Sergio Berni, otra vez en el ojo de la tormenta y con enemigos políticos que esperan su caída
El ministro de Seguridad bonaerense no se lleva bien con buena parte del oficialismo, pero Axel Kicillof lo mantiene en el cargo; dudas sobre cambios recientes en la Policía y su relación con Cristina Kirchner
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Sergio Berni tuvo dos reacciones habituales en él ante los graves incidentes de anoche en el estadio de Gimnasia, en el bosque platense. La primera fue dar la cara: se subió a un helicóptero que lo llevó desde la ciudad de Buenos Aires hasta la capital provincial y apareció en la cancha en medio del caos. La segunda fue tratar de desvincular la muerte de un hincha del accionar de la Policía bonaerense.
Las dos reacciones pintan al personaje: alguien que es capaz de descolgarse de un helicóptero para entrar a una escena caliente, sin importar la circunstancia; y que es a la vez el jefe político de una fuerza a la que defiende pese a las intervenciones más cuestionables. Como cuando rebatió, a capa y espada, que la fuerza tuviera que ver con la muerte de Facundo Astudillo Castro en plena pandemia. Hoy, después de que el gobierno de Axel Kicillof comunicó que le había indicado apartar de su cargo al jefe policial responsable del operativo, Berni admitió que ese jefe resolvió anoche la situación “de la peor manera”.
Berni tampoco hace gala de su cintura política. Por el contrario es un declarante disruptivo, que suele incomodar a su propia fuerza política, con opiniones que no comulgan con el garantismo histórico del kirchnerismo. Por eso en el Frente de Todos, la coalición gobernante, se preguntan por qué Kicillof lo mantiene en el cargo. El gobernador nunca lo explicó y con su silencio lo avala.
Hasta el momento, las explicaciones sobre la permanencia de Berni en el Gabinete bonaerense fueron dos: que actúa como un pararrayos frente a la inseguridad y por lo tanto evita el desgaste de la figura del gobernador; y que reporta directamente a Cristina Kirchner, como él mismo se encargó de hacerlo saber en diversas oportunidades. Como si la Seguridad fuera un área en la que Kicillof no decide.
Sin embargo, en la gobernación tomaron nota de la reacción negativa que referentes del Frente de Todos tuvieron con el desempeño de la fuerza policial que dirige Berni. “Hoy está a cargo”, se limitaron a responder ante una consulta de LA NACION. Aunque destilaron bronca con las críticas, al advertir que solo llegaron a través de Twitter. Nadie levantó el teléfono para pedirle a Kicillof que eche a Berni, dijeron.
El clima interno en el oficialismo con Berni es malo desde hace rato. Hay dirigentes que no le perdonan su pelea con Máximo Kirchner -que algunos dicen estuvo a punto de llegar a las manos- cuando fue perjudicado en el cierre de listas de 2021. “Repudiamos la violencia y la represión ejercida anoche por la Policía Bonaerense en la ciudad de La Plata”, sostuvo la agrupación La Cámpora, despegándose de Berni.
Repudiamos la violencia y la represión ejercida anoche por la Policía Bonaerense en la ciudad de La Plata.
— La Cámpora (@la_campora) October 7, 2022
Acompañamos a la familia y a los seres queridos del hincha fallecido, y a todos los hinchas de Gimnasia y Esgrima de La Plata que resultaron heridos y heridas.
En tanto, cerca de Alberto Fernández todavía recuerdan como Berni cascoteó a Sabina Frederic cuando la antropóloga era ministra de Seguridad. Su formación de exmilitar estaba en las antípodas de la mirada académica de la exfuncionaria. El propio Presidente sufrió en varias oportunidades el destrato político de Berni. En la Casa Rosada y en el nonato albertismo quisieran verlo caer en desgracia.
No lo pudo dejar más claro la diputada Victoria Tolosa Paz, cercana al Presidente y con base política en La Plata, quien advirtió que las fuerzas de seguridad no están “para lastimar y matar a nuestro pueblo”. Tampoco se escuchará al ministro Aníbal Fernández defender a Berni -encerrado en sus propios problemas- ni a los intendentes del PJ del Conurbano, a quienes siempre les pareció ajeno.
Los jefes comunales, que tienen en el jefe de Gabinete provincial, Martín Insaurralde, una suerte de primus inter pares, siguen reclamando más potestades sobre la Policía en sus distritos, algo a lo que Berni se opuso desde el primer día de su gestión. El control centralizado de la Bonaerense le generó, no obstante, serias dificultades para apagar conflictos internos y hasta acuartelamientos.
El accionar de los policías en el estadio de Gimnasia fue llamativo. El miércoles asumió como nuevo jefe de la Superintendencia de la Región Capital I -que tiene a su cargo comisarías y comandos en La Plata, Berisso y Ensenada- Alejandro Nicolás Rey, que provoca resistencia en la fuerza porque llegó a comisario general muy joven y fue secretario de Fabián Perroni, el anterior jefe de la Bonaerense.
En el oficialismo advierten que Berni no midió bien las consecuencias de esos cambios y que “se le escapó la tortuga”. También ponen en la mira la figura de Eduardo Aparicio, quien dirige la Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (APreViDe) y que anoche estuvo en el lugar de los hechos junto a Berni. “Nadie lo toca. ¿Por qué será?”, se preguntó un referente encumbrado del Frente de Todos.
También hicieron notar, en el oficialismo, la “extraña” presencia del jefe de Gabinete de Berni, Carlos Montaña, en la lista de Fabián Doman y Néstor Grindetti, que contó con el apoyo político de Cristian Ritondo -exministro de Seguridad bonaerense-, y que desbancó a la familia Moyano del Club Atlético Independiente. Las sospechas en torno a los movimientos de Berni están ahora a la orden del día.
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