El filósofo Santiago Kovadloff participó de Mesa chica, el programa conducido por José Del Rio, en LN+, y compartió un profundo análisis sobre la coyuntura política y social del país. "La realidad no es rara, es lamentable; pero además goza de un grado de transparencia dramática. Cuando los datos enojan es porque la verdad ofende", comenzó el filósofo.
Para Kovadloff, la concepción del trabajo como recurso de construcción de identidad cívica se fue olvidando progresivamente y se fue subestimando en favor de un prebendarismo estatal.
"La reducción al Estado prebendario de la iniciativa privada, de las instituciones de la República no tiene otra finalidad que instaurar modalidades autoritarias de poder: la palabra única, el silencio general, el "yo" que se dice vocero del "nosotros". El populismo no es peligroso porque ayuda a los pobres, sino porque los explota; el populismo no es peligroso porque es de derecha o de izquierda, sino porque es autoritario en cualquiera de sus formas y aspira a reducir la ley al poder del mandatario", analizó.
Para el ensayista estamos "más cerca del siglo XIX que del XXI". En una férrea crítica social en torno a la decadencia de las instituciones, Kovadloff hizo hincapié en la libertad como un bien que debe ser siempre buscado y defendido. "Quienes defiendan la República tienen que entender la deuda que tenemos con el porvenir. Cerca del 9 de Julio, debemos recordar que la independencia se nos fue brindada como tarea y no como hecho consumado, la libertad es un bien que debe ser permanentemente defendido y construido, los liderazgos caudillescos paralizan el pensamiento crítico. Necesitamos una palabra dialógica y no autoritaria".
Para Kovadloff la libertad de prensa está en peligro, pero no se refirió a la reciente campaña contra periodistas opositores, sino que consideró que existe un deterioro de la palabra en boca de quienes ejercen las funciones públicas fundamentales, un silencio en torno a ciertos delitos. "No hace falta embestir contra los periodistas, que por supuesto es gravísimo, pero ya cuando en el ejercicio del poder público la palabra es pretextual y no un recurso de convivencia allí la libertad está comprometida", opinó.
Asimismo, criticó el silencio del presidente de la Nación, Alberto Fernández, frente a algunos hechos delictivos y consideró que la palabra del mandatario está devaluada por sus propias ambivalencias. "Estamos ante el silencio angustiante del Presidente, que es autodenuncia, un silencio que por su espesor es negación de la Constitución Nacional. Cuando decimos que la democracia está en peligro decimos que no se la defiende de conformidad con la ley, sino que se quiere que la ley se subordine prostibulariamente al poder".
En un análisis sombrío de la Argentina, calificó a la sociedad de ser un pueblo errático, que tiene una educación cívica frágil y que cuenta con una Justicia que también ha fracasado en la búsqueda de una equidad social. "Pasamos de un gobierno que puede desilusionarnos a otro que no nos promete la posibilidad de salir del deterioro, sino simplemente dejar atrás aquel mal que padecíamos para terminar reencontrándonos con él. El gran desafío de la Argentina es tener porvenir porque le sobra pasado", expresó.
Ante este escenario, el filósofo pregonó por una transformación cualitativa de la sociedad y calificó como fundamental la posibilidad que tiene en sus manos la dirigencia política argentina, que debe aprender de su fracaso. "Deben educarse si quieren tener porvenir, de lo contrario están condenados a la repetición, a la monotonía humillante y a condenar a sus pueblos a ser permanentemente frustrados", concluyó.
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