Semana caliente: Alberto Fernández navega entre la pulseada con Cristina y una gestión en crisis
El Presidente no hará cambios ni modificará la hoja de ruta que definió con Guzmán; el enojo con la vicepresidenta, una relación terminada y su futuro
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Alberto Fernández atravesó una nueva semana turbulenta. Pese a las críticas y la tormenta económica, no habrá cambios, tampoco hay una fecha de vencimiento para el equipo económico. “Martín está firme”, le dijo en la intimidad de su despacho a todos los que se acercaron a preguntarle por el futuro de su ministro de Economía. Guzmán no se va, tampoco Miguel Pesce, el titular del Banco Central.
Todo se aceleró el lunes cuando Cristina Kirchner volvió a arremeter contra su propia administración. El Presidente vio el discurso en vivo. “Que no me rompa más las pelotas con eso porque si no voy a recordar su pasado”, fue la amenaza que lanzó en un encuentro con sus principales funcionarios. En “eso” se condensan la acusación del conflicto de intereses que la vice deslizó en la presentación del acto en YPF y los cuestionamientos.
El convencimiento de aquellos que vieron y hablaron con el mandatario en los últimos días es el mismo: sin margen para tomar medidas de fondo y con la interna fuera de control, Fernández entró en modo “aguantar”. Mientras todos miran a noviembre, el Presidente se focaliza en pasar la próxima semana.
Su proyección, que se basa en lo que Guzmán le dice a diario, es que la economía se normalizará en los próximos meses y que la inflación continuará su camino descendente. En palabras del Presidente, “llegar ordenaditos a fin de año”. La descripción de Guzmán y Pesce ante empresarios fue aún menos ambiciosa: hay que sobrevivir hasta septiembre.
La traída, en este sentido, son los únicos que confían en la hoja de ruta que diseñó el economista que vio como esta semana, nuevamente, sus proyecciones naufragaron a la vez que el dólar paralelo y el riesgo país siguen su camino ascendente y la falta de dólares encendió las alarmas de los empresarios. A eso se suman las críticas internas, cada día más elevadas.
“Tenemos que ordenar un poco más la disciplina fiscal, ordenar un poco más el gasto”, explicó un hombre con acceso diario al despacho presidencial. En esta cuenta no hay ajustes, pero desde Balcarce 50 reconocieron que los últimos bonos y aumentos acentuaron los problemas.
El Presidente cree que su vice está “desorientada e incómoda”, que su injerencia quedó reducida a la jefatura de La Cámpora y culpa por el desgaste a “los aplaudidores” que la rodean. Sin importar qué haga o diga Cristina Kirchner, el silencio se mantendrá. “No es que no quiera escuchar su opinión, es que no se pueden poner de acuerdo porque tienen una mirada distinta”, se lamentaron cerca de Fernández.
El jefe del Estado considera injustas las críticas, pero sobre todo las comparaciones. En el relato de la vicepresidenta, según su mirada, no están descriptos los efectos del gobierno de Mauricio Macri, la pandemia y la guerra en Ucrania. Fernández suele repetir en privado que le tocó gobernar un tiempo en el mundo que nadie gobernó. Sobre este tema ya comenzó a realizar algunas anotaciones, lo que imagina como un futuro libro de sus memorias.
Según el relato que emana de la Casa Rosada, el discurso de la expresidenta fue mutando. Primero, a principio de año, se focalizó en los efectos que traería el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Hizo del Fondo el comienzo de la ruptura del Frente de Todos. Después renunció Máximo [Kirchner] preanunciando la catástrofe, que no sucedió. En abril crecimos el 9%. Ese era el plan de ajuste que teníamos previsto, según ellos. Repentinamente no hablan más del Fondo. Tampoco del ajuste”, relataron desde su círculo más íntimo.
Ahora, el foco de la vice está en la falta de dólares. El Presidente reconoce el problema, pero cuestiona la forma que eligió su compañera de fórmula para exponerlo. El origen del inconveniente es, según la mirada del mandatario y Guzmán, el crecimiento de la economía.
“Cada vez que la Argentina crece tiene problemas de dólares, las reservas se complican”, explicaron fuentes oficiales. Un ejemplo se repite en diferentes despachos de la Casa de Gobierno: durante el gobierno de Cristina Kirchner las reservas se redujeron de 51.000 a 23.000 millones de dólares.
Después, en el recuento de hechos que acentuaron las diferencias, aparece el discurso que el Presidente dio en la Cumbre de las Américas, en Los Angeles, donde cuestionó a Estados Unidos por no invitar a Cuba y Venezuela. “A su tropa le dijo que era un ajustador, que había hecho un acuerdo con el FMI, que Guzmán les había mentido. Y después resulta que el FMI no tenía la densidad que ella decía, que seguimos creciendo a un ritmo de 7, 8 o 9 por ciento. Y con lo de la cumbre lo aplaudió toda su tribuna”, describieron cerca del jefe del Estado.
Pese a los diagnósticos internos, el Presidente siempre responde que hoy el principal problema de la Argentina es producto de un mundo en guerra. Fernández reitera una y otra vez la advertencia que realizó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sobre la posibilidad cierta de una tercera guerra mundial. “El tema de la inflación es un problema en el mundo”, les relató Fernández a varios interlocutores durante la semana.
Distinta es la relación con Sergio Massa, hoy convertido en su principal apoyo político junto al Movimiento Evita. “Cada vez que Cristina le pega a Alberto, Sergio se muestra con él”, describieron cerca del Presidente. En la semana cenaron el martes y desayunaron el miércoles. “Estamos muy bien”, respondió Fernández ante algunos cuestionamientos internos por la presión que subió el massismo en los últimos días para obligar al mandatario a tomar definiciones sobre el equipo económico.
El Presidente no escucha a los que le advierten un potencial problema. “Cada vez que lo necesite estuvo acá”, les responde el Presidente a los que activan alguna alarma.
Las preocupaciones diarias y el estado de crisis permanente también impactan en su vida. El miércoles algunos se preocuparon por los gestos de cansancio de Fernández. La razón de ese estado fue que se desveló a la noche y prendió la televisión. Eran cerca de la 1.30 y justo estaban dando un documental que lo atrapó: “Vida de campeón”, la vida de Leopoldo Jacinto Luque.
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