Sin quejas del cardenal Sodano ante De la Rúa
Hablaron más de cuarenta minutos
ROMA (De un enviado especial).- En los ámbitos del Vaticano suele decirse que el papa Juan Pablo II es el bueno y el cardenal Angelo Sodano, el secretario de Estado, el malo. "Uno te bendice, el otro te castiga", exageran.
Lo cierto es que Sodano suele ser el que recomienda (¿exige?) que se cumplan algunas sugerencias de la Santa Sede para que las relaciones entre los Estados sea aceitada, confiable.
Tras la audiencia de ayer con el Papa, De la Rúa pasó por el despacho de Sodano, como es de rutina. Del encuentro -del que sólo trasciende una versión, porque el Vaticano no ofrece la suya- participaron por la Argentina, además del Presidente, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini; el embajador ante la Santa Sede, Vicente Espeche Gil, y el secretario de Culto, Norberto Padilla.
Sodano, que también suele estar solo, sentó a la mesa al religioso argentino monseñor Leonardo Sandri y al secretario para las Relaciones de los Estados, monseñor Jean-Louis Taurán, una especie de canciller del Santo Padre.
Tanto De la Rúa como Rodríguez Giavarini coincidieron en señalar que la charla, que duró 40 minutos, fue muy interesante y que no hubo reclamo alguno del purpurado.
"Habló del derecho natural como el derecho de gentes y fue el Presidente el que sacó el tema de la defensa de la vida; una convicción compartida", agregó el canciller.
En el discurso que Juan Pablo II entregó a De la Rúa figura un tema que no mereció "mayor análisis" en la reunión con Sodano, según las fuentes consultadas.
"Pasado doloroso"
Se trata del párrafo en el que el Papa hace referencia a "las heridas del pasado" cuando dice que reza por el pueblo argentino. A la hora de la bendición final, dice: "A Dios, Padre de todos, encomiendo con particular afecto a cuantos han sufrido y sufren por heridas de un pasado doloroso".
El canciller insistió en que la decisión del juez federal Gabriel Cavallo de derogar las leyes exculpatorias de punto final y obediencia debida nada tiene que ver con la referencia del Pontífice.
Por la noche, para ratificar el éxito del encuentro, en la embajada argentina ante la Santa Sede hubo una comida en honor de Sodano y de otros purpurados.
Se degustaron exquisiteces y hubo buen vino argentino, claro. Además, cuando De la Rúa se enteró de que era el cumpleaños de monseñor Taurán, la comitiva en pleno lo agasajó con el tradicional saludo musical.
Había en el aire un aroma a satisfacción por el logro conseguido.
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