Solo en Off: Carolina Losada, la senadora que no se olvida de las pasarelas y aún publicita su vestuario
Vilma Ibarra, muy cerca de los ministros de la Corte; el misterioso triángulo de Navarro y el incómodo regalo de De Pedro a la alcaldesa de Barcelona
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Protagonista de un meteórico ascenso en su corta vida política, Carolina Losada pasó en pocos meses de columnista televisiva a senadora nacional y, hace pocas semanas, a vicepresidenta del Senado en representación de Juntos por el Cambio. Tal vez algo celosos de sus avances, entre sus compañeros de la oposición puntualizaron que Losada se resiste a abandonar el mundo de las pasarelas (que supo transitar antes de ser periodista) y que se ha transformado en la primera senadora que publicita vía redes sociales su vestimenta y accesorios, todos de conocidas marcas, antes o después de concurrir a una sesión, como en la Asamblea Legislativa, a una reunión política o una aparición televisiva. “No es una falta ética ni algo que se deba penalizar, pero no tiene nada que ver con la imagen de un miembro del Senado”, refunfuñaron desde un despacho importante del Congreso.
Cerca de Losada dan una explicación concreta: se trata de “compromisos comerciales asumidos previamente que no podemos incumplir”, afirmaron. Y prometieron que “a medida que los compromisos vayan caducando, se irán eliminando”. La llegada a un espacio como el Senado, con códigos propios, también obliga a otros aprendizajes. Otras fuentes legislativas cuentan que la secretaria administrativa del Senado, María Luz Alonso, postergó un par de meses el pedido de la senadora santafesina, quien solicitó los autos oficiales correspondientes a su cargo, pero lo hizo antes de que se concretara su asunción como vicepresidenta, en lugar de Martín Lousteau. Cerca de la senadora desmienten el pedido adelantado de manera enfática.
Vilma Ibarra cerca de los ministros de la Corte, la imagen que incomoda a Cristina Kirchner
La Asamblea Legislativa del martes pasado en el Congreso dejó algunas imágenes sugestivas. Una de ellas fue ver a la secretaria legal y técnica y espada albertista clave, Vilma Ibarra, sentada junto a los cuatro ministros de la Corte Suprema, con quienes el oficialismo protagoniza una guerra casi abierta desde que comenzó el gobierno del Frente de Todos.
Atentas, las cámaras de televisión oficiales, incluso, mostraron las caras de circunstancias de los cortesanos (y el aplauso de Ibarra y el secretario Julio Vitobello, sentado a pocos pasos) en un momento clave del discurso presidencial, cuando Fernández los acusó sin anestesia de “complicidad judicial con el poder económico” por un dilatado fallo contra las empresas de servicios de telecomunicaciones.
“Vilma estaba sentada en el lugar de (Elena) Highton”, bromeó un funcionario con relación a la exministra de la Corte, que con su renuncia del año pasado dejó una vacante trascendente, aún sin cubrir.
¿Cómo se explica la cercanía de Horacio Rosatti y los demás miembros de la Corte con la principal espada legal del Presidente? “Siempre le toca el mismo corralito, pero este año, al no estar ni Highton ni Fabiola (Yañez) ni el hijo de Alberto, (Dyhzy), todos se corrieron algunos lugares y quedaron más cerca”, explicó uno de los conocedores del protocolo legislativo, como modo de restarle importancia al asunto.
Cerca del Presidente negaron de modo enfático que entre los planes de Ibarra figure el de una postulación para ministra de la Corte. “Hay muchas otras que serían buenas candidatas. Además, si se postulara, a Cristina le agarra un ataque”, bromeó otro funcionario, sabedor del áspero vínculo que une a la vicepresidenta con la secretaria. Al margen de las especulaciones, Ibarra y los ministros de la Corte se saludaron con diplomacia, antes y después del discurso.
Después de soportar, estoicos y en silencio, las críticas, los jueces se fueron aliviados: no hubo menciones del Presidente a la intención oficial de retocar los régimenes especiales jubilatorios de jueces y diplomáticos, de los que sí había hablado Fernández la semana pasada
De Pedro llevó un regalo equivocado a España
Oportuno como pocos, el ministro del Interior y dirigente camporista Eduardo de Pedro emprendió su gira por España antes del discurso presidencial ante el Congreso. Uno de los hitos del viaje, en los que visitó a distintos funcionarios y personalidades de la cultura, y en el que debió transpirar bastante para contestar las preguntas incómodas del diario local El País, fue el encuentro con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con quien De Pedro compartió dos largas reuniones a solas, en las que exploraron sus respectivas “historia de militancia” y sus acercamientos a la política desde la sociedad civil.
Las coincidencias fueron amplias, aunque la anfitriona quedó algo sorprendida por el regalo que recibió de su invitado, un mate labrado que, contaron desde la comitiva, “no sabría como usar”. Obra fortuita del destino, hubo un beneficiado, ya que el mate quedó en manos de Gerardo Pisarello, diputado español de Podemos que también participó de la reunión con Colau, pero que nació en Tucumán y conserva intactos recuerdos y costumbres de la Argentina.
El Chino Navarro y su “triángulo antiopositores”
Encargado de defender al Gobierno en lo que el kichnerismo denomina territorios hostiles -programas y medios de comunicación no oficialistas-, el secretario de Relaciones Parlamentarias Fernando “Chino” Navarro lució en sus últimas apariciones un curioso triángulo de color rojo en la solapa de su saco que despertó la curiosidad de propios y ajenos. Desde su despacho, en el primer piso de la Casa Rosada, explicaron que el triángulo, un regalo de un dirigente del partido Morena -hoy gobernante en México- es una réplica de los distintivos utilizados por comunistas y socialistas en Alemania para oponerse a las políticas de persecución y exterminio durante el nazismo.
“Eso lo hace para contestarle a Fernando Iglesias o Waldo Wolff, que equiparan al Gobierno con el fascismo”, contaron, desafiantes, allegados al funcionario e integrante del Movimiento Evita, alejado de los modos del cristinismo y defensor a ultranza del acuerdo con el FMI que critican, a horas de su debate en el Parlamento, no pocos miembros del Frente de Todos.
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