Silbidos y abucheos para el triunvirato de la CGT por no convocar un paro
Recibió presiones para endurecer su reclamo contra el Gobierno durante un plenario interno; se ratificó una marcha a Plaza de Mayo para el 22 de agosto, pero hay sectores que exigen una huelga en septiembre
Los silbidos y los abucheos silenciaron otra vez parte del mensaje de la cúpula de la CGT , como pasó el 7 de marzo último durante una masiva movilización que terminó con incidentes. Hoy sucedió en el micro estadio de Ferro Carril Oeste durante un plenario gremial con 2500 personas en el que se ratificó una movilización de protesta a la Plaza de Mayo para el 22 de agosto. Además, se evaluó activar un paro general en septiembre en rechazo a la política económica del Gobierno y a una eventual flexibilización de las leyes laborales.
“Sé que hay críticos a esta conducción. No seamos hipócritas. Hoy no hay un solo sindicato ni dirigente que toque pito y vayan todos al pie. Por eso hay un triunvirato”, reconoció Juan Carlos Schmid, uno de los tres jefes. Desde las tribunas bajaban silbidos, algunos reproches y un pedido que no era unánime para avanzar hacia un paro nacional. El dirigente percató el clima hostil y lanzó: “La unidad ahora debe ser desde abajo hacia arriba. El 22 de agosto debe ser el preámbulo de las medidas de fuerza”.
A Héctor Daer, otro de los integrantes del triunvirato de mando, también se le hizo difícil hablar. Debió apurar el cierre de su discurso ante los silbidos y abucheos. Los reproches surgieron desde un sector del estadio que ocupaban los militantes del gremio de la Alimentación, Cerveceros, Camioneros y militantes de la seccional de Zárate-Campana de la UOM. “Hay que estar organizados para dar la pelea”, intentó conciliar Daer en otra señal para reforzar la unidad interna de la central obrera.
Entre las diferencias internas, la cumbre sindical tuvo algo positivo para el triunvirato. Unos 124 gremios sobre un total de 213 confederados fueron los que hace un año reunificaron a las tres vertientes de la CGT y ungieron a la conducción tripartita. Hoy, el número de apoyos creció: se sumaron los diez gremios que integran la Corriente Federal, que encabeza el bancario Sergio Palazzo, y el 22 de agosto participarán de la movilización los casi 40 gremios que se anidan bajo las siglas del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que encabeza el taxista Omar Viviani. Así, la CGT quedará más cerca de la unidad plena. Faltaría únicamente sumar a los gremios que están enrolados en las 62 Organizaciones Peronistas, el brazo sindical que articulaba Gerónimo Venegas y que comulga con algunas políticas del macrismo.
Al cierre, cuando Schmid leyó un documento crítico contra el Gobierno, parte de las tribunas se fueron despoblando. El mensaje, acordado con los sectores gremiales disidentes, alertó sobre la caída del empleo, el aumento de la pobreza y la recesión industrial. También hizo referencia a las intervenciones en los sindicatos y a los cambios en la legislación laboral de Brasil. Se advirtió sobre los riesgos de replicar esa teoría en el país, algo que está en los planes del Gobierno según fuentes del Ministerio de Trabajo.
“El sindicalismo argentino no puede aceptar que los trabajadores nuevamente seamos la variable de ajuste de un programa económico que desalienta la producción, agudiza la pobreza, ejecuta despidos y suspensiones”, dice el primer párrafo del documento cegetista. Y continúa: “No podemos permitir que los Derechos Laborales, los Convenios colectivos de Trabajo, los Sistemas de seguridad Social y los fueros laborales, valores sociales que nos distinguen en el mundo entero, sean avasallados, identificados o denunciados como un obstáculo para el desarrollo económico de nuestro país”.
Tras el plenario de hoy, crece en la CGT la presión para convocar a un paro nacional, el segundo contra la gestión de Mauricio Macri.
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