Schiaretti, el jefe del PJ cordobés con el que Macri se siente cómodo
CÓRDOBA.- Juan Schiaretti, quien busca su reelección como gobernador, transitó toda la campaña -y la mayor parte de su gestión- sin dar entrevistas. No aceptó la invitación al diálogo de LA NACION. Sus declaraciones, en general, se limitan a respuestas cortas al cierre de un acto o son piezas publicitarias. No mencionó a sus rivales en la previa. A punto de cumplir 70 años, militó siempre en el peronismo. Es uno de los referentes de Alternativa Federal a nivel nacional.
Llega a esta elección sin su socio de siempre, el exgobernador José Manuel de la Sota. La muerte del dirigente -más allá del dolor personal por el vínculo que tenían- implicó que su liderazgo hoy no tiene competencia en el PJ cordobés. Los candidatos que lo acompañan en la fórmula y en la ciudad de Córdoba -Manuel Calvo, Martín Llaryora, Daniel Passerini- integran el "semillero" del que deberá salir la obligada renovación del partido.
Durante la dictadura militar se exilió en Brasil. Fue muy cercano a Domingo Cavallo, militaron juntos en el integralismo universitario y en su gestión durante el menemismo fue primero subsecretario de Integración Latinoamericana y, después, secretario de Industria y Comercio.
En 1993 fue primer diputado nacional por Córdoba precisamente por el peronismo que lideraba Cavallo; en 1994, fue designado -después del "santiagueñazo"- interventor federal de Santiago del Estero. Con De la Sota gobernador, en 2002 fue ministro de Producción y Finanzas provincial, y un año después, candidato a vice de su socio político.
En 2007 fue electo por primera vez gobernador por una diferencia de 14.000 votos con Luis Juez, hoy candidato a intendente por Cambiemos Córdoba; fue un escrutinio polémico y judicializado. En ese mandato rompió con Cristina Fernández de Kirchner; la principal diferencia fue la resolución 125, por las retenciones al campo. En 2013 encabezó la lista legislativa y fue diputado nacional dos años más, hasta acceder a su segundo mandato.
Tiene buen vínculo personal e institucional con Mauricio Macri. La relación se forjó en los tiempos del cordobés en Fiat Brasil cuando el actual presidente estaba al frente de Sevel. Schiaretti lideró las discusiones de los gobernadores con la Nación y se lo llegó a tildar del "más macrista" de los peronistas. Tiene un contacto aceitado con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien supo asesorar a De la Sota.
Esas cercanías son la base de las especulaciones de un "pacto" con la Casa Rosada para que la alianza peronista siga en Córdoba; siempre fue desmentida por las dos partes.
Su última gestión está marcada por la obra pública. La gran apuesta fue una red troncal de gasoductos licitada por primera vez por De la Sota y que terminó con una denuncia porque aparecía en el listado de la causa brasileña Lava Jato. El proceso se cayó porque el kirchnerismo nacional no dio los avales y Schiaretti la relicitó. Uno de los tramos fue adjudicado para Odebrecht; ante las denuncias judiciales de la oposición, el gobernador planteó: "No aceptamos las coimas. Los preocupados son otros. Odebrecht quiere que la dejen hacer obras". Intentó tomar distancia del escándalo.
El endeudamiento para sostener la inversión en obras es otro blanco de las críticas opositoras; en el próximo período se deben afrontar pagos por $107.453,8 millones (la mayor parte está dolarizada) entre capital e intereses. Equivale a casi la mitad de los ingresos presupuestados para este año. Otro punto crítico es la Empresa Provincial de Energía (Epec), que tiene una de las tarifas más altas del país y que la oposición define como "vaciada".
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