Sillas vacías para Silvina Batakis, un síntoma del desconcierto del Gobierno por la economía
Solo cinco gobernadores concurrieron a la cita; para mañana están previstos otros tres, pero el clima de incertidumbre afecta los planes de la ministra de Economía
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“Yo no voy, van los que tienen el acto en el Museo”, contestó un gobernador a LA NACION, lacónico, horas antes de que se concretara en el Palacio de Hacienda la reunión de la ministra de Economía, Silvina Batakis, con mandatarios provinciales, con sólo cinco asistentes y muchas sillas vacías.
El anuncio de una nueva ronda para este martes, con otros tres gobernadores peronistas que hoy no llegaron hasta el ministerio más caliente, no hizo más que confirmar el intento oficial por maquillar el fracaso de la convocatoria, que ayer se distribuyeron Economía y la jefatura de gabinete que encabeza Juan Manzur.
Es que desde ayer por la tarde, cuando se conoció a través del diario Clarín que la convocatoria estaba en marcha, la idea fue concretar una foto amplia que diera cuenta del apoyo de los gobernadores (al menos peronistas y aliados) a Batakis, con quienes la ministra tiene un buen vínculo personal desde su rol de secretaria de Provincias, bajo el ala del ministro del Interior, Eduardo de Pedro.
A medida que transcurrían las horas, pocas cosas quedaban claras. Distintos voceros oficiales situaron la reunión, posterior al acto de presentación del plan de obra pública en el Museo del Bicentenario, en la oficina de Manzur. Otros, como finalmente se dio, indicaban que sería en el Ministerio de Economía. Nadie parecía querer quedar como responsable de una convocatoria parcial o con agujeros demasiado notables. También había disidencias sobre quien había pedido la reunión: mientras algún vocero indicaba que el pedido había surgido de la flamante ministra, otros indicaban que fueron los gobernadores los que querían conocer, de primera mano, los planes de Batakis.
Así, y ya durante la jornada de hoy, Manzur salió a comunicar que el encuentro con Batakis estaría protagonizado por “tres o cuatro” gobernadores. El bonaerense Axel Kicillof fue, finalmente, el representante de la provincia más populosa, y también se sumaron el tucumano Osvaldo Jaldo (socio político de Manzur), el santiagueño Gerardo Zamora y el catamarqueño Raúl Jalil, más el neuquino Omar Gutiérrez (MPN) como único “independiente” de la lista. Para el martes, y en medio del apuro, quedaron confirmados Ricardo Quintela (La Rioja), Gustavo Bordet (Entre Ríos) y Sergio Uñac (San Juan). Muchos de los que no vinieron –y algunos de los que sí– fueron espaciando sus presencias en actos oficiales, a medida que la crisis en los mercados pone en duda el cumplimiento de las metas con el FMI o el control de una inflación que amenaza con romper los últimos diques de contención.
“La ministra les contó como viene la economía, e hizo hincapié en lo complicada que está la situación internacional, sobre todo en materia energética”, contaron cerca de uno de los mandatarios provinciales oficialistas que dijo presente. “Esta situación impacta directamente en la Argentina y nos pone ante dos meses bastante complejos, sobre todo por las necesidades de importar energía”, contaron cerca del cacique provincial.
Nadie imagina, en este contexto, un llamado a la oposición, a quien no convocaron para estas reuniones, y a la que el propio presidente Alberto Fernández ha fustigado en sus últimas apariciones públicas.
“Nadie, hoy, la defiende en serio”, susurran en un despacho de la Casa Rosada. Al silencio de Cristina Kirchner-con quien Batakis hablaría en privado –y de todo el cristinismo luego de sus anuncios “de ajuste” como el congelamiento de las vacantes estatales o su arenga por el equilibrio fiscal– se le suma la evidente toma de distancia –parate legislativo mediante– de Sergio Massa hacia una ministra con pasado sciolista. Y hasta los movimientos sociales cercanos al Presidente tuvieron que escenificar un respaldo cuando menos ideológico a las protestas que, en la calle, protagonizaron en conjunto el sector de Juan Grabois y la izquierda trotskista.
“Ella está complicada. Y todo parece estar en pausa”, definió por lo bajo el habitante de un despacho cercano al del Presidente, a modo de definición de la tensa calma que circula por las oficinas oficiales, y que también se traslada al Ministerio de Economía. “La crisis es inercial, y claramente el problema central es político. Los responsables son otros y ya no alcanza sólo con hablar”, la defendió un alto funcionario que no cree que la tregua entre Presidente y vice alcance en estas horas aciagas.
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