Se necesita idoneidad antes que obediencia
Con repasar la política monetaria y cambiaria argentina de los últimos años, en especial la de 2015, se puede llenar bastante la agenda del nuevo Banco Central.
Primer grave error: no debe ser el Poder Ejecutivo Nacional quien decida la política monetaria y cambiaria. Por un lado, la excesiva expansión de dinero llevada a cabo supuso que la Argentina era lo mismo que Estados Unidos, sin tener en cuenta que nuestras autoridades económicas le quitaron 13 ceros a nuestra moneda en sólo 25 años. Por otro lado, el atraso cambiario apenas si contuvo el avance de la inflación, que durante 9 años superó casi siempre el 20% anual.
Esta política monetaria y cambiaria, de "muchos pesos y dólar bajo", buscó exclusivamente impulsar el consumo, sin incentivo alguno para la inversión y las exportaciones. Y esto es pan para hoy y hambre para mañana, si lo que se desea es tener crecimiento económico sostenido.
La insistencia en esta irresponsable praxis monetaria/cambiaria requirió de un directorio "obediente" en el ente rector monetario, que usualmente no va de la mano de la idoneidad necesaria para ocupar esos lugares. Además, cuando ya los pesos fueron muchos en relación al poder de fuego (los dólares) del BCRA, apareció el "cepo al dólar". Y como si esto fuera poco, se afectó severamente la Carta Orgánica de nuestro Banco Central, con su modificación. Ya no fueron obligatorios los programas monetarios, se pudieron canjear hasta hoy Letras Intransferibles (activos de calidad dudosa para el BCRA) por reservas internacionales, los adelantos al Tesoro ni son transitorios ni son extraordinarios y el sumiso directorio de la autoridad monetaria pudo distribuir al fisco utilidades "contables", aun a costa de tener casi un billón de pesos de patrimonio económico "negativo".
Después del intento Fábrega de recuperar al Banco Central con cierta dosis de autonomía, volvimos a las andadas desde hace 14 meses. La expansión monetaria vuela al 40% interanual y el peligroso atraso acumulado del tipo de cambio real dejó sin caja de dólares a la entidad monetaria, pese a la ruinosa operatoria en el mercado de cambios a futuro.
Hacia adelante, el nuevo Banco Central cambiará esta lamentable política que en los últimos cuatro años produjo mayor inflación con estancamiento económico. Tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo seguramente demandarán "idoneidad" en lugar de "obediencia", a la hora de cubrir las vacantes del directorio. El Banco deberá sincerar el valor del dólar oficial y tendrá que subir las tasas de interés, procurando recuperar el mercado único y libre de cambios lo más rápido posible. Un plan económico que genere confianza, con gobernabilidad y dólares posibilitarán la tan ansiada desaparición del famoso "cepo".
El autor es ex director del BCRA
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