. “Siempre fue el más dialoguista y el que empujaba todas las mesas”, sostuvieron desde su entorno.
Pese a los pedidos, no habrá cambios. “A los compañeros que duden, los hechos les van a demostrar que estaban equivocados”, sostuvo ayer el jefe del Estado en la sede del PJ. A su lado, su mano derecha, el canciller Cafiero, remató: “A los compañeros que dudan los datos les van a demostrar que estábamos en el camino correcto”. Tras la discusión interna por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional el Presidente tomó la decisión de avanzar sin utilizar más la herramienta del consenso en la toma de decisiones.
Lo cierto es que las “dudas” de las que habla Cafiero son las que transmiten integrantes del gabinete como Gabriel Katopodis, Juan Zabaleta y De Pedro. Son algunos de los que impulsan la necesidad de volver a construir y ampliar al Frente de Todos. El ministro del Interior, por ejemplo, teje en nombre del cristinismo acuerdos con dirigentes tan disímiles como el exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, el líder gastronómico, Luis Barrionuevo, o el dirigente social Juan Grabois.
El ministro político estuvo la semana pasada a solas con Guzmán, principal foco de atención de las críticas de la vicepresidenta y La Cámpora, durante 40 minutos. Intercambiaron números sobre el poder adquisitivo de los salarios y quedaron en volver a hablar. La obsesión por estas horas es lograr que el mandatario retome una agenda distinta que le permita salir del laberinto de la interna del frente.
Es por eso que la recuperación del poder adquisitivo es la piedra basal del relato que buscará instalar el kirchnerismo el año próximo. El Presidente, Cafiero y Guzmán, según la mirada de los que acompañan a la expresidenta, atentan contra ese plan. Hoy, Zabaleta, Katopodis y Jorge Ferraresi, entre otros ministros, se transformaron en socios en esta tarea.
Hasta ahora los intentos fueron infructuosos. Fernández, según el relato de varios de los interlocutores de las últimas semanas, se muestra inflexible. Ni siquiera habilita el diálogo sobre debate políticos. Esta actitud, según advirtieron tres integrantes del gabinete, lo muestra cada día más “encerrado”.
“¿A cuánta gente hay que juntar para convencerlo de algo? ¿Quiénes tienen que estar?”, se preguntó un funcionario con despacho en la Casa Rosada.
Otro de los problemas que quiere poner sobre la hipotética mesa de conducción el kirchnerismo son los planes sociales. La hoja de ruta, según describieron, hoy apunta a sostener el crecimiento con planes sociales y salarios bajos. Se trata de una fibra sensible ya que es un tema que afecta directamente a los movimientos sociales, especialmente al Movimiento Evita, uno de los sectores que respalda a Fernández.
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