Somos lo que comemos
Confrontar y dividir no resuelve la situación de un debate que requiere reflexión. Las elecciones que cada uno toma, cuando se trata de la alimentación, no solo son convicciones sino razones en las que se arraigan valores de nuestra propia cosmovisión.
Algunos lo hacemos por la observancia religiosa, ya sea kashrut para los judíos o halal para los musulmanes; o bien ser vegetarianos en el hinduísmo y tantas otras opciones, al asumir que el alimento es una elección de conciencia y no debate de la ciencia.
Para otros es una opción existencial, con argumentos y datos científicos, al asumir que no comer animales es una acción concreta para cuidar el planeta o considerar que se debe respetar la vida animal como una entidad que, sin ser persona, tiene derechos de bienestar para vivir y no ser sacrificados en la cadena trófica gobernada por los humanos. De esta manera, se opta por nutrirse de alternativas que, además, aseguran calidad de vida en una dieta vegetariana o vegana.
Ninguna de estas alternativas, cuando uno asume vivir con una determinada dieta, puede imponer a otros qué deben comer; sino que vivir como uno quiere debe incluir dejar a los demás comer y vivir como elijan.
Nunca, aun cuando uno tenga razón en su convicción, se puede ejercer violencia ni falta de consideración en el respeto por otros, cuando lo que necesitamos para evolucionar es un debate maduro, aceptando nuestras diferencias y asumiendo que evidencias de la ciencia pueden expandir nuestra conciencia en que somos lo que comemos y que estamos constituidos de materia y espíritu, dos formas de energía que sostienen y nutren nuestro hálito vital.
La Argentina, en su desarrollo sustentable, no abandonará la producción agrícola y ganadera. Sin embargo, junto con este debate que trae una nueva generación y una evolución en la reflexión sobre qué comemos y cómo consumimos y producimos, debemos asumir —con o sin carne— que el bienestar animal y el uso sustentable de los recursos naturales serán principios responsables en cuidar el ambiente, la salud de la gente y el respeto por toda forma de vida. Como así también, barreras parancelarias que nuestro país, reinsertado en el mundo, deberá contemplar para exportar y crecer con un desarrollo que cumpla estándares donde la producción agroindustrial esté certificada para consumir con libertad de elección en la dieta y responsabilidad en el cuidado del planeta.
*Secretario de Gobierno de Ambiente y Desarrollo Sustentable
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