Sergio Berni, el método gastado del soldado de los Kirchner para enfrentar las crisis de inseguridad
Conoció a Néstor y Cristina Kirchner en Santa Cruz; llegó a Buenos Aires con Alicia Kirchner; Axel Kicillof lo sostiene contra viento y marea; sin embargo, sus artificios para enfrentar las crisis cada vez aparecen más ineficaz
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Sergio Berni conoce a la familia Kirchner hace más de tres décadas, desde que fue designado por el Ejército en Rospentek, una localidad del departamento de Güer Aike, al sur de Santa Cruz. Kirchner era intendente de Río Gallegos y Cristina Kirchner diputada provincial. Allí se acercó al núcleo de poder que manejaba el matrimonio y, desde entonces, ascendió a su lado.
Con la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia, Berni desembarcó en Buenos Aires junto a Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social. Allí estuvo hasta 2011. Para entonces, ya había sido acusado por la oposición de espiar a los mineros de Río Turbio. En 2012, Cristina Kirchner lo nombró secretario de Seguridad de la Nación. Fue una gestión particular, porque tenía más poder que la ministra, María Cecilia Rodríguez, y reportaba directamente a la Presidenta.
Cuando el fiscal federal Alberto Nisman fue encontrado muerto el 18 de enero de 2015 en el piso de la torre Le Parc, el secretario Berni fue al edificio y, desde el lugar, informó a Cristina Kirchner . Desde su cargo, el secretario moldeó su estilo de sobreactuación, que le permitía mostrarse frente a las crisis recurrentes sin resolver los problemas de fondo. Las actuaciones incluyeron llegadas en motocicleta o en helicóptero, críticas desenfrenadas a otros funcionarios, hasta clases públicas de karate. Todo servía. Cristina Kirchner compró el modelo completo y se lo ubicó como ministro de Seguridad bonaerense a Axel Kicillof.
Desde la provincia, y frente a la inseguridad, Berni se convirtió en uno de los críticos principales contra el Gobierno nacional. La polémica le permitía culpar por los problemas a la Casa Rosada y quitarse la responsabilidad de encima. De la misma forma, Kicillof lo usó como pararrayos para evitar dar la cara frente a los reclamos. Ante cada conflicto, Berni culpaba a la Nación. Tanto que logró la renuncia de la ministra Sabina Frederic, a quien Alberto Fernández había designado cuando ocupó la Presidencia. Con la salida de la funcionaria, Berni comenzó a polemizar con su sucesor, Aníbal Fernández. El método parecía infalible al momento de desviar la atención. Pero con el tiempo, comenzó a mostrar sus limitaciones.
Cuando un hincha murió en la entrada de Gimnasia, Berni practicó sus reacciones habituales: hizo una aparición en helicóptero en la cancha y después trató de desvincular a la policía. Allí los pedidos de renuncia en su contra comenzaron a aparecer en el mismo oficialismo. Luego reaparecieron las denuncias en su contra por enriquecimiento ilícito. Cuadno Cristina Kirchner criticó la inseguridad en la policía, Berni llegó a presentar su renuncia. Pero Kicillof lo mantuvo contra viento y marea.
Hasta el domingo, el anhelo de Berni era pelear por una candidatura presidencial, mientras respalda el proyecto de reelección del gobernador Axel Kicillof. El domingo, incluso, su esposa, la diputada Agustina Propato, había defendido las aspiraciones presidenciales de Berni en una entrevista radial. Todo cambio este lunes en la General Paz.
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