El silencio de Cristina Kirchner se impone sobre los senadores oficialistas: lo que callan sobre Silvina Batakis y el Gobierno
Kirchneristas y peronistas tradicionales siguen con inquietud los pasos de la nueva ministra, en medio de la desazón que les provoca la administración de Fernández; parálisis legislativa hasta agosto
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La orden que emana desde lo más alto del poder indica guardar silencio y, hasta el momento, los senadores oficialistas la cumplen a rajatabla. En parte, porque reina una densa incertidumbre sobre el futuro económico del país y del gobierno de Alberto Fernández pero, sobre todo, porque nadie quiere abrir la boca hasta que Cristina Kirchner baje línea sobre cómo tomar la llegada de Silvina Batakis al Ministerio de Economía.
“La idea es desensillar hasta que aclare”, responde un veterano senador peronista ante la consulta de este diario sobre por qué no hay un respaldo público a Batakis en sus primeros días como ministra, como alguna vez hicieron los senadores del Frente de Todos con Martín Guzmán, anterior ocupante de la principal poltrona de la cartera de hacienda.
Sin embargo, detrás del muro de silencio que levantó el oficialismo hay murmullos y predomina el temor y la inquietud ante un eventual estrepitoso fracaso del Gobierno de Fernández. “Espero que enderecen el rumbo porque a este ritmo vamos derecho a chocar de frente contra una pared”, opinó otro senador alineado con su gobernador y cultor del peronismo tradicional.
El clima está más enrarecido aún en los despachos kirchneristas: la paciencia con Batakis parece haberse terminado aún cuando la ministra acaba de lanzar su primera batería de medidas.
“Las primeras señales no son buenas; no sé qué espera para romper el acuerdo y obligar al FMI a sentarse a renegociar”, dijo, con visible irritación, una senadora kirchnerista de paladar negro. “Me callo para no romper todo, pero este gobierno me tiene harta con su inoperancia”, agregó la legisladora desde su amplio despacho con vistas a la Plaza del Congreso.
En realidad, el silencio de los senadores kirchneristas no es un acto voluntario. Mantienen sus críticas en sordina porque no han recibido la orden de Cristina Kirchner para salir a hablar.
De hecho, son muy pocos los senadores que pudieron escuchar a la vicepresidente expresar sus ideas en torno a la nueva etapa que se abrió en el Gobierno con el ascenso de Batakis.
Hasta la caída de Guzmán de la cartera de Economía, el coro de voces kirchneristas en los medios afines era incesante, en sintonía con los embates que la vicepresidenta le dedicaba al jefe del Estado en cada aparición pública. La del neuquino Oscar Parrilli suele ser la voz más habitual que, como un vicario, expresa lo que piensa Cristina Kirchner de aquellos temas sobre los que, por cuestiones estratégicas, prefiere guardar silencio. Según las necesidades del momento y el tema pueden ser más los liberados para expresar sus opiniones. Es entonces cuando se puede escuchar a Mariano Recalde (Capital), María Pilatti de Vergara (Chaco) o Silvia Sapag (Neuquén) en los medios del universo informativo kirchnerista.
Estos legisladores, junto a Anabel Fernández Sagasti (Mendoza) y Juliana Di Tullio (Buenos Aires), forman el núcleo duro del kirchnerismo en el Senado. Pero no todos tienen acceso a lo mas alto de la pirámide del poder. Estas senadoras, más Parrilli, son de los pocos oficialistas que tienen acceso a las oficinas y despachos del primer piso del palacio legislativo que habita Cristina Kirchner en su rol de vicepresidenta de la Nación y presidenta del Senado.
Desde que asumió Batakis, ninguno de estos legisladores dijo esta boca es mía. “Quiero saber qué opina la Jefa antes de hablar”, se excusó un senador que habita los márgenes del kirchnerismo en el Senado ante la consulta de este diario.
Para los no kirchneristas del interbloque del Frente de Todos, el silencio de la tropa cristinista es más que significativo. “Si no mandó a los perros a ladrar es porque la Señora está bancando esto”, dijo un senador peronista que, como dejan entrever sus palabras, tiene en poca estima a sus compañeros de bloque alineados de manera incondicional con la vicepresidenta.
La estrategia de silencio oficialista se vio favorecida por la nula actividad que tendrá el Senado hasta el próximo mes, lo que se corporizó en un receso legislativo de facto de tres semanas que empezó la semana pasada, en la que ni siquiera hubo quorum para que se pudiera reunir la Comisión Mixta Revisora de Cuentas a pesar de que era la única actividad agendada.
La oposición tomó con gusto y hasta con alivio un receso que para el Frente de Todos ofició como una bendición en momentos en que predomina la incertidumbre y es mejor esperar antes que mover y cometer algún error no forzado.
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