Senado: con un piso de 33 votos en contra, hay incertidumbre sobre la suerte de la ley de Bases y del paquete fiscal
La bancada de UxP votará completa por el rechazo; las demás esperan conocer lo que apruebe Diputados para definirse; la falta de correlación con los bloques en la Cámara baja complica el panorama
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La incertidumbre es casi total en el Senado. A la espera de la versión que recibirían la semana próxima, los bloques de la cámara que preside Victoria Villarruel prefieren guardar silencio antes de anticipar el sentido de su voto sobre la denominada “ley de Bases” y el paquete fiscal que el Gobierno pretende aprobar en lo que se anticipa una nueva sesión maratónica convocada para este lunes en la Cámara de Diputados.
Si bien nadie se anima a anticipar un rechazo, hay al menos dos certezas. Una, que el escenario político en el Senado no es igual al de la Cámara baja. La segunda, es que tanto la “ley de Bases” como la reinstauración de la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias arrancarán el debate en la Cámara alta con un piso de 33 votos en contra. Son los que aportaría un kirchnerismo que, al menos en las comisiones de la Cámara baja, cerró filas en el repudio a ambas iniciativas del Gobierno de Javier Milei.
Pero más azaroso aún es el destino que le puede deparar el trámite parlamentario en el Senado al paquete fiscal, en particular a la reinstauración del impuesto a las Ganancias.
Si bien los nuevos pisos que se establecerían para el tributo son altos, al rechazo de Unión por la Patria se sumaría el de los senadores de la oposición dialoguista de las provincias patagónicas por el duro recorte de ingresos que la medida implicará para los trabajadores petroleros. Son una media doce de votos que podrían conformar, con el kirchnerismo, una mayoría dispuesta a bloquear el avance del proyecto o, como mínimo, a decretar su regreso modificado a la Cámara baja.
Ese espíritu es el que dejó traslucir un senador peronista enfrentado al kirchnerismo que relativizó cualquier posibilidad de que una aprobación en Diputados pueda leerse como el allanamiento del camino de los proyectos del Poder Ejecutivo hacia su sanción definitiva en la Cámara alta.
“Que avance en Diputados no significa que acá (por el Senado) va a salir”, advirtió otro legislador que viene manteniendo un delicado equilibrio entre el apoyo al oficialismo, y en particular a la gestión de Villarruel, y los gestos de independencia de las medidas y políticas impulsadas por la administración de Javier Milei.
Por eso, no es extraño que ante la inminencia del traslado a la Cámara alta del debate de las leyes reclamadas por el Poder Ejecutivo, el ministro del Interior, Guillermo Francos, haya iniciado una ronda de conversaciones con gobernadores que, en muchos casos, tienen la llave de votos clave.
Un escenario distinto
Los últimos dos recambios legislativos, y en particular el último, le dieron al Senado un perfil diferente al que tuvo durante los años de la última administración kirchnerista, en los que Cristina Kirchner pudo retener el control de la Cámara alta y disponer a sus anchas del control de sus comisiones y del recinto.
De hecho, el bloque de Unión por la Patria viene haciendo contorsiones para tratar de mostrar unidad en las votaciones. Ocurrió en la última sesión, en la que tras amagar con el rechazo del pliego de Axel Wahnish como embajador en Israel la bancada que conduce José Mayans (Formosa) terminó votando en pleno a favor para no dejar al descubierto que no había uniformidad en la tropa kirchnerista.
Con gobernadores necesitados de fondos frescos, el Gobierno busca quebrar el frente interno peronista de la Cámara alta y lograr que algunos senadores terminen apoyando alguna de las iniciativas. Hasta ahora, no lo ha logrado, pero esta podría ser la oportunidad para hacer valer las buenas relaciones que mantiene con algunos mandatarios.
A diferencia de lo que ocurre en Diputados, tampoco es uniforme en el Senado el aval de Pro a las propuestas del Gobierno. Senadoras como Guadalupe Tagliaferri (Capital) y María Victoria Huala (La Pampa) han mostrado independencia de criterio en los debates al interior de la bancada.
El caso más extremo es el del radicalismo. La diáspora de posturas mostradas en la Cámara baja tiene correlación en el Senado, en donde conviven críticos del Gobierno como Martín Lousteau (Capital) con legisladores alineados con sus gobernadores como el jefe de la bancada, Eduardo Vischi (Corrientes) y los mendocinos Mariana Juri y Rodolfo Suárez.
La situación se torna más compleja con la miríada de senadores con juego libre que integran los bloques Unidad Federal y Cambio Federal. La primera está integrada por los peronistas antikirchneristas Carlos Espínola (Corrientes), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y Alejandra Vigo (Córdoba). Sin gobernadores a los que responder y sin contrapartes en la Cámara baja, que podrían anticipar su voto en espejo, juegan de líberos en la dinámica del Senado. Otro tanto ocurre con el segundo bloque, en el que conviven el peronista salteño Juan Carlos Romero (Salta), alineado con el Gobierno pero cada vez más cansado de los vaivenes del oficialismo, y las chubutenses Edith Terenzi (UCR) y Andrea Cristina (Pro) que, más allá de pertenecer a diferentes partidos, juegan alineados con el gobernador Ignacio Torres (Pro).
Por último, quedan tres senadores de fuerzas provinciales, que responden a los mandatarios de sus distritos e integrados en el interbloque Innovación Federal, cuyos movimientos guardan correlación con sus conmilitones de Diputados. Ellos son Mónica Silva (Juntos Somos Río Negro), y Sonia Rojas Decut y Carlos Arce, del Frente Renovador de la Concordia de Misiones.