Senado: la polémica por los sueldos complica la “mayoría” de consenso construida por Villarruel y atenta contra el DNU
La vicepresidenta consultará con los jefes de bloque qué camino seguir con el aumento de las dietas; malestar con Martín Menem y con las críticas de la Casa Rosada
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No fue la mejor semana para el Gobierno ni tampoco para Victoria Villarruel. La vicepresidenta siguió con perplejidad que terminó derivando en una mezcla de irritación y enojo la polémica alimentada por Javier Milei a partir del aumento de las dietas de los legisladores y la repercusión que el fuego amigo disparado desde la Casa Rosada podría tener en su política de mantener una mayoría que le impida al kirchnerismo arrebatarle el manejo del Senado.
Por el momento, Villarruel no tiene pensado dar marcha atrás con el aumento a los legisladores dispuesto a fines de febrero junto con el cierre de la paritaria para los empleados legislativos. Las razones son varias, pero la principal es que considera esa una decisión que deben tomar los propios senadores, que son los verdaderos dueños de casa.
Por esta razón, Villarruel estaría convocando a los jefes de los bloques legislativos a una reunión para este martes con el objetivo de definir el camino a seguir con el aumento de las dietas. La resolución tendrá, así, la fuerza de una definición en conjunto, con el consenso de todas las fuerzas políticas que componen el Senado.
Es que la vicepresidenta sabe muy bien que la Constitución le asigna la función de conducir la Cámara alta, pero que no es legisladora sino que pertenece a otro poder del Estado. Esa fue una de las explicaciones que le dio a Martín Menem cuando el presidente de la Cámara de Diputados le ofreció firmar una resolución conjunta que diera marcha atrás con el aumento en las dietas.
Sin embargo, el diputado riojano “se cortó solo” y, apestillado por el enojo de Milei que le hacían llegar desde la Casa Rosada, estampó su firma en una resolución conjunta, trasladándole toda la presión de tener la última palabra a Villarruel. “Eso está mal”, se quejó un estrecho colaborador de la vicepresidenta por la actitud del diputado riojano.
“Esta no era la forma”, insisten cerca de la vicepresidenta en dirección a la postura adoptada por Milei. Al respecto, destacan que ataques como el de las dietas afectan la necesaria convivencia institucional y el respeto de poderes.
El enojo en las oficinas del primer piso del Senado, donde funciona la presidencia de la cámara, excede a la polémica por los sueldos. El malestar es con el extremismo en la política de confrontación “con la casta” que llevan adelante Milei y su círculo de colaboradores más estrechos, léase Karina Milei y Santiago Caputo.
“No hay margen político para seguir tirándole mierda al Congreso, no hay margen para el Gobierno. La posición de Victoria es que hay que cortarla con estas cosas”, explicó un funcionario del Senado el malestar que invade a la vicepresidenta desde que estalló la polémica. “Necesitamos tener una cantidad de legisladores que te acompañen en cuestiones que son básicas y esto no ayuda”, insisten.
Las decisiones hay que tomarlas por consenso, insisten en el entorno de la vicepresidenta, en donde remarcan que el Gobierno debería “tomar conciencia de la minoría, muy minoría, que tiene La Libertad Avanza” en el Senado y que “con eso no se puede imponer nada, sino que hay que negociar todo”.
En ese sentido, las fuentes consultadas por este diario destacaron el impacto que la polémica por las dietas puede llegar a tener en el frente de batalla político que Villarruel debe enfrentar en el Senado ante la presión que ejerce el kirchnerismo para rechazar el DNU 70/23.
“Nosotros estamos trabajando para convocar a sesión el jueves a tratar el DNU y que no haya quorum y nos tiran este bombazo”, se quejaron cerca de la vicepresidenta.
La tarea no es fácil para la vicepresidenta. Con 33 senadores, el kirchnerismo está a tan sólo cuatro del quorum y de la mayoría absoluta que le garantice imponer su criterio en una votación y rechazar el DNU 70/23 en el recinto de la Cámara alta. Sería un golpe político muy fuerte para el Gobierno y para Villarruel, aunque no definitivo ya que para derogar de manera definitiva un decreto de necesidad y urgencia se requiere del rechazo de las dos cámaras legislativas.
El kirchnerismo ya presentó tres pedidos de sesión especial para tratar el DNU, que Villarruel decidió directamente ignorar, aún a costa de ganarse las reiteradas quejas y críticas de los senadores de la principal bancada de oposición.
Pero el panorama cambió desde que, hace diez días atrás, llegó al escritorio de la vicepresidenta un nuevo pedido de sesión especial, pero en esta oportunidad firmado por nueve senadores de otros bloques de la oposición no kirchnerista.
A la cabeza de la nota está Carlos Espínola (Corrientes), presidente del bloque de peronistas antikirchneristas Unidad Federal, que desde diciembre se ha mostrado dispuesto al diálogo. El correntino colaboró para que Villarruel pudiera vencer al kirchnerismo en la elección de autoridades de diciembre, pero considera que ya no hay más margen para sostener un DNU como el 70/23, que considera abiertamente inconstitucional y que está generando efectos perniciosos en la sociedad. Lo acompañan en el reclamo senadores de fuerzas provinciales de Río Negro, Misiones y Santa Cruz y hasta un radical.
La irrupción de este grupo de nueve legisladores, sumados a los 33 kirchneristas, había cambiado el escenario y convencido a Villarruel de la que suerte del DNU estaba echada. Pero la convocatoria al “Pacto de Mayo” por parte de Milei y la reunión del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, con los gobernadores del viernes último volvieron a encender una luz de esperanza en la vicepresidenta de que, otra vez, podría circunscribir a Unión por la Patria la masa crítica de rechazo al decreto de necesidad y urgencia.
Sin embargo, la jugada de Milei y compañía de hacer política con el aumento de las dietas del Congreso parece haber complicado los planes de la vicepresidenta.
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