Solo en Off: la ambulancia de Juan Manzur, en la embajada de Estados Unidos tras las críticas de Alberto Fernández
Lágrimas de una asesora en el Kremlin y la venganza de Sola: “Alberto no me retira”
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Si bien el Gobierno se esforzó por aclarar que la visita de Juan Manzur a Marc Stanley fue programada antes que Alberto Fernández arremetiera contra Washington y el FMI nada menos que desde el Kremlin y frente a Vladimir Putin, lo cierto es que el encuentro entre el jefe de Gabinete y el embajador de Estados Unidos fue interpretado como un intento del gobierno argentino por aplacar el enojo que provocaron esas declaraciones en la administración de Joe Biden.
El emisario que envió la Casa Rosada para contener a los estadounidenses no fue elegido al azar. Manzur ya se manifestó partidario del acuerdo con el Fondo y algunas fuentes afirman que llegó a amenazar con su renuncia si el Gobierno optaba por el camino del default. Para que no queden dudas de su posicionamiento, esta semana desembarcará en Tucumán y Santiago del Estero con el objetivo de promover las exportaciones de esas provincias a los Estados Unidos.
Manzur tendrá una escolta de lujo, el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, que ya se encuentra en Buenos Aires y que acompañará al jefe de Gabinete en diversas reuniones con gobernadores, legisladores, cámaras exportadoras y empresas. A su regreso del norte del país, Argüello se reunirá con el presidente Fernández, justo en el inicio de las semanas decisivas para saber si el Gobierno alcanzará un acuerdo definitivo con el Fondo Monetario.
Lágrimas en el Kremlin
La delegación que acompañó a Alberto Fernández a la gira por Rusia y China vivió un momento sumamente incómodo cuando sus integrantes se anoticiaron que solamente una decena de personas estaba habilitada para ingresar al Kremlin, el histórico palacio del gobierno ruso, a raíz de los estrictos protocolos que aplica la administración de Vladimir Putin por la pandemia de coronavirus. Y claro, los acompañantes del Presidente eran muchos más que diez.
El grito en el cielo lo pusieron aquellos que se quedaron afuera del Kremlin. La más afectada fue la asesora presidencial Cecilia Nicolini, quien de acuerdo a fuentes diplomáticas se cruzó en duros términos con el embajador argentino en Rusia, Eduardo Zuaín, y algunos la vieron incluso derramar unas lágrimas. No es para menos: Nicolini fue quien negoció en Moscú, en viajes reservados junto a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, la compra de la vacuna Sputnik V.
En medio del escandalete, que llegó a oídos de Fernández, intercedió a favor de Nicolini la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, quien adoptó una postura definida por uno de los presentes como de “solidaridad de género”. Como sea, el protocolo fue tan estricto dentro del Kremlin que casi ningún integrante de la delegación argentina pudo ver al premier Putin. Solo lo hicieron el Presidente, su traductor y de lejos, a decenas de metros, la propia Cerruti.
La advertencia de Solá: “Alberto no me retira”
Felipe Solá protagonizó el primer tramo de las zigzagueantes relaciones internacionales que encaró la administración del Frente de Todos desde diciembre de 2019. Pero tras su relevo por Santiago Cafiero, inesperado para el exgobernador bonaerense, sigue enojado con el presidente Alberto Fernández. A tal punto, que en la interna oficialista se lo ubica del lado de Cristina Kirchner. “A mí Alberto no me retira”, se le escuchó advertir a dirigentes de su amistad.
Solá ya se había puesto del lado de Cristina antes de la constitución del Frente de Todos, lo que en 2018 le valió una pelea con el ahora presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y con el propio Alberto Fernández que todavía ponía sus fichas al peronismo no kirchnerista. Por eso ahora no llama la atención que, luego de ser desechado por el Presidente, vuelva a acercarse a la vicepresidenta. Las apuestas políticas de Felipe suelen ser consideradas en el peronismo.
De fondo, en la coalición oficialista se están conformando dos líneas que se enfrentarían en las PASO de 2023. De un lado se paran los “albertistas” –con las comillas del caso– y del otro los kirchneristas. Los primeros impulsan la reelección del Presidente, mientras que los segundos optarían por un plan B con el respaldo de Cristina. En su primer acercamiento a la dama, Solá pretendía ser ungido candidato, pero el dedo se posó finalmente sobre Alberto Fernández.
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