Siguen faltando explicaciones
El 27 de enero, la Argentina e Irán firmaron un memorándum que luego se convirtió en tratado. El apuro del trámite parlamentario, la exaltación del canciller Héctor Timerman, que prometió indagatorias, la presencia del juez y del fiscal y, en fin, el camino cierto a la Justicia contrastan con lo que observamos cinco meses después.
Hasta hoy, nada de lo prometido se asoma a la realidad. Ni siquiera se han dado los pasos para fijar los criterios de selección del grupo de juristas que conformarían la llamada Comisión de la Verdad. No ha habido ningún paso concreto ni nada de lo prometido, absolutamente nada, comenzó a ejecutarse.
Como suele hacer el Gobierno en otros temas igualmente graves, el silencio es lo único que obtenemos como explicación de lo que sucede. Nadie le explica a la sociedad dónde estamos parados, por qué no se avanza, cuándo sucederá algo. El silencio es la norma; quizá porque se cree que la opinión publica olvidará la cuestión o, sencillamente, porque no pueden dar ninguna explicación.
Tiendo a creer, cada día más, que éste no es el silencio de la astucia política y, mucho menos, el de la prudencia. Es un silencio más parecido al de los estafadores, de quienes no dan explicaciones porque no pueden explicar.
Alguna día sabremos a cambio de qué se hizo todo esto, cuál fue el trueque inconfesable pactado por el Gobierno con el régimen de Teherán. Si bien hasta ahora el único indicio cierto es el aumento del intercambio comercial, me resisto a creer que toda esta trama sea una cuestión de dólares y de balanza comercial. ¿Por eso, por dólares, cerraron un trato con Ahmadinejad? ¿Fue por dólares que hicieron un acuerdo con el negacionista y represor iraní? ¿Por dólares se engaña a los familiares de las víctimas y a nuestra opinión pública?
Señor Timerman, si me equivoco, si mi crítica es injusta, si soy un ignorante de su obra, bien -si es así-, entonces explíquenos. Cuéntenos qué sucedió, por qué el atraso de hoy y la urgencia de febrero, denos sus razones, muéstrenos que la razón de esta inmovilidad no es una estafa a los 85 muertos del atentado.
Y además sería tranquilizador saber que no se han puesto todos los huevos en esta canasta improbable. Que además del tratado la Justicia ha seguido avanzando. ¿O debemos entender que porque hay tratado la Justicia está en pausa?
Siempre me llama la atención la forma en que uno termina conviviendo, casi sin sorpresa ni estremecimiento, con los absurdos menos imaginables. Porque de eso, en definitiva, trata el tema que nos ocupa: la impensable insensatez de acordar con uno de los más feroces antisemitas del planeta la manera de encontrar la verdad, juntos, sobre el asesinato de 85 personas, en su mayoría judías.
Debido a la sensibilidad del tema, la nota está cerrada a comentarios.
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