Horacio González: “Algún sector del Gobierno giró a la derecha, pero yo no”
El director de la Biblioteca Nacional y cara visible de Carta Abierta cuestiona el avance de Milani y la política de seguridad de Berni; pide más diálogo al oficialismo y se diferencia de Scioli
La entrevista tuvo lugar en la Biblioteca Nacional, en Recoleta.
–A usted se lo ha caracterizado –e incluso imitado- ironizando sobre su prosa barroca. ¿Cómo se lleva con su caricatura?
A veces sufro un poco. Uno acepta al barroco como un gran momento del arte; sin embargo, para los medios de comunicación, el barroco es la antilectura. No puedo negar que hay un sufrimiento cuando te dicen: "¿Qué quisiste decir?". De todos modos yo siempre escribí así. Los editores que me publican son amigos, así que ya saben que van a vender mucho menos de lo que vendería Luis Majul [se ríe].
–Si fuera cierto que Cristina tiene negocios con Lázaro Báez, ¿eso a usted lo incomodaría?
En los últimos años, un conjunto de palabras de esta índole, como Cristóbal López o Lázaro Báez, quedaron imantadas de una connotación negativa, como si fueran palabras contaminantes. Yo no las voy a usar de ese modo. A mí me gustaría un análisis de las relaciones comerciales que pudieron tener Néstor y Cristina en su pasado y en su presente, pero en concreto. Hoy todo el ataque de la oposición neoliberal recae en la palabra "corrupción". Es el tema de los grandes medios de comunicación en contra de los movimientos populares.
–Hablemos de la creación de la Universidad de la Defensa Nacional.
Ahí te tendría que decir que no me causa simpatía la creación de la Universidad de la Defensa. Los miembros de las Fuerzas Armadas tienen que tener estudios, pero me hubiera parecido mucho más adecuado que esto se hubiera realizado en la universidad pública. Hubiera fortalecido todas las nociones básicas de la democracia, y desvanecido las dudas sobre la posibilidad de que las Fuerzas Armadas inicien un itinerario en un ámbito donde se autocontienen.
–¿Cuál es el riesgo de que se "autocontengan"?
Se pueden acentuar ciertas conductas corporativas.
–¿Cuál es su opinión sobre el teniente general Milani?
Yo he hecho una opinión reticente hacia Milani en relación con un tema que me parece de gran significación. Era un joven oficial, tenía 19 años, o 20, no sé. Se olvidó de que hizo una firma de un expediente que pertenecía a una lógica de procedimiento de las Fuerzas Armadas de ese momento: simularon la deserción para hacer desaparecer a alguien. Es una discusión de carácter ético muy fuerte.
–¿Y de Sergio Berni?
Yo no veo con buenos ojos cómo se está tratando la cuestión de la seguridad. Respecto de la política de Berni, tampoco estoy de acuerdo. Sus declaraciones son absolutamente descuidadas y despectivas hacia los pobladores de los países vecinos que eligen hacer su vida en la Argentina. Pero ocurre que la sociedad, sometida a un fuerte acoso en relación con cuestiones de seguridad, toma con muy buena aceptación ese tipo de declaraciones. Por eso hoy Berni es una especie de candidato y mide.
–¿No será que la sociedad giró un poco a la derecha?
¿Y me lo decís vos, que trabajás en LA NACION? ¡Claro que giró a la derecha! ¿Y qué hace un gobierno de extracción popular? Ese gobierno es lector de la sociedad. Lee pulsiones.
–¿Y entonces también giró a la derecha?
Sí, algún sector sí, otros no. Yo, por ejemplo, no.
–¿Y Cristina?
[Piensa] Cristina es una gran buceadora de las lenguas internas que habitan una sociedad. En este caso, la lengua interna sería el miedo. El miedo no entendido sólo como un asalto. El miedo ante tus expectativas de vida. Hay un miedo antropológico en la sociedad argentina. Ella lo ha captado. No digo que se haya producido artificialmente, pero también hay una campaña mediática en torno a eso.
–¿Qué le parece el manejo que se hizo de Vaca Muerta?
–La explotación la considero necesaria, pero debe estar precedida de más discusiones sobre medio ambiente y más actos de consenso con las poblaciones colindantes al lugar. Si hubiera cláusulas secretas, tampoco me gustan.
–Hablemos de la nueva ley de telecomunicaciones.
Bueno, tampoco expreso mi simpatía hacia lo que habitualmente se llama Triple Play. Hay que tener mucha más prudencia. No se puede estar en contra de un monopolio y dejar la sospecha de que se está forjando otro monopolio. Eso tiene que ser salvado en la nueva versión de la ley.
–2015. Usted expresó su afinidad con Taiana y Agustín Rossi. ¿No logra entusiasmarse con Scioli?
No, no me entusiasma, pero tampoco lo considero con desprecio. Es la expresión de una buena parte de la sociedad argentina. Sus vacilaciones, su estilo aparentemente distraído para las grandes definiciones, casi forma parte del carácter nacional. Le falta la nervadura de lo social, conciencia social colectiva. Tiene, sí, una especie de don emanado de una cierta cortesía personal. Es una persona con mucha cortesía hacia los que lo desprecian, que no son pocos. Muchas veces yo mismo me encontré pensando muy mal de él, vi su cortesía y dije: "Yo también soy una persona cortés"... [se ríe]
–¿Podría haber Carta Abierta con un Scioli presidente?
Aunque es prematuro decirlo, me parece que no. Yo me inclino por los grandes textos y Scioli, no. Tengo una gran diferencia respecto de su formación político-literaria.
–Si Cristina pudiera ser reelegida, ¿la votaría?
Sí. La votaría y propondría nuevos temas. Me gustaría que haya más circulación de pensamiento e intercambio dialogal. Me parece que deberían ser más públicos los diálogos al interior del Gobierno. Y hasta te diría con reuniones de gabinete explícitas.
–¿Qué le gusta de las reuniones de gabinete?
Las veo republicanas y el republicanismo es una tradición que los movimientos populares deben incorporar. Las reuniones de gabinete darían la idea de un refuerzo de la circulación de la palabra política para la sociedad.
–¿Cómo están las cosas dentro de Carta Abierta?
–Con mucha discusión. Se debaten los mismos temas que tratamos en esta charla.
–¿Qué siente cuando se dice: "Carta Abierta funciona como guionista del Gobierno"?
No es así. Carta Abierta no es una escribanía del Gobierno.Tenemos discusiones muy encendidas. Con la Presidenta nos reunimos una sola vez. No te diré que tembló la mesa, pero hubo una discusión con ella. Fue hace tres o cuatro años, por la AUH. Ella se detenía a esperar la intervención del que opinaba, lejos del retrato que muchas veces se hace de que no deja hablar.
–La última. Algunos hacen el siguiente razonamiento: "Para ciertos intelectuales progresistas de más de 60 años, este gobierno podría representar el último tren posible a algo que se parezca a sus sueños de juventud. Saben que este tren no es perfecto, ¿pero cómo no lo van a apoyar si sospechan que uno así tal vez no vuelva a pasar?" .
Es cierto. Algunos de más de 60 pensaron eso. Yo no. Es cierto que el kirchnerismo, en su falta de texto, nos abrió la posibilidad de escribir, de producir. Pero, atención, porque la felicidad también puede encontrarse estando en contra de un mundo que marcha hacia poderes tecnocráticos. En el menemismo, eso era una felicidad. Yo siempre vi la felicidad entremezclada con la amargura.
–Lo dejamos ahí.
Historia clínica
Horacio González
Edad: 70
Ocupación
Sociólogo, ensayista, director de la Biblioteca Nacional. Referente de Carta Abierta
Observaciones
Muy cordial, reflexivo, con gran sentido del humor, con el que distiende los pasajes tensos de la entrevista
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