Carpas heladas y ollas humeantes: sin diálogo con el Gobierno, los piqueteros mantienen el acampe en la 9 de Julio
El frío no disuadió a los miles de manifestantes que se acercaron al centro porteño para reclamar por mayor asistencia; la protesta se desactivará este viernes, tras dos días frente al Ministerio de Desarrollo Social
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El sol del mediodía pega de lleno en la esquina de 9 de Julio y Belgrano, a metros del Ministerio de Desarrollo Social. Los 20° de temperatura son un alivio para quienes pasaron la noche a la intemperie, únicamente bajo el resguardo de una carpa. “La verdad que no me gustaría estar acá, pero no nos queda otra que salir a protestar”, comenta Romina, una vendedora ambulante de La Matanza, mientras hace cola para comprar un choripán. Al lado suyo, sobre el asfalto, todavía se observan los vestigios de un fuego ya extinto.
Es que ni el frío nocturno logró disuadir a los miles de manifestantes que se acercaron al centro de la ciudad de Buenos Aires para acampar en reclamo por la inflación y una mayor asistencia social. El “campamento piquetero” llevado adelante por las organizaciones sociales de izquierda es un fenómeno inédito en los últimos años. No solo por la magnitud del número de participantes. También por su duración: comenzó el miércoles y planea extenderse hasta el mediodía de este viernes.
La queja de quienes movilizaron es unánime: los montos del programa Potenciar Trabajo “no alcanzan”. “16.000 pesos no te rinden”, se lamenta Marita, una de las tantas beneficiarias de esa política social del Gobierno que, según cifras oficiales, abarca a más de 1.200.000 personas. Marita está encuadrada en el MST Teresa Vive y contrapresta con cuatro horas de trabajo por día en un comedor que atiende a más de 400 personas. “Ellos prefieren pagarle al FMI y no mirar a toda la gente que está acá”, agrega, mientras señala a la multitud de carpas que se extiende a lo largo del Metrobús, que desde el miércoles se encuentra cortado entre la Av. de Mayo y San Juan.
Muy cerca de Marita, un grupo de mujeres acaba de llegar al lugar y se pone a debatir en dónde ubicarse. “Acá está bien”, dice una de ellas. Todas las demás la miran y asientan. Otra despliega una manta sobre la que comienzan a armar la carpa. Es una escena que se repite en distintos puntos de la avenida 9 de Julio.
Sucede que muchas de las personas que acamparon la primera noche, se retiraron este jueves por la mañana luego de pasarle la posta a algún otro “compañero”. Un sistema de “recambio” que, de acuerdo lo que señalan los dirigentes, prioriza las necesidades de cada uno de los que marcharon. “No podemos dejar de atender nuestros comedores”, aclara Florencia, que es cocinera y la encargada de una de las “ollas populares” que se levantaron para la protesta.
“Los problemas en la cantidad de comida es de todos los días, cada vez nos mandan menos mercadería y solo yerba o polenta”, precisa la mujer ante la consulta de LA NACION. Y pone el énfasis en la falta de variedad de los productos, un reclamo que se repite entre las organizaciones.
“1000 pesos se volvieron 100 pesos”, se queja, por su parte, Mercedes, una costurera que vive en el barrio porteño de Pompeya. “Las cosas suben todo el tiempo y el Potenciar solo sirve para sobrevivir”, añade, mientras, a su lado, un grupo de chicos juega al fútbol con una pelota improvisada hecha de papel.
Contrapuntos
El acampe que finalizará este viernes fue el segundo que tuvo lugar a lo largo del mes de marzo. Esta vez, sin embargo, el número de participantes superó con creces el de hace dos semanas. Es una de las razones por las que las organizaciones debieron garantizar el acceso a los baños químicos, que estuvieron apostados en las esquinas de Belgrano y Moreno, respectivamente.
El lunes pasado, el ministro al frente de la política social, Juan Zabaleta, recibió a los principales dirigentes sociales que lideran la Unidad Piquetera. El resultado de esa reunión tuvo interpretaciones disímiles: mientras las fuentes de la cartera anunciaron que se había acordado la presentación de un plan de actividades laborales para titulares del Potenciar Trabajo y reforzamiento de partidas alimentarias, los referentes de las organizaciones lo negaron de manera tajante. Inmediatamente después, llamaron a continuar con el “plan de lucha” votado en el plenario nacional realizado a mediados del mes pasado en Plaza de Mayo.
Lo cierto es que el verano que pasó acrecentó la conflictividad en el tirante vínculo que supo tejer la gestión del Frente de Todos con las agrupaciones piqueteras de izquierda. Y aunque el Gobierno reconoce que la decisión de limitar la entrega de los programas sociales estará atada a lo que ocurra con la reactivación económica, sostienen que los recursos se redirigirán a la “creación de empleo genuino”. Los dirigentes, sin embargo, aseguran que siguen abiertos al diálogo.
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