Sobrevivir al hundimiento del Belgrano, el relato en primera persona
El tenor Darío Volonté estuvo casi 30 horas a la deriva en una balsa tras el ataque inglés; "Estás abajo del agua y se te pasa toda la vida por la cabeza", señala
Cuando dos torpedos del submarino británico Conqueror alcanzaron el crucero General Belgrano de la Armada Argentina, Darío Volonté sintió que le sacaban el piso, que sus pies no tenían apoyo. Enseguida, el barco se quedó sin luz y le llegó la orden de abandonarlo. Sobrevivió a casi 30 horas de flotar a la deriva en una balsa superpoblada, empapado, con una tormenta feroz y temperaturas bajo cero. Hoy es un consagrado tenor que canta en los mejores teatros del mundo y que se repite a sí mismo, a cada rato, que la vida es ese momento, el presente. "El pasado ya no existe y el futuro no llegó", dice en voz baja, pero contundente.
A las cuatro de la tarde del 2 de mayo de 1982, a más de 200 millas de las islas Malvinas, en el Atlántico Sur , dos torpedos del HMS Conqueror dieron en un blanco: el ARA General Belgrano. Quince minutos después, el barco empezó a hundirse. Tardó sólo una hora. Había 1093 personas a bordo: 770 lograron salvarse y 323 murieron.
Volonté tenía entonces 19 años y era maquinista. Estaba destinado a una caldera y cumplía los turnos de 4 a 8 y de 16 a 20. Recuerda que las guardias eran tranquilas. Lo único que se le viene a la cabeza son conversaciones sobre el conflicto con compañeros: qué pasaría, si entrarían o no en combate.
Cuando explotaron los torpedos en la parte no acorazada del Belgrano, Volonté pensó que habían pegado en la parte superior del barco. "Eso fue lo que me hizo sentir que me sacaban el piso de abajo de los pies", relata. Lo primero que pensó fue que tenía que buscar la salida. "Me la había memorizado. Fuimos saliendo y agarrando gente que estaba herida o con dificultades para salir. Después llegué a mi puesto de abandono del buque y lo siguiente era que la balsa respondiera bien", recuerda.
Era una tarde de tormenta, hace exactamente 30 años. "Tenés que acertarle a la balsa, que se mueve. Todo es rápido, todo es al instante. No hay tiempo...", rememora. Había que alejarse del Belgrano por si se hundía. Cargaron mucha más gente de la que correspondía porque había balsas dañadas. "Nos tocó una para 10 o 12 personas y éramos 22, iba sobreexigida. Dicen que eso capaz nos salvó de que no se diera vuelta. La mayoría de los que estaban en la balsa de al lado murieron porque se les voló el techo y la balsa se dio vuelta...", señala. Volonté cree que ese momento fue uno de los más espirituales que ha vivido. "Tenés que estar ahí porque si no te vas a la mierda", cuenta. Y hace énfasis en el verbo "estar".
Volonté no escatima sensaciones. No sólo vio y escuchó cómo el agua se tragaba al Belgrano y a cientos de hombres, sino que la tormenta no dio tregua y una ola tapó la balsa y los llevó abajo del mar. "Sentís que estás abajo del agua y se te pasa toda tu vida por la cabeza... Estás sujetando el techo y en un momento salís. Inmediatamente tenés la sensación de que te vas a salvar, de que pasaste una", recuerda.
Pero todavía faltaba "pasar" alguna más. Durante la noche, la balsa empezó a desinflarse. No encontraban el inflador ni el pico por donde inflar. "Un compañero que era muy fuerte enganchó con una soga la balsa vacía, la que no tenía techo, y se pasó. «A algún lado tenemos que ir», decía. Cuando volvió no podía hablar del frío. Se hizo un silencio y pensé: «Acá se termina todo». Pero encontramos el inflador, el pico, inflamos…", indica.
"La tormenta nos castigó toda la noche, durante unas 16 horas. Después amainó un poco. Cerca del mediodía pasó un avión e hizo señas de luces bien claras. «Nos vieron, nos vieron, nos van a venir a buscar», gritó un compañero. Y ahí la balsa pasó a ser como un hotel de cinco estrellas", grafica.
"Te salvaste de los cañonazos , pudiste salir del barco, pudiste alejarte con la balsa, te tapa una ola y salís, se te desinfla el barco y salís... Cuando ves el avión, tenés la sensación de que estás en el Sheraton de Tokio más o menos", describe.
El aviso-remolcador Gurruchaga los encontró a las 9 de la noche. Volonté estuvo 29 horas y media arriba de la balsa con sus compañeros. Dice que en el momento no pensó en la magnitud de lo que había sucedido, sino que se dio cuenta cuando el conflicto ya había terminado. "Empezás a vivir, a avanzar, transcurre la existencia. En mi caso, el tema Malvinas se amplificó positivamente: fue como una segunda oportunidad, un segundo nacimiento. El 2 de mayo de 1982 yo nací de vuelta. Soy de Virgo y soy de Tauro, tengo dos signos. Y tengo, increíblemente, características de ambos", cuenta.
Volonté admite que Malvinas y el hundimiento del Belgrano no son temas que tenga siempre presente y sabe que eso es "una fortuna grande". Sin embargo, también es consciente de que buscó sentirse bien a nivel espiritual. "Cuando cierta forma de religiosidad no me dejó satisfecho o no me contestaba preguntas, fui buscando hasta que más o menos las fui obteniendo. Hago lo que puedo, como todos. Pero justamente el tema de Malvinas es eso: una oportunidad. Tengo que vivir lo mejor que puedo", insiste.
El canto
En una esquina de San Cristóbal, en un viejo bodegón de barrio, Volonté pide un clásico sándwich de milanesa. Está acostumbrado a giras mundiales en donde participa o protagoniza grandes conciertos en teatros únicos, pero no se la cree. Tiene los pies sobre la tierra y se repite que no debe estar aferrado a su carrera. "El trabajo tiene que estar a mi servicio y no al revés. Laburar para vivir y no vivir para laburar", sintetiza.
Volonté sabe que al cantar, su voz impacta. "Todos se quedan en silencio. Gratificás a la gente y te gratificás vos. Pero es nada más que eso, un laburo", minimiza.
"Hay más emoción en ciertas cosas que en otras, claro. Pero lo que te marca eso [la guerra, el hundimiento del Belgrano] es que todo se empieza a emparejar. Si a la noche voy a comer con mi familia y hago el risotto, me concentro sólo en hacerlo. Me preparo para cocinar como para leer debajo de un árbol, manejar en ruta o cantar en tal lado. Eso es de una importancia capital cuando pasaste una circunstancia límite", concluye.
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