Senado: sin señales de Cristina Kirchner, reina la incertidumbre en el peronismo
Todavía no está prevista una reunión del oficialismo para analizar la estrategia a seguir cuando pierdan el quorum propio; malestar en el PJ
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Los dados están en el aire, el polvo por el derrumbe de la mayoría oficialista no termina de disiparse y en el Frente de Todos del Senado todavía impera la incertidumbre ante el silencio de Cristina Kirchner sobre la estrategia una vez que el Frente de Todos pierda el quorum propio y, por lo tanto, el control absoluto de la Cámara alta.
Todas las miradas apuntan a asegurarse como aliados a los senadores Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro) y Magdalena Solari Quintana (Frente Renovador de Misiones) y así llegar a los 37 legisladores que permiten habilitar una sesión.
Son dos senadores que ya jugaron con el oficialismo, apoyando muchos de los proyectos polémicos impulsados por el kirchnerismo, como la reforma del Ministerio Público Fiscal con la que Cristina Kirchner intentó desplazar a Eduardo Casal del interinato que lo tiene al frente de la Procuración General.
Pero también son los más factibles de ser convencidos por el Gobierno en la estrecha grieta que separará a los 35 senadores del Frente de Todos de los 31 de Juntos por el Cambio. Es que, a partir de diciembre, solo seis senadores no se alinearían con ninguno de los bloques mayoritarios de la Cámara alta.
Tres de ellos ya dieron claras muestras de su rechazo a la agenda política de Cristina Kirchner. Se trata de los peronistas disidentes Juan Carlos Romero (Salta) y Clara Vega (La Rioja) y de Lucila Crexell (Neuquén).
La exdirigente del Movimiento Popular Neuquino abandonó pocos días atrás el interbloque que conduce Romero, abriendo lugar a especulaciones y sospechas sobre un inminente pase al oficialismo. La versión está muy lejos de la realidad: Crexell es una dura crítica de la praxis política del kirchnerismo y no tiene pensado cambiar de postura.
La lista se completa con la cordobesa Alejandra Vigo. Es la esposa del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, que durante la campaña electoral agudizó su enfrentamiento con el kirchnerismo y el Gobierno de Alberto Fernández.
El veterano dirigente cordobés no tiene reelección y ya anunció su intención de elevar su perfil nacional de cara al 2023. En el marco de esa estrategia es que sus operadores políticos entablaron negociaciones con Weretilneck y Carlos Rovira, jefe político de Solari Quintana, con la intención de tentarlos para conformar un interbloque con Vigo.
Malestar peronista
Sin embargo, el peso que podrían adquirir estos legisladores genera fuertes resquemores al interior del bloque oficialista del Senado. En charlas privadas, varios legisladores vienen planteando, desde el cachetazo de las primarias, la necesidad de convertirse en la voz de los gobernadores peronistas en el Senado, con la intención de atender las prioridades de sus jefes políticos.
En esta línea, no ven con malos ojos un acercamiento con Schiaretti a partir de coordinar acciones con Vigo.
Buscan hacer lo que un operador político de la Cámara alta definió de manera graciosa como “un pichettismo sin Pichetto”. La idea sería condicionar los temas de agenda para poner los intereses de los gobernadores peronistas por delante de cualquier acuerdo legislativo con Weretilneck y Rovira.
La imagen no parece la más adecuada. Pichetto llegó a expulsar a los kirchneristas del bloque peronista. Difícilmente estos legisladores se animen a sacar los pies del plato y exponer de manera pública una fractura del oficialismo.
Sin embargo, el malestar existe. No lo van a decir en público, pero están hartos de la agenda de Cristina Kirchner y son muy críticos de muchos de sus compañeros de bancada kirchneristas, a quienes no le reconocen capacidad ni pergaminos políticos para ganar una elección en sus distritos.
Respetan al jefe de la bancada, José Mayans (Formosa), a quien ven como un hombre que intentó hacer equilibrio entre las exigencias legislativas de Cristina Kirchner y la agenda que impulsan los senadores.
Mayans, quien querría continuar al frente del bloque, les envió un guiño a sus compañeros de bancada al afirmar que “la gente votó diálogo”. “Sin quorum no hay trabajo parlamentario y el quorum depende de la sensatez de los proyectos”, afirmó el formoseño, dando a entender que ya no habrá espacio para forzar la máquina legislativa con temas que puedan crispar la relación con la oposición.
Lo más factible es que estas diferencias nunca terminen por plasmarse en la conformación de un bloque diferenciado del kirchnerismo. Pero no se descarta que la jugada termine por arreglarse al nivel de los gobernadores.
Los antecedentes no son alentadores. Cristina Kirchner siempre se las arregló con su sola presencia para frustrar cualquier conato de rebelión en el peronismo.
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