Senado. Tras la avanzada de Cristina, intentan un acuerdo para distender el enfrentamiento
Luego de un impasse sin sesiones que no impidieron que Cristina Kirchner continuara avanzando con su particular agenda legislativa, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio intentarán acordar nuevas reglas de juego que le permitan al Senado reducir el nivel de crispación política de las últimas semanas.
El protocolo para las sesiones virtuales, aprobado el 13 de mayo, venció el domingo de la semana pasada y desde entonces los jefes de los principales bloques de la Cámara alta, los formoseños José Mayans (Frente de Todos) y Luis Naidenoff (Juntos por el Cambio), mantienen abierto un canal de diálogo, aún cuando las conversaciones no están exentas de reproches mutuos, para tratar de llegar a un acuerdo.
"Tiene que haber un nuevo protocolo", le dijo Naidenoff a LA NACION. "Hay que buscar algún tipo de entendimiento que evite la tensión política y corregir las fallas que tiene el sistema de sesiones virtuales", agregó.
Sin embargo, el oficialismo no parece demasiado dispuesto cambiar el estatus actual. "Nosotros queremos seguir trabajando y para eso tememos que tratar todos los temas que tengan dictamen de comisión y cumplan con el tiempo reglamentario", respondió Mayans a LA NACIÓN. El senador kirchnerista todavía espera que Naidenoff le traslade las pretensiones de su interbloque.
La postura del peronista formoseño quedó plasmada en una nota que el bloque del Frente de Todos le elevó a la vicepresidenta a última hora del viernes. Como siempre, la palabra final la tendrá Cristina Kirchner.
En medio de esta indefinición se alza una certeza: los temas a tratar ya no estarán limitados a la pandemia de coronavirus, como lo establecía el protocolo vencido que Cristina Kirchner y el oficialismo se encargaron sistemáticamente de desconocer en el último mes y medio.
En caso de haber un nuevo consenso, las conversaciones deberán acelerarse. La vicepresidenta ya decidió que el Senado sesione esta semana. En un vertiginoso raid de reuniones de comisiones mediante citadas a las apuradas, el oficialismo dictaminó un amplio menú de proyectos.
El temario incluye cuestiones irritantes para el principal bloque opositor y que podrían volver a enervar los ánimos, como el intento de rechazar un DNU del gobierno de Macri; pero también temas de contenido social, como la penalización de la denominada pornovenganza, un programa nacional de donación de plasma, otro de becas universitarias y la regulación de la receta electrónica.
Mientras tanto, se suceden las movidas políticas del Frente de Todos en el Congreso que llevan la indeleble marca de agua de Cristina Kirchner que, en una reedición vernácula del Conde de Montecristo, mueve sus alfiles y peones legislativos para concretar su revancha contra la coalición de macristasy radicales a la que acusa de haberla perseguido judicialmente durante los cuatro años que estuvo en el llano político.
Todo esto ocurre mientras Alberto Fernández, en tándem con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, promueven con los referentes legislativos de Juntos por el Cambio mesas de diálogo para discutir una agenda post-pandemia que todavía tiene contenido incierto.
A la aprobación en el Senado de la creación de una comisión investigadora de los créditos otorgados por el Banco Nación a la empresa Vicentín y la revisión de decretos firmados durante la gestión Macri; la vicepresidenta sumará ahora otro frente de conflicto.
El apuntado es el fiscal adjunto Eduardo Casal, a quien Cristina Kirchner quiere castigar por su supuesta funcionalidad con el "lawfare" (guerra judicial) contra su persona. El escenario elegido es la Comisión Bicameral de Seguimiento del Ministerio Público Fiscal.
El objetivo de máxima sería el juicio político. Pero como este proceso requiere mayorías agravadas en ambas cámaras legislativas, la meta más plausible para el kirchnerismo es la de forzar a Casal a renunciar y provocar una acefalía en el organismo que despeje el camino para apurar el debate del pliego de Daniel Rafecas, propuesto por el Gobierno para encabezar la Procuración, o dejar como interino a algún fiscal más proclive a interpretar la ley como le gusta a la vicepresidenta.
La ofensiva contra Casal es otra de las muestras de cómo el Congreso marcha al ritmo de Cristina Kirchner. Aplicación a rajatabla de las mayorías, convocatoria a comisiones con una antelación menor a las 48 horas reglamentarias y una "selección" de proyectos que excluye los de la oposición son algunas de las prácticas que viene aplicando el oficialismo desde que la vicepresidenta tomó control del Senado.
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