Se profundiza la fractura interna y el Gobierno ya no evita exponer las diferencias entre el Presidente y su vice
La decisión oficial de admitir que Cristina no respondió un mensaje de Alberto Fernández profundizó el cruce de acusaciones que se inició con el episodio de los piedrazos al despacho del Senado; la relación en su peor momento
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A horas de lograr la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sin el respaldo del kirchnerismo, el Gobierno oficializó la ruptura entre las dos máximas autoridades del Poder Ejecutivo. Salvo por los saludos protocolares del 1 de marzo, Alberto Fernández y Cristina Kirchner no tienen diálogo desde hace dos meses. El último intento fue cuando el Presidente buscó comunicarse con la vicepresidenta sin éxito tras el ataque que sufrió en su despacho hace una semana.
El entendimiento con el FMI fue la excusa, la relación estaba terminada hace tiempo. El último intercambio sobre temas de gestión fue durante la gira por Rusia y China. Solo unos mensajes a través de Telegram, nada más.
“Nos votan en contra. ¿Qué diferencia querés?”, se atajaron cerca del Presidente tras la conferencia que protagonizó la portavoz Gabriela Cerruti, donde comunicó que el mandatario no obtuvo respuesta de la expresidenta. “Las relaciones personales son personales y las políticas son otra cosa”, agregó la funcionaria en su habitual presentación de los jueves.
Según confiaron fuentes oficiales, no hubo una estrategia detrás de la frase, que sirvió para ratificar el estado del vínculo. Pero horas después, desde Salta, el jefe del Estado volvió a dejar un mensaje para adentro del Frente de Todos. “Escucho hablar mucho que nuestras ideas para poder hacer frente van a significar ajustes. ¿Dónde están los ajustes? Explíquenmelos”, lanzó Fernández en un claro señalamiento hacia La Cámpora, agrupación que lidera Máximo Kirchner.
Así, el Presidente volvió a defender el acuerdo con el organismo multilateral de crédito, que hoy logrará sanción en la Cámara de Senadores.
La frase de Cerruti, en tanto, cayó muy mal en el kirchnerismo duro. Rápida de reflejos, la vocera presidencial buscó encapsular el tema. “Lo dijimos varias veces ya, desde que sucedió el jueves pasado. El presidente de la Nación le envió un mensaje a su secretario privado y a la vicepresidenta, en el momento en que estaban sucediendo los hechos. Poniéndose, por supuesto, a disposición para lo que hiciera falta. No tuvo respuesta, pero creo que lo respondimos más o menos 17 veces desde el jueves pasado hasta ahora”, sostuvo.
Todo se da en medio de una escalada de tensión entre el Presidente y La Cámpora, que acusó a Fernández de no condenar públicamente los incidentes en el Congreso. Andrés Larroque, ministro bonaerense y secretario general de la agrupación, fue el encargado de dejar en claro el malestar. Dijo, en un tuit, que aturdían “el silencio y la parsimonia del Gobierno”, en un mensaje al Presidente y a su núcleo más fiel de funcionarios.
“Somos una coalición que tiene diferentes miradas internas sobre los temas, avanzamos convencidos de que la unidad no sólo del Frente de Todos, sino de todos los argentinos es fundamental en este momento. Sobre relaciones personales no comento, las relaciones políticas entre el Presidente, la vice, el Senado y Diputados están armoniosas y llevándose adelante”, profundizó Cerruti.
Pero lo cierto es que la tensión está en un pico. Según publicó el diario Clarín, el diálogo entre el Presidente y Larroque arrancó mal y terminó peor. “Pero Cuervo, ¿cómo me hacés eso? Nosotros venimos charlando y me ponés eso en Twitter. Yo no puedo tolerar más esto: Cristina no me atiende y encima me están atacando”, lo habría cruzado el mandatario.
La unidad del oficialismo es un argumento al que suele aferrarse el Presidente. Pero Cristina Kirchner no coincide con esa mirada. Según publicó LA NACION, el último martes la vicepresidenta habló con representantes de organismos de derechos humanos ante quienes enfatizó que la “unidad” es un valor que por sí mismo no garantiza nada.
Con la relación en su peor momento, los más optimistas se aferran a la esperanza de que un encuentro entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner podría ordenar los desbarajustes internos. Se trata del grupo de moderados que rodea al mandatario, los únicos que apuestan por esta posibilidad. El resto solo ve más conflictos por delante.
Un dato sirve para avizorar el futuro: mañana, cuando el Presidente lance la “guerra” contra la inflación no habrá camporistas presentes, mucho menos funcionarios cercanos a la vicepresidenta.
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