Sergio Massa reactiva la campaña sin el consenso del peronismo y con Cristina Kirchner a distancia
El tigrense retoma las recorridas y reúne a los gobernadores en medio del escepticismo y la ausencia de la vicepresidenta
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“¡Flavia Royon, que gran ministra de Economía serías!”, grita Sergio Massa, divertido y ante la sonrisa incómoda de su secretaria de Energía. “Preparate, ahora te van a empezar a cagar a palos los medios”, completa el tigrense, en una premonición cargada de animosidad e ironía.
La escena, en medio de la gira a Brasil que el ministro-candidato protagonizó a principios de semana, pinta a un Massa hiperactivo, que hace planes a corto y largo plazo, que utiliza cada minuto en pos de fortalecer sus chances, en medio de la inflación galopante, el dólar que no da respiro y una sociedad que mayoritariamente optó por opciones opositoras al kirchnerismo en las PASO del 13 de agosto pasado.
El optimismo desbordante del candidato de Unión por la Patria, que el lunes inicia su campaña “con recorridas por todo el país” y hacia el fin de semana prevé reunir a los gobernadores peronistas en Buenos Aires, contrasta con el escepticismo de muchos dirigentes, expresado en la negativa de varios de los principales mandatarios provinciales a convalidar la suma fija, eje central de los anuncios económicos paliativos lanzados por Massa el domingo pasado. Las dudas se suman a la ausencia notoria de la vicepresidenta Cristina Kirchner y el diputado Máximo Kirchner en la campaña, la evidente distancia entre Massa y el presidente Alberto Fernández, que lleva una agenda paralela de actividades y viajes, y el resignado apoyo de la militancia cristinista, que aún con resistencias se muestra cercana al candidato y trabaja para su triunfo el 22 de octubre.
“Los gobernadores que no paguen el bono pagarán el costo ante la gente por no hacerlo”, se lo escuchó decir a Massa el miércoles, anoticiado de que varios mandatarios –incluso algunos del propio palo, como el tucumano Juan Manzur, el chaqueño Jorge Capitanich, el santafesino Omar Perotti o la santacruceña Alicia Kirchner– argumentaban no estar en condiciones económicas de otorgar el bono de $60.000 en dos cuotas, que según coinciden distintas fuentes, no tuvo consulta ni aviso previo que llegara a los mandatarios provinciales.
“No tengo plata, le avisé a Sergio por mensajito que no podía”, contó uno de los mandatarios provinciales, preocupado por las repercusiones internas que tendría una negativa más política que económica, a menos de dos meses de las generales. “Se debería acomodar con el correr de los días, pero evidentemente no fue buena la reacción”, comentó a este diario un dirigente social que, como parte de las organizaciones cercanas al Gobierno como el Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie o el espacio de Juan Grabois, ya iniciaron su militancia “casa por casa” para apoyar a Massa contra “el peligro de la derecha”.
Más allá de su resistencia a pagar el bono, varios gobernadores (e intendentes) aducen que su prioridad es sostener su poder local por encima de cualquier otro objetivo. “Manzur se tomó una pequeña revancha”, aseguran desde el peronismo en relación a la supuesta “plancha” del exjefe de gabinete, enemistado con el tigrense, en las PASO de Tucumán, donde el más votado a presidente fue Javier Milei. De todos modos, una charla a solas entre Manzur y su sucesor electo, Osvaldo Jaldo, habría dado como resultado la decisión de “jugar fuerte” para que Massa gane en Tucumán en octubre.
“Algunos gobernadores, como (Raúl) Jalil, (Ricardo) Quintela y (Gildo) Insfrán vienen jugando bien, otros tienen una visión corta. ¿Van a sobrevivir si hay un terremoto político y gana Milei o Bullrich? “, se quejó un leal a Massa, con la vista puesta en los mandatarios provinciales que “no entienden el momento que les tocó”. En el gabinete nacional también reconocen que muchos ministros “están borrados” de la campaña, aunque vislumbran que todo puede reactivarse a medida que se acerque la elección.
En el crucial territorio bonaerense, varios intendentes hablan de un “gran signo de interrogación”, pero prometen pelear para bajar la brecha entre los guarismos que obtuvieron a nivel local, en muchos casos muy exitosos, y los que obtuvieron Axel Kicillof para la gobernación y Massa para Presidente. “Massa quiere imponer decisiones a los golpes, pero no tiene suficiente fortaleza política para hacerlo”, se queja un jefe comunal bonaerense que busca su reelección en octubre.
La “decisión tomada” de Cristina
El silencio de Cristina Kirchner –su última foto con Massa fue el 17 de julio, ambos subidos al simulador de Aerolíneas Argentinas– ya es tomado con resignación por sus leales. “No creo que participe de la campaña, sería muy raro. Ella ya tiene una decisión tomada”, dice un dirigente cercano a la expresidenta, que por estos días recordó en las redes el primer aniversario del atentado en su contra, y se muestra ocupada por el demorado pliego de la jueza Ana María Figueroa, a quien la vicepresidenta quiere mantener en su cargo a pesar de haber cumplido la edad tope de 75 años. Justamente en el Senado está trabado uno de los proyectos que Massa quiere poner sobre la mesa para pelear los votos de los jóvenes con Javier Milei: el denominado monotributo tecnológico, ya aprobado en la Cámara de Diputados y con dictamen en la Cámara alta.
“Me piden que pelee los votos de Milei y no sacan la ley, que genera divisas y no les trae gastos a las provincias”, se queja ante sus íntimos Massa, aunque conoce que la apuesta de Cristina por Figueroa mantiene (y por lo visto mantendrá) trabado el funcionamiento del Senado, con la oposición en contra de la extensión del cargo de la actual presidenta de la Cámara de Casación Penal.
Sin dar demasiados detalles, Massa promete una campaña “muy activa” a partir de este lunes, con presencia en todos los distritos, y combinada con anuncios económicos. “Estamos segundos en las encuestas, y lo peor de la devaluación y el aumento de precios ya pasó. Estamos en la pelea”, resumen desde el comité de campaña de la calle Bartolomé Mitre, que promete volver a poblarse a partir de la semana que viene.
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