Sergio Massa le promete al kirchnerismo que el país llegará con “la mitad de la inflación” a las elecciones de 2023
Así lo aseguró el ministro de Economía en una reunión cerrada con senadores afines a Cristina Kirchner; coincidieron en que el ordenamiento macro vuelve a poner “competitivo” al FDT
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El encuentro tuvo lugar en el último piso del Ministerio de Economía. Sergio Massa no había asistido al Senado para ponerle el cuerpo al debate del presupuesto 2023, pero recibió a los alfiles de Cristina Kirchner con un asado repleto de definiciones con proyección política, económica y electoral. A tal punto, que prometió a los senadores que habrá “la mitad de la inflación” actual cuando, el año próximo, se realicen los comicios presidenciales. La conclusión fue coincidente: si eso se cumple sin afectar el nivel de actividad, el Frente de Todos volverá a ponerse “competitivo” cuando se defina si continuará -o no- otro turno en el poder.
Sentado en la cabecera de la mesa junto a las senadoras Anabel Fernández Sagasti y Juliana Di Tullio, ambas de máxima confianza de la vicepresidenta, Massa desgranó las estimaciones del equipo económico, que pretende llegar a fin de año con una inflación por debajo del 100 por ciento y promediar el 2023 en el 60 por ciento, como proyectó en el presupuesto. Pero, en rigor, en el Palacio de Hacienda estiman que tienen margen para bajar el índice de precios, el año próximo, hasta un 50 por ciento anual. Ubicado a la izquierda de Massa, también escuchó estos pronósticos Oscar Parrilli, titular del ultrakirchnerista Instituto Patria.
De acuerdo a fuentes que participaron del encuentro consultadas por LA NACION, los senadores escucharon al ministro de Economía y a su turno destacaron -en distintas participaciones de la bonaerense Di Tullio, el tucumano Pablo Yedlin y la catamarqueña Lucía Corpacci- que Massa “se hizo cargo en el peor momento”, tras el descalabro que provocó la renuncia de Martín Guzmán, cuando el país ingresó en una etapa “pre-hiperinflacionaria”, según definió el viceministro Gabriel Rubinstein ayer en el Senado. “El ordenamiento y la estabilidad nos van a dar la posibilidad de ponernos competitivos”, analizó uno de los senadores.
Claro que no fueron todas rosas para Massa con los senadores oficialistas. También hubo lugar para el pase de facturas. Uno de ellos lo protagonizó el jujeño Guillermo Snopek, quien le reprochó su relación política con los gobernadores radicales, especialmente con su coterráneo Gerardo Morales, quien preside la UCR a nivel nacional y mantiene una alianza con el Frente Renovador massista desde hace varios años. Snopek le pidió a Massa que sea “más duro” y el tigrense le respondió que su “rol institucional” consiste en tender un “puente” con los mandatarios opositores. La definición no alcanzó para conformar a todos los presentes.
En la cena no dejó de llamar la atención la presencia de Raúl Pérez, armador de Massa a nivel nacional y en su base política bonaerense, que ahora ocupa un lugar en el directorio de Yacyretá. El ministro de Economía también estuvo acompañado por sus secretarios Raúl Rigo (Hacienda), Flavia Royón (Energía), Juan José Bahillo (Agricultura), Ariel Sujarchuk (Economía del Conocimiento) y Ricardo Casal (Legal y Administrativo); por Marco Lavagna, titular del INDEC que excede sus funciones técnicas, y Guillermo Michel, director de la Aduana y mano derecha de Massa, quien lo asesora desde su paso por la Cámara de Diputados.
A su vez, en la delegación que llegó al Palacio de Hacienda desde la Cámara alta se destacó la presencia de María Luz Alonso, la secretaria administrativa del Senado, quien lleva la siempre reservada agenda de Cristina Kirchner. La paulatina simbiosis entre Massa y el kirchnerismo alcanza a la estrategia electoral sobre la que discute públicamente el Frente de Todos. Tanto el ministro de Economía como los alfiles de la vicepresidenta creen que habría que suspender o eliminar las PASO previstas para agosto del año próximo. Pero el presidente Alberto Fernández y otros sectores menores de la coalición oficialista resisten esa alternativa.
Para acercar posiciones, Fernández invitó a Massa al viaje previsto entre el 9 y el 17 de noviembre a Francia y a Indonesia, donde sesionará la cumbre del G20 y también habrá un encuentro de alto nivel de los ministros de Economía de ese foro de máxima influencia a escala global. En ese encuentro, tal como anoche les dijo a los senadores kirchneristas, Massa pintará un escenario de recuperación de la economía argentina: dirá que la tasa de inversión en el país es la más alta desde 1993, que el empleo formal está por encima de los niveles de diciembre de 2019 y que el uso de la capacidad instalada de la industria supera el 70 por ciento.
Pero más allá de los números y las estadísticas, el mensaje político de Massa tanto en el plano interno como en el exterior es que no debe darse por muerto al Frente de Todos de cara al recambio presidencial de 2023. Con Fernández plantado en sus trece con el proyecto reeleccionista y en la antesala de la reaparición pública de Cristina Kirchner, que alienta a sus fanáticos con una eventual candidatura a la primera magistratura, Massa sigue sosteniendo que no está anotado en la carrera por la presidencia. Pero mientras tanto, pondera los “resultados” de su gestión. “En este ministerio hay voluntad, sacrificio y trabajo”, les dijo a los senadores.
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