Sergio Massa espera quedar con chances para buscar el ballotage y no verse opacado por Juan Grabois
El ministro de Economía espera ser el más votado de la grilla; Unión por la Patria debe superar los 30 puntos para estar competitivo; el objetivo de La Cámpora y la prueba de fuego del PJ
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El peronismo revelará esta noche si, como creen sus dirigentes, todavía tiene posibilidades de retener el poder. Unión por la Patria corre desde atrás en estos comicios, pero la duda que sobrevuela a todo el espacio es si en las PASO sufrirán un revés fatal o quedarán posicionados para dar pelea en octubre y lograr un ballotage.
Contra lo que hubiera deseado, Sergio Massa, el “candidato de la unidad”, se someterá a una interna con Juan Grabois, la colectora que habilitó Cristina Kirchner para contener al electorado que aún no digiere la postulación del ministro de Economía. Si bien no se trata de una compulsa competitiva -como la de Juntos por el Cambio- y todos creen que se impondrá el líder del Frente Renovador, la duda es qué volumen de votos logrará cosechar el dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). ¿Será un candidato marginal de menos de 3 puntos o sacará un número interesante que pueda incomodar a su rival?
Massa se fijó dos objetivos. Por un lado, espera ser el candidato presidencial más votado de la grilla. Es decir, aspira a aventajar a Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y Javier Milei. Por el otro, quisiera que todo Unión por la Patria como frente supere los 30 puntos, aún cuando quede detrás de Juntos por el Cambio. Ese número mágico, creen en el oficialismo, les dará un piso que los mostrará con chances de forzar una segunda vuelta.
El kirchnerismo, que no pudo entronizar a un candidato presidencial propio, juega en estos comicios en sociedad con Massa. Así se simbolizó en el búnker de Unión por la Patria, que tuvo a Eduardo “Wado” de Pedro como jefe de campaña. Esa es, al menos, la versión oficial. Fieles a su estilo, Cristina y Máximo Kirchner tuvieron gestos ambiguos: se corrieron de las luces de la campaña durante el último mes y permitieron que Grabois pueda mostrarse con los candidatos K.
De todas formas, el kirchnerismo nutrió de candidatos puros a las listas legislativas para asegurarse representatividad en el nuevo Congreso y su suerte, después de las PASO, quedará atada a la de Massa.
La otra gran inquietud de Cristina y su espacio es la provincia de Buenos Aires. Esta noche se sabrá si Axel Kicillof -que en la previa había liderado las preferencias a la gobernación- está en condiciones de renovar o si el arrastre de la boleta nacional puede dejar al kirchnerismo sin su bastión. El gobernador va colgado tanto de la boleta de Massa como de la de Grabois.
Objetivos
En el caso del líder el MTE -que obtuvo la lista completa debajo de su categoría- su objetivo es ser una de las sorpresas de la noche, con un caudal de votos (más de 5 puntos) que permita condicionar el programa y la orientación ideológica de Unión por la Patria. “Cuanto mejor nos vaya más escuchada será nuestra agenda”, dicen cerca de Grabois. Y agregan: “Con esta elección, Juan tiene que pasar de dirigente social a dirigente político”.
Un interrogante que quedará flotando es si el volumen que obtenga Grabois será leído como un capital propio. En el kirchnerismo creen que los apoyos al líder del MTE son, en rigor, votantes K que encontraron en el referente social el digestivo para aceptar la candidatura de Massa. En el búnker de Unión por la Patria están convencidos de que todos los votos Grabois en las PASO se trasladarán al ministro de Economía en las generales.
Massa, en tanto, es la primera vez que se postula a la presidencia con el apoyo del peronismo (incluidos la CGT, los gobernadores y los intendentes) y espera que Grabois no le opaque su performance. Más allá de la interna, el ministro de Economía probará en las urnas si puede mostrarse con chances o si se hunde con la mala imagen del Gobierno, que es del orden de los 70 puntos. En Unión por la Patria están convencidos de que presentaron la boleta más competitiva posible, pero no saben si eso alcanza para revertir el peso de la crisis económica.
Las feroces peleas internas que marcaron el paso de Alberto Fernández por la Casa Rosada también pesan como antecedente y alimentan a los desencantados. Por eso en el peronismo creen que hoy puede darse un fenómeno de ausentismo en el votante peronista.
Massa aspira, no obstante, a encarnar una experiencia diferente a la de Fernández: nadie duda que si obtiene un buen resultado, desde esta misma noche el líder del Frente Renovador intentará perfilarse como jefe del oficialismo.
El ministro de Economía, en tanto, tendrá un ojo puesto en lo local, porque su esposa, la titular de Aysa, Malena Galmarini, dará batalla en una interna en Tigre contra el intendente Julio Zamora. El Frente Renovador se desvela por recuperar el pago chico del candidato presidencial.
Los K y Fernández
La Cámpora, por su parte, tiene a dos de sus líderes al tope de la boleta de Buenos Aires: Máximo Kirchner es el primer candidato a diputado nacional y De Pedro, encabeza la lista de senadores. Tras un desempeño pobre en los comicios provinciales que se disputaron hasta ahora, la atención de esta noche la pondrán en territorio bonaerense. En tres municipios buscarán conservar el poder: Quilmes (Mayra Mendoza), Mercedes (Juan Ignacio Ustarroz) y Carmen de Areco (Iván Villagrán). En General Pueyrredón, en tanto, intentarán darle pelea al intendente actual, Guillermo Montenegro (JxC) con Fernanda Raverta. Sin dudas, la apuesta más fuerte del camporismo es la que hicieron en Hurlingham, donde se lanzaron a desafiar al intendente peronista Juan Zabaleta con la candidatura de Damián Selci.
La contienda bonaerense está cargada de tensiones por la enemistad manifiesta entre Máximo Kirchner y Kicillof porque, a los ojos del primero, el gobernador se resistió a postularse como candidato a presidente. Ahora Kicillof tiene toda la presión encima para ganar.
Fernández, en tanto, verá todo el proceso a la distancia. Aún cuando la boleta lleva a sus funcionarios más relevantes y él colocó a su jefe de Gabinete, Agustín Rossi, como candidato a vicepresidente, no tuvo un rol activo en la campaña ni logró que el mensaje proselitista incluyera una reivindicación de su gestión.
De todos modos, el Presidente está convencido de que, a partir de esta noche, comenzará un proceso de renovación en el peronismo que pondrá fin a la supremacía del kirchnerismo, que tanto lo atormentó durante su mandato.
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