Se adelanta la puja por la presidencia de la Corte y Lorenzetti suma apoyos en la política
Un sector del Gobierno, Macri y Larreta no ven con malos ojos su regreso; Rosatti también aspira al cargo y Rosenkrantz aún no define si buscará la reelección
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De forma anticipada, la elección del presidente de la Corte Suprema de Justicia ya es un tópico de debate en el Gobierno y en la oposición, incluso en medio de las corridas por el cierre de listas para las elecciones de medio término.
Carlos Rosenkrantz, impulsado junto a Horacio Rosatti para el máximo tribunal por el expresidente Mauricio Macri, está al frente de la Corte desde el 1° de octubre de 2018 y la votación para ese cargo podría tener lugar tras las vacaciones de invierno, en agosto.
Las facultades del presidente de la Corte quedaron licuadas cuando Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda reformaron la reglamentación para que las decisiones administrativas se tomen con las firmas de tres jueces, al menos. Sin embargo, ese puesto sigue siendo expectante por el poder que concentra dentro y fuera de los tribunales.
Ninguno de los jueces hoy tiene los votos necesarios para ser designado presidente del máximo tribunal. Desde afuera de los tribunales, la política coloca en una posición expectante a Ricardo Lorenzetti. El juez presidió la Corte durante 10 años, hasta que sus colegas le quitaron le apoyo para designar a Rosenkrantz, en un memorable acuerdo el 11 de septiembre de 2018, cuestión que tensó las relaciones entre los magistrados y potenció las desconfianzas.
Lorenzetti reúne hoy una característica singular: el oficialismo y la oposición no ven con malos ojos apoyarlo. Un sector del Gobierno considera que puede darle soporte para ser nuevamente presidente y a Mauricio Macri también le gustaría que regresara a ese sitial, lo mismo que el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
“Mauricio y otros más están trabajando para que Ricardo sea presidente”, dijo a LA NACION un colaborador del exmandatario. En el entorno de Rodríguez Larreta, en rol de precandidato presidencial 2023, uno de sus asesores en temas de Justicia dijo a LA NACION que no lo verían con malos ojos.
En Juntos por el Cambio destacan el respeto profesional y cariño personal que tienen sobre Rosenkrantz tanto María Eugenia Vidal, como Rodríguez Larreta y Macri, pero entienden que en momentos institucionales complejos no basta un juez que vea a la Corte solo como tribunal de última instancia.
De hecho, en la oposición extrañaron a un interlocutor cuando se trataron los casos del traslado de los camaristas Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia, cuando se discutía la apertura de clases en la Ciudad o durante el debate por la coparticipación. No tenían diálogo. Creen que en estos momentos es más eficaz para la política un presidente de la Corte que sea la cabeza del Poder Judicial, que solo juez de última instancia.
En el oficialismo, la posibilidad de una reconciliación entre Cristina Kirchner y Lorenzetti asoma compleja. La vicepresidenta identificó públicamente al juez como uno de los promotores del “lawfare”. Pero Lorenzetti tiene diálogo con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y el representante del Gobierno en el Consejo de la Magistratura, Gerónimo Ustarroz.
En ese escenario es que asoma Horacio Rosatti como otro de los candidatos para presidir la Corte. El exintendente de Santa Fe y exministro de Justicia de Néstor Kirchner está acostumbrado al vértigo de las postulaciones políticas, en donde todo puede cambiar hasta último minuto.
Ante los apoyos externos a Lorenzetti, en los Tribunales responden que los únicos que votan para elegir al presidente de la Corte son los cinco jueces. Por eso, enfatizan, lo que opine la política los tiene sin cuidado.
“Le va a sorprender, pero el próximo presidente de la Corte va a ser elegido por cinco votos, por unanimidad. El secreto es como hizo Raúl Alfonsín: tomar un café y buscar consensos. Uno, dos o tres cafés, los que hagan falta”, dijo un alto funcionario del Palacio de Tribunales, que vio otras votaciones para elegir al titular del máximo tribunal y sabe que será difícil unificar criterios en una corte donde priman las desconfianzas.
Explican allí que Lorenzetti puede tener consenso fuera de los Tribunales porque cada sector político cree que será oído cuando la coyuntura política lo amerite, pero los que votan son los jueces y hoy ninguno tiene asegurada una mayoría para ser el próximo presidente.
Lorenzetti ve en Rosenkrantz a quien lo corrió del sillón de presidente en un memorable acuerdo celebrado el 11 de septiembre de 2018. Rosenkrantz ve a Lorenzetti y piensa en las turbulencias que rodearon su presidencia a raíz de presentaciones judiciales, publicaciones en los medios o en redes. Difícil que se voten.
Juan Carlos Maqueda no quiere presidir el tribunal, al igual que Elena Highton de Nolasco. Rosenkrantz no dijo aún si se va a presentar a la reelección o no, aunque otros de sus colegas preferirían que fuera candidato así la negociación no se limita a dos contendientes. El voto de Rosenkrantz puede ser decisivo, aunque el juez hoy por hoy pone su energía en la resolución de los casos pendientes.
En la vocalía de Rosenkrantz afirman que “la cuestión es prematura” y el presidente del máximo tribunal cree que los jueces de la Corte “primariamente deben abocarse a sus funciones jurisdiccionales, es decir dictar sentencias, por las altas responsabilidades que tienen”.
Las facultades del presidente de la Corte quedaron licuadas cuando Rosatti, Lorenzetti y Maqueda reformaron la reglamentación para que las decisiones administrativas se tomen con las firmas de tres jueces, al menos. Sin embargo, ese puesto sigue siendo expectante por el poder que concentra dentro y fuera de los tribunales.
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