Spinosa y Vázquez, a los ojos de Chile
SANTIAGO.- La historia diplomática reciente entre la Argentina y Chile parece estar marcada por la controversia y, en cierto modo, el escándalo, aunque las relaciones oficiales son óptimas y las sombras que puedan haber proyectado algunos de sus protagonistas no las han empañado.
La gestión del destituido embajador Jorge Vázquez parecía ser más que auspiciosa por las relaciones personales y el conocimiento previo del ambiente local. Sólo a reanudar antiguas amistades, entre ellas algunas importantes, como la del canciller José Miguel Insulza, alcanzó Vázquez desde que llegó en octubre último.
Horas antes de que se anunciara la decisión del presidente Menem de destituirlo, el canciller chileno recordaba en una conversación informal su amistad con Vázquez, gestada cuando éste estuvo destinado aquí durante la gestión de Allende.
El lío en el que se vio envuelto Vázquez es considerado en la Cancillería local como "una situación absolutamente argentina", aunque un alto funcionario admitió: "Jorge es fogoso".
Pese a las amistades locales -"entrañables amigos", dijo que deja-, en el corto período en que estuvo acreditado en Chile tuvo un perfil bajo.
Su destitución fue noticia de tapa en la prensa local. Hizo recordar la bochornosa salida, a fines de 1991, de otro embajador argentino, Oscar Spinosa Melo, luego de que el gobierno chileno de entonces solicitó discretamente su remoción.
Sexo, farras, mujeres, extorsión, conspicuos personajes políticos y empresariales fueron los ingredientes del escándalo que envolvió a Spinosa. A los pocos meses, un libro prohibido divulgó detalles de los intentos de extorsión que habría cometido el embajador. Su sucesor fue Antonio Cafiero, que vino a poner en orden la casa. Estuvo poco más de un año y, en 1993, llegó Iglesias.
El ex embajador, según el matutino La Tercera, también tuvo una gestión no del todo satisfactoria para las autoridades locales por las molestias que habría suscitado por su posición respecto de los militares.
Aunque Vázquez se siente dolido por la actitud de haber sido destituido por el gobierno argentino y lamenta dejar Chile, no se retracta respecto de sus dichos, porque -dice- "los principios no se negocian", según afirmó a la televisión local, donde insistió en fustigar al periodista de La Nación Ovidio Bellando.