Síntoma de la parálisis: en el último trimestre, el Gobierno publicó un 78% menos de resoluciones que en 2021
Se trata de los programas y medidas que se toman a nivel ministerial y se publican en el Boletín Oficial; los funcionarios reconocen dificultad para lucir cualquier acto de gobierno por los latigazos de la inflación y las internas políticas
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“Los papeles no se mueven, hay un clima de fin de fiesta como si estuviéramos en septiembre u octubre de un año electoral. Pero falta un año… no sé cómo se llega con 12 meses por delante”, se quejó días atrás una funcionaria de carrera que hace treinta años trabaja en el mismo ministerio. Su jefe de turno asistía a la reinauguración de un edificio, en un acto sin brillo.
Los comentarios sobre lo desabrida que devino la gestión de Alberto Fernández en el último tiempo se replican en voz baja en boca de funcionarios y colaboradores, que también apuntan a la dificultad para lucir cualquier acto de gobierno por los latigazos de la inflación y las internas políticas que marcaron este año, un panorama al que se suman los cambios de gabinete, por salidas intempestivas de ministros.
En recientes reuniones de funcionarios hubo comentarios sobre lo “flaquito” que está el Boletín Oficial. En término de flujo de expedientes, un posible indicador ilustrativo lo ofrece el capítulo de las “resoluciones administrativas” de esa publicación diaria, donde constan los programas, actos de gobierno y medidas que se toman a nivel ministerial.
LA NACION hizo un relevamiento que arrojó que en el último trimestre -julio, agosto y septiembre- se publicaron 653 resoluciones administrativas. En el mismo período de 2021 se habían publicado 1163, un 78% más. Aún si a ese número se le restan aquellas resoluciones vinculadas con el Covid -el flujo de medidas por la pandemia había descendido notoriamente, pero aún quedaba un rezago- las resoluciones administrativas del tercer trimestre del año pasado ascendieron a 1001, un 53% más comparado con el mismo período de este año.
“No se gestiona haciendo resoluciones sino cumpliéndolas. Una vez que ponés las cosas en marcha requerís de menos resoluciones”, rebatió una importante fuente oficial consultada sobre la merma en la cantidad de medidas.
Respecto al capítulo de las “decisiones administrativas”, es decir aquellas que requieren la firma del jefe de Gabinete -porque involucran partidas presupuestarias o porque están vinculadas al personal del Estado- el relevamiento, en cambio, arroja que en el último trimestre hubo 346 normas de ese tipo en el Boletín Oficial, 51 más que en el mismo período del año previo. Según el relevamiento de este medio, cerca del 80% de las decisiones administrativas analizadas fueron para designar directores, coordinadores y otros cargos jerárquicos.
El volumen de decretos, es decir, las normas que firma Alberto Fernández, también tuvo una merma con el cambio de año: durante el primer semestre de 2022, el Presidente suscribió 358 decretos, un 28% menos que en el último semestre de 2021. Debe contemplarse que el año pasado había todavía medidas vinculadas a la pandemia, además del cambio de gabinete post PASO, que generó un repunte de decretos.
Un ministro reconoció a LA NACION: “Hay luces y sombras. Muchos ministros no son pachorra, pero lo que hacen no se ve. También es cierto que es difícil competir con la novela policial del caso Vialidad y el caso de los Copitos”. Y agregó: “La gestión está tomada por la impronta de Sergio (Massa), que siempre se dispara solo, pero muchos están con el esquema de inercia”.
El diputado oficialista Leandro Santoro soltó esta semana que su espacio político tiene “grandes ideas” pero “son mal gestionadas”, en alusión al fracaso de la iniciativa de suscribir un acuerdo con la oposición.
Agendas
Todos los días la Casa Rosada difunde la “agenda de Presidencia y ministerios”. Aunque las actividades públicas que se vuelcan allí no reflejan todo lo que el mandatario y sus 18 ministros realizan en sus jornadas, el comunicado es una vidriera de gestión. Incluye desde entregas de diplomas hasta firmas de convenios y reuniones con pares de las provincias. El listado se achicó en los últimos días. El lunes pasado, solo cinco ministerios evidenciaron agenda; el martes lo hicieron seis; el miércoles, cuatro y el jueves, otros seis. Por distintos motivos, no todas las carteras envían a Presidencia sus acciones para ser consignadas en el mismo comunicado. Massa, por ejemplo, informa aparte. Lo mismo Eduardo “Wado” de Pedro.
“Las semanas varían y a veces tienen mucha actividad que no es para cubrir públicamente y no se informa. Solo se comunica allí los actos o lo que tiene interés periodístico”, advirtieron en la Casa Rosada.
Para despabilar al gabinete y ayudar a Fernández a que revitalice su agenda, el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, martilló en los últimos dos meses para que los ministros propusieran “acciones de gobierno” que le permitiera al Presidente nutrir la raquítica imagen pública. Un reconocimiento de la necesidad de acelerar el ritmo perezoso en el que entró la gestión este año.
Cuando Olmos asumió, los pases de factura al interior del Gobierno venían cruzados: si de un lado en Balcarce 50 se les reclamaba a los ministros que recuperen la iniciativa, del otro, los titulares de las carteras cuestionaban la falta de conducción del Presidente. Olmos ya era un hombre de confianza del jefe de Estado y su consejero político, pero asumió como segundo de Manzur para ser el fixer de la Casa Rosada. El jefe de Gabinete promovió su desembarco: el tucumano nunca logró convertirse en ladero presidencial y bajó los brazos luego de que el año pasado le frenaran su ímpetu de gestor.
Voluntarioso y con el calendario en mano, el vicejefe de Gabinete se dedicó a armar un cronograma de actos y “cortes de cinta”. Llegó a anotar 680 acciones. “Se está trabajando mucho y bien”, consideró una fuente oficial sobre la labor de Olmos, si bien el intento de asesinato de Cristina Kirchner le puso una pausa de tres semanas a su plan. “Se va a cambiar un poco la estética y vamos a tratar de mostrar otra cosa”, aseguró otro colaborador oficial.
La situación social en la calle, crispada por la inflación, también genera muchos dilemas a la hora de mostrar a Fernández en actividad. Dentro de lo que fue público, este lunes, el presidente Alberto Fernández viajó a Córdoba para firmar un contrato para el desarrollo de satélites. El martes, mientras seguía por teléfono el desalojo en Villa Mascardi, participó de la celebración por los 150 años del Servicio Meteorológico Nacional. Unas horas después se mostró junto a Massa y Matías Lammens (Turismo) para anunciar subsidios en los servicios públicos para clubes de barrio. El miércoles, junto a Juan Cabandié (Ambiente y Desarrollo Sustentable), realizó la presentación de la ley Yolanda, para agentes del Estado en tema ambientales. Y el jueves asistió a la Fiesta Nacional de la Flor, mientras el gobierno se adentraba en una nueva crisis por la renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta al ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.
Esa tarde, según pudo reconstruir LA NACION, el Presidente se mostró dubitativo sobre su participación en la tradicional fiesta en Escobar. Finamente recorrió el lugar y luego asistió a una función de Argentina, 1985. Había querido ver el film el jueves anterior en la función de las 16 en el Gaumont, pero sus asesores le recomendaron que no lo hiciera, porque ir al cine un jueves a la tarde desentonaba con la realidad. Una semana después pudo darse el gusto ver la película con otra puesta en escena: rodeado de estudiantes y a última hora del día.
En Escobar primero lo vieron malhumorado por la salida de Gómez Alcorta, pero la película protagonizada por Ricardo Darín lo revitalizó. Fernández es reticente a los cambios de gabinete, aunque solo quedan cuatro de los ministros originarios y habrá más cambios antes de la temporada electoral. Hace diez días, la última reunión de Gabinete generó molestia al interior de Casa Rosada: asistieron solo siete de 18 ministros. La mayoría estaba de viaje, pero de alguno Manzur no sabía ni dónde.
Ese día, según pudo reconstruir LA NACION, quien más se lució fue Alexis Guerrera, a cargo del área de Transporte. “Lo que está haciendo Guerrera es realmente impresionante, pero está completamente invisibilizado”, comentó una de las voces más cercanas al primer mandatario. Después se conversó de los problemas del momento: los incendios forestales y el conflicto por los neumáticos.
En la Casa Rosada se había respirado una bocanada de aire fresco cuando Fernández, con la mediación de Pablo Moyano, intervino para destrabar el conflicto con el sindicato de los neumáticos. El jefe de Estado le pidió expresamente al líder Camionero que la conflictividad no se replicara entre los gremios más combativos. Cuando salió de allí, el hijo de Hugo Moyano dijo que lo de neumáticos iba a ser “un poroto” al lado de su reclamo y pidió 130% de aumento en la paritaria de su gremio.
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