Solo en off. Juan Schiaretti medita si se lanza en 2023
Scioli se templa en derrotas deportivas y Macri quiere a Fernando Iglesias en la lista de candidatos
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La cena, discreta y llevada a cabo hace unos pocos días, transcurría con normalidad y términos cordiales, cuando el invitado sorprendió a sus comensales. “Juan se va a largar, tiene ganas de pelearla en 2023”, le habría dicho el ministro de Agricultura y Ganadería de Córdoba, Sergio Busso, a los dirigentes de CRA, Jorge Chemes y Gabriel de Raedemaeker, interesados en conocer la proyección política de Juan Schiaretti, quien transita su tercer mandato como gobernador de Córdoba y que, según uno de sus ministros más cercanos, estaría con ganas de buscar el premio mayor cuando llegue el final del gobierno de Alberto Fernández.
“Lo vimos muy convencido, y para nosotros es una buena noticia”, comentó por lo bajo un ruralista que supo de la charla íntima de sus colegas con el funcionario cordobés y que aplaude el eventual “salto” de Schiaretti, que quedó trunco a mediados de 2019, cuando naufragó aquel efímero acuerdo de peronistas no kirchneristas con Roberto Lavagna, Sergio Massa y Miguel Angel Pichetto.
Hace dos años, Schiaretti abandonó aquella confluencia luego de pedirle a Lavagna dirimir la candidatura presidencial del espacio por medio de una interna, y el exministro de Economía siguió adelante con su postulación, con Juan Manuel Urtubey como candidato a vicepresidente y el socialismo como aliado. Lavagnistas y peronistas cordobeses comparten aún el interbloque federal en la Cámara de Diputados, aunque no siempre votan alineados.
“Bueno, los muchachos quieren mantener viva la llama olímpica”, relativizaron cerca de Schiaretti, y destacaron que el gobernador está “enfocado en el día a día de la gestión” y que “apostó a consolidar figuras jóvenes que puedan continuar con el proyecto de Hacemos por Córdoba y lo hizo en pleno apogeo de su mandato, como Martín Llaryora y Manuel Calvo”. No negaron de plano que la idea pueda tomar cuerpo.
Daniel Scioli se templa en derrotas deportivas
Esta semana, Daniel Scioli estuvo en Buenos Aires, después de sus ajetreados primeros ocho meses como embajador argentino en Brasil, en los que bregó por suavizar el áspero vínculo político entre el gobierno de Alberto Fernández y el de Jair Bolsonaro. Pero pocos conocen que cada mañana, y a falta de su estadio propio en Villa La Ñata, Scioli llega a la cancha de paddle-tenis de su residencia de Brasilia con un solo objetivo: derrotar a Rodrigo Bardoneschi, el jefe de la sección económica de la Embajada, que -tan entrenado como él pero veinte años más joven- le gana de forma invariable.
“Pierde, pero lo va a seguir intentando. Hasta que le gane”, bromea uno de los colaboradores históricos del exgobernador de la provincia de Buenos Aires, decidido a reconstruir su carrera política e intentar volver a los primeros planos después la derrota en las presidenciales de 2015 y de reiterados desaires del kirchnerismo duro. “Juego al paddle-tenis. Y también al futbol-sala, aunque por ahora ningún equipo se ha interesado en mis servicios”, bromea ante sus íntimos el exvicepresidente, con altas dosis de autocrítica deportiva.
Macri quiere sí o sí a Fernando Iglesias en la lista porteña
Enchufado y muy activo en materia política, el expresidente Mauricio Macri monitoreó esta semana los movimientos de Horacio Rodríguez Larreta en su pelea con el Gobierno, aunque no descuida para nada los preparativos para el armado de las listas de candidatos, sobre todo en “su” ciudad de Buenos Aires.
En las charlas preliminares sobre nombres propios, Macri ya dejó en claro que quiere a dos de sus leales, Patricia Bullrich y Fernando Iglesias, a la cabeza de la lista de diputados nacionales porteños, el distrito desde donde Rodríguez Larreta proyecta sus sueños presidenciales. Más que a Bullrich, a quien le reconocen un crecimiento interesante, en el larretismo resisten la idea de “premiar” a Iglesias con otro mandato, habida cuenta de lo lejos que está su perfil de la prédica de “diálogo y consenso” que se repite como un mantra en la sede de la calle Uspallata.
“Fernando tiene que estar porque bancó siempre y peleó contra el kirchnerismo. Si él no va, se puede entender que no respaldamos a quienes dan la cara”, insiste el exmandatario, en defensa de uno de sus “escuderos” más fieles, fanático de las discusiones mediáticas y parlamentarias con miembros del oficialismo.
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