Scalera, un fiscal que conoce de paradas difíciles
El fiscal general adjunto de Lomas de Zamora, Sebastián Scalera, está acostumbrado a los desafíos. Ahora está frente a frente con Hugo Moyano, el sindicalista más poderoso del país. Quiere meter preso a su hijo Pablo por su connivencia con la barra brava de Independiente, dedicada a extorsiones y lavado de dinero. La considera una asociación ilícita.
Pero Scalera ya sabe lo que son las paradas difíciles. Su antecedente más resonante fue la detención de Jorge Castillo, el Rey de La Salada, la megaferia a orillas del Riachuelo. Por ese caso descabezó a las delegaciones departamentales de la policía bonaerense de Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda, que lo amparaban.
Con 44 años, Scalera también coordina una Unidad de Delitos Complejos de Lomas de Zamora. Es un judicial: antes del fuero penal, trabajó desde abajo en los tribunales laborales de ese distrito.
El procurador bonaerense, Julio Conte Grand, depositó en él su confianza y Scalera, que no es peronista, comparte las reformas judiciales que impulsa María Eugenia Vidal. Pero no tiene nexos conocidos con el poder político ni trato con Mauricio Macri.
Ingresó en la Justicia en 1995. En 1999 llegó a secretario de la fiscalía penal. En 2006 fue ascendido como fiscal de juicio. Hasta que en 2015 fue designado fiscal adjunto, estuvo 10 años llevando adelante procesos orales contra policías corruptos y delincuentes comunes.
Es de la zona sur, futbolero e hincha de Banfield. Aunque ya no pisa el estadio del Taladro, recibió a los barrabravas de Independiente que, como arrepentidos, le dieron evidencias para avanzar contra los Moyano y el poder real en el club de Avellaneda.
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