La burbuja de Alberto Fernández y una Casa Rosada semivacía: así cierra el Gobierno una semana atípica
Con buena parte del gabinete nacional aislado tras la confirmación del contagio de coronavirus del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, el Gobierno atravesó una semana diferente. Mientras que el presidente Alberto Fernández armó una burbuja sanitaria con dos funcionarios de su máxima confianza, la Casa Rosada quedó en manos del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y de la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra.
Desde que Beliz le escribió el mensaje con la noticia, hace dos días, el Presidente se recluyó en la casa de huéspedes de la quinta presidencial de Olivos. El jefe del Estado no está solo: lo acompañan el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi. Los dos, amigos de hace décadas de Alberto Fernández.
Desde ahí, el Presidente habló varias veces al día con Cafiero y con otros miembros del Gobierno. Entre ellos, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que hoy, en medio de las tensiones entre ambos, se reunieron en el Palacio de Hacienda para mostrarse alineados en medio de la negociación con los representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los que lo acompañan a sol y sombra no dudan en describir que el teléfono ya se transformó en una parte indisoluble de su cuerpo. Es que, pese a las complicaciones, Fernández mantuvo parte la agenda que tenía prevista, como el anuncio de obras de infraestructura ferroviaria, una inversión total de 4849 millones de pesos, para Merlo, Morón y Moreno, que hoy encabezó. Todo, desde ya, lo hace de forma virtual.
Tras haber dado negativo el primer test PCR, el mandatario se encuentra sin síntomas. Lo mismo que Vitobello y Biondi. "Estoy bien, como siempre. No tengo ningún síntoma de nada", respondió el Presidente a LA NACION ayer. Todos se realizarán una nueva prueba el miércoles, si se confirma el resultado, el jueves Fernández retomará la agenda de forma normal.
Desde hace dos días se mantiene la rutina. Cerca de las 8, el Presidente sale a caminar por la residencia oficial. Como todos los días, completa cinco kilómetros, una recomendación que le hizo Federico Saavedra, titular de la Unidad Médica Presidencial (UMP), el único que estuvo con los tres en estas 48 horas.
Después, regresa a la casa que ocupa con Biondi y Vitobello; ahí, cada uno tiene su habitación y baño. Solo comparten desayuno, almuerzo y cena. Ayer, además, los tres vieron juntos el empate de la selección argentina contra Paraguay.
Casa Rosada a media luz
Sin el Presidente, la Casa de Gobierno volvió al ritmo que tuvo durante los primeros meses de la cuarentena. Solo Cafiero e Ibarra estuvieron en Balcarce 50, ambos en comunicación permanente con Olivos.
El ministro coordinador estuvo conectado online con el Presidente y el resto de los ministros, especialmente con Guzmán, con el que habló varias veces durante el día por los avances con el FMI y el tratamiento del presupuesto en el Congreso.
Mientras que la secretaria de Legal y Técnica estuvo todo el día en su despacho. "Vilma llega temprano y se va tarde, como siempre", dijo un estrecho colaborador de la responsable de velar por la firma del Presidente.
El resto de los aislados estuvieron cada uno en sus domicilios. El ministro del Interior, Eduardo De Pedro; el canciller Felipe Solá; la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta; el ministro de Cultura, Tristán Bauer, y el diputado nacional Eduardo Valdés, se encuentran todos sin síntomas.
Todo se desencadenó durante el fin de semana. Fernández había viajado a Bolivia junto a Beliz y una extensa comitiva de funcionarios, que luego acompañó a Evo Morales a regresar a su país desde Jujuy. Una fotografía los mostró cenando en una amplia mesa de más de 15 personas, sin distanciamiento social ni barbijos.
"Soy todo lo cuidadoso que puedo ser. A veces, tal vez, en algún momento no, pero trato de volver al cuidado. Nos debe pasar a todos, pero no debemos olvidar que el riesgo existe. Que yo me relaje también está mal", ensayó como mea culpa el Presidente en las últimas horas.
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