La larga madrugada de Sergio Massa, la evaluación de la derrota, el monitoreo de la devaluación y la jornada negra de los mercados
El candidato de Unión por la Patria se quedó analizando los resultados en su casa hasta las 4; se apostó temprano en el Palacio de Hacienda y celebró el oxígeno que le dará el FMI
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Sergio Massa durmió dos horas entre el domingo electoral y el lunes negro para el dólar y los bonos. Después de conocer los resultados que arrojaron las urnas se quedó despierto hasta altas horas de la madrugada analizando los resultados con su círculo más chico. Muy temprano por la mañana se trasladó al ministerio de Economía, donde pasó buena parte del día después de las PASO.
El ministro acusó el golpe electoral en donde la ola del voto bronca superó todos los pronósticos y se impusieron con fuerza las alternativas de cambio. Massa obtuvo 21,4 puntos, y el frente peronista quedó posicionado en tercer lugar, con una cosecha de 27,2%. Pero, con el voluntarismo que lo caracteriza, el candidato de Unión por la Patria se mostró ante su entorno convencido que tiene buenas chances de meterse en el ballotage porque -cree- tiene más campo para crecer que Patricia Bullrich, la vencedora de Juntos por el Cambio.
“Se van a redistribuir los votantes de (Juan) Schiaretti en Córdoba, los de Horacio Rodríguez Larreta. Probablemente, la disputa de Javier Milei con Bullrich por un mismo perfil de electores nos lleve a la segunda vuelta. Va a ser Massa-Milei”, transmitieron muy cerca del ministro de Economía.
Según pudo reconstruir LA NACION, luego de brindar su discurso en el escenario del Complejo C pasada la medianoche -fue el último en hablar porque en el peronismo querían esperar el escrutinio de los votos del conurbano- Massa se quedó hasta cerca de las 2 de la madrugada en el segundo piso del búnker oficialista junto a Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Eduardo “Wado” De Pedro. El intento por bajar las tensiones se conjugaba a esa hora con la ansiedad por desgranar los resultados y los contactos con su equipo económico para encarar la apertura de los mercados.
De allí, el ministro y candidato se fue a su casa de Tigre en compañía de su cuñado, Sebastián Galmarini. Allí lo esperaba su esposa, la titular de Aysa Malena Galmarini, con un grupo de colaboradores y amigos. Ella todavía estaba digiriendo su derrota en la interna de Tigre frente al intendente peronista Julio Zamora, otrora delfín del líder del Frente Renovador devenido en adversario de la familia Massa.
“Lo afectó lo de Tigre”, reconoció un ladero de Massa que lo conoce bien. El ministro de Economía hizo una fuerte jugada en la justicia electoral para intentar beneficiar a su esposa en la interna, porque optó por prescindir de los votos del intendente en funciones y desengancharlo de su boleta. Zamora fue, de todo el país, el único intendente de Unión por la Patria que solo fue colgado de Juan Grabois.
Por el significado que tiene Tigre, su pago chico, y la movida que hizo para desbancarlo, el triunfo de Zamora en Tigre fue un revés duro para el líder del Frente Renovador. “Sergio cree que victimizan a un tipo que no es víctima de nada”, soltó un colaborador del massismo.
Massa siguió analizando los datos de los comicios en la intimidad de su casa, junto a su pareja y su cuñado, que tiene desde hace tiempo montado un sistema de encuestas diarias en el que el ministro de Economía confía. El candidato presidencial venía señalando puertas adentro el crecimiento sostenido de Milei, aunque no lo estimaba en semejante magnitud.
Hasta las 4 de la madrugada, el líder del Frente Renovador se quedó haciendo un hilado fino de los datos de las urnas, analizando la tasa de corte de boleta, y observando qué intendentes y gobernadores militaron para él y cuáles hicieron su propio juego. Es que, en muchos municipios, los intendentes peronistas obtuvieron una mejor performance que el candidato presidencial. “La mejor segunda vuelta para nosotros era con Milei. Ahora hay mucho por hacer, hay que ir a buscar la transferencia de votos”, dijeron cerca del ministro de Economía.
Massa mira con atención la situación del peronismo cordobés, para ir a la caza del sufragio que en las PASO se inclinó por Juan Schiaretti pero en las generales podría devenir en voto útil. Le encargó el armado en Córdoba a uno de sus operadores más afilados, Juan José Álvarez, que en la noche del domingo se encontraba en esa provincia. Se descarta que Massa buscará hacer contacto con referentes como el gobernador electo Martín Llaryora, Natalia De la Sota o Daniel Passerini.
Al Palacio de Hacienda
Esta mañana, muy temprano, Massa se apostó en el ministerio con su equipo económico. Los funcionarios del Palacio de Hacienda y las autoridades del Banco Central (BCRA), conducido por Miguel Pesce, venían desde hacía varios días evaluando los escenarios post PASO, pero la arrasadora performance de Milei los sorprendió a todos, según pudo saber LA NACION.
La discusión sobre cómo reaccionar con las medidas se comenzaron a conversar ayer por la noche y se retomaron hoy pasadas las 6 de la mañana. El directorio del BCRA primero resolvió subir la tasa de referencia y luego devaluó el dólar oficial en torno al 22%, con la idea de dejarlo fijo hasta octubre.
Más tarde llegaría el comunicado del FMI que anunció que el organismo se prepara para liberar el 23 de agosto el giro comprometido por alrededor de US$7500 millones. En Economía ayer señalaron que esperan 10.750 millones de dólares en los próximos dos meses y que Massa sabía de esta resolución del Fondo desde el jueves.
“La devaluación es por lo de Milei y por el salto de los financieros. Lo decidió el BCRA con Alberto por miedo al número del premarket”, dijeron muy cerca de Massa.
En el oficialismo muchos estimaban que, tras culminar la jornada con traje de ministro, Massa volvería al modo candidato. Todavía quedaba mucha tela para cortar con el análisis de las urnas junto a sus socios del kirchnerismo en el búnker de la calle Bartolomé Mitre al 300, a escasos metros del Palacio de Hacienda.
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