Santiago Caputo. Los misterios detrás del monotributista que finalmente fue contratado ayer y que es furor en las redes
El propio Presidente lo definió como el cerebro detrás del triunfo libertario; según él, trabajó para otros candidatos; no registra ninguna relación de dependencia ni ingresos
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Las últimas semanas de trabajo legislativo han sido de intensa negociación, en la que en medio de la redacción técnica y de contenido de la ley ómnibus, se puso en juego la personalidad y estilo de los nuevos mediadores entre el Ejecutivo y el Congreso. Uno de los protagonistas decisivos fue Santiago Caputo, un emisario de Javier Milei que hasta ayer no tenía cargo y cuyo rol fue esquivo. Presentado originalmente como un “amigo” que ofrecía consultoría gratis, principalmente en temas de comunicación, tuvo en realidad un papel central (y, de acuerdo con diversas fuentes, por momentos contraproducente por su “soberbia”) en lograr el texto final de la norma.
En reuniones con dirigentes del Pro, UCR y otros bloques dialoguistas, trabajó con Martín Menem, titular de la Cámara, y Guillermo Francos, ministro del Interior -no siempre en concordancia-, para alcanzar una versión final. Estuvo encargado de evitar que el espíritu de “las bases de la reforma” que quería el Presidente no se desvirtúe en el tira y afloje del consenso. Una persona cercana al desarrollo de eventos en el Congreso dijo a LA NACION que “fue una suerte de garante, chequeó que otros funcionarios no negocien en contra de la voluntad de Milei”.
En el discurso triunfal del 19 de noviembre, el hombre que acababa de ser elegido presidente reconoció con nombre y apellido a solo dos personas de su equipo. La primera fue Karina, su hermana. Y después dijo: “Quiero agradecerle a ese gigante que me ha acompañado a lo largo de todo este proceso, ese gigante que suele mantenerse en la oscuridad. Se llama Santiago Caputo y es el verdadero arquitecto de esto, junto al jefe”. Sorprendió a muchos. El público en general no conocía al joven de 38 años al que Milei le adjudicaba ser el responsable de su victoria. El propio presidente electo lo conocía desde hacía solo dos años. Luis “Toto” Caputo, ministro de Economía y Nicolás “Nicky” Caputo, empresario y amigo personal de Mauricio Macri, son primos de su padre, Claudio Caputo, quien fue presidente del Colegio de Escribanos de Buenos Aires y falleció el año pasado.
Desde ese entonces, Caputo adquirió notoriedad con etiquetas como “gurú”, “ministro del pensamiento”, “el cerebro detrás” y el “peaky blinder libertario”, entre otras. Este último mote se debe al parecido en estilo y misterio que rodeaba a los hermanos Shelby que protagonizan la serie de Netflix de la posguerra en Birmingham, Inglaterra. Despertaron especial interés el desconocimiento sobre su influencia real y detalles en su apariencia, como sus tatuajes -sobre todo, los “premonitorios”-.
Es una de las personas de mayor relevancia en el Gabinete, que hasta ayer no había sido designado como funcionario público, lo cual despertó polémica porque teniendo un rol fundamental en el Gobierno no estaba sujeto a las restricciones, prohibiciones y obligaciones de la ley de ética publica, como presentar una declaración jurada patrimonial. Fue contratado como asesor presidencial bajo la modalidad de “prestaciones de servicios profesionales autónomos”, cargo que no tiene nivel jerárquico. Está contemplado de manera genérica por las normas que aplican a los funcionarios, pero en principio no tiene la obligación de presentar una declaración jurada patrimonial (algo reservado para directores nacionales para arriba y casos específicos), aunque la Oficina Anticorrupción podría solicitarlo por su relevancia. Estará bajo la órbita de Karina Milei, hermana del líder libertario y secretaría General de Presidencia, según confirmaron fuentes de Casa Rosada (aunque no ofrecieron los papeles oficiales).
Es de quienes pasan tiempo prácticamente a diario con el presidente, en la Rosada y en la quinta de Olivos, quien participa de las reuniones más importantes y es quien le lleva ideas respecto de cómo transmitir las medidas a la sociedad, cómo pararse respecto de los temas de agenda y la estrategia de comunicación general. “Es su mesa chica”, dijeron. El joven consultor logró un vínculo con Karina Milei, aunque el Presidente lo siente estrictamente “propio” y lo considera una herramienta para controlar directamente a parte de su gabinete. Varias fuentes describen que, sin embargo, hay tensión entre Caputo y “el jefe”.
Para la AFIP, fue prácticamente un desconocido hasta 2014, cuando ya tenía 29 años. Recién en ese momento se inscribió ante el organismo recaudador como monotributista. Actualmente sigue en este régimen, en la categoría B, la segunda más baja. Quienes están dentro de esta escala facturan hasta unos $2.103.025,45 anuales, un promedio de $175.000 mensuales, aproximadamente. Es la única constancia de trabajo que registra al momento y en el tiempo previo a ingresar “informalmente” al gobierno libertario.
Caputo nunca registró una relación de dependencia, hasta ahora. En su entorno explican que se debe a que trabajó mayormente como consultor con ingresos en el exterior, aunque no confirmaron si tiene domicilio fiscal afuera (es decir, si tributa en otro país). Dos de las personas que recurrieron a sus servicios como “estratega” dijeron que trabajó gratuitamente. En informes públicos no figura que sea titular de una tarjeta de crédito a su nombre. Los sistemas bancarios del país no reportan movimientos crediticios con él como titular.
Se sabe y fue transmitido desde La Libertad Avanza que Caputo fue parte de una consultora de comunicación política llamada Move Group, con oficinas en la Argentina, Brasil y Estados Unidos, con la que trabajó con múltiples políticos locales e internacionales. Tiene como actividades principales la realización de estudios de mercado, de encuestas de opinión pública, procesamiento de datos y servicios de diseño especializado (diseño de indumentaria, diseño gráfico, actividades de decoradores, etc., inclusive). Fue discípulo de Jaime Durán Barba, el gurú macrista, aunque después tomo un camino conceptual propio.
Según fuentes cercanas a Caputo, él se desvinculó “hace años”. LA NACION supo, no obstante, que sigue vinculado a gente clave de la firma. La sociedad que controla la página web de la consultora (la única que figura con responsabilidad empresarial detrás de la firma) se denomina Green Consult SRL (antes llamada Opinión Confidencial SRL). De acuerdo con bases de datos públicas, figuran como firmantes de cheques Guillermo Garat (elegido por Milei para ocupar la estratégica vicepresidencia de Relaciones Institucionales, Comunicación y Marketing de YPF) y Tomás Vidal, un consultor vinculado al Pro al que Rodrigo Lugones le habría cedido el 95% de su participación en la sociedad. Caputo no figura en ningún instrumento de acceso libre.
En el Boletín Oficial, la última modificación publicada en 2019 indica que Diego Carlos Hampton (conocido como Derek Hampton) y Tomas Eduardo Vidal ejercen la representación como gerentes designados de manera independiente, indistinta y autónoma de la empresa.
Desde 2017 la consultora recibe fondos de distintos gobiernos para la elaboración de encuestas. En octubre de 2023, percibió $225.604.309,44 de CABA para hacer encuestas telefónicas y focus groups. En 2022 trabajó múltiples veces para la municipalidad de Quilmes, terruño de Mayra Mendoza, aunque no se aclaró por qué monto. A lo largo de los años, participó en licitaciones y contrataciones directas para la administración de Mauricio Macri, de Horacio Rodriguez Larreta y de María Eugenia Vidal, entre otros. Dos de sus socios, Lugones y Garat, colaboraron en esta última campaña con Eduardo “Wado” De Pedro y Patricia Bullrich.
Belén Stettler, la exsecretaria de Medios, llegó a la gestión de la mano de Caputo. El consultor -que todavía no tiene un cargo formal-, colonizó las oficinas de comunicación de algunos ministerios, sostienen fuentes al tanto de los movimientos internos. Será el número uno del área, aunque el grupo que lidera ya enfrenta una “internita” (como describen ciertos involucrados) con un grupo de jóvenes que se encargó de la ejecución de los mensajes de Milei por redes sociales, especialmente TikTok, la que está de moda entre los sub25. No están claras todavía las razones que provocaron la veloz partida de Stettler. También hubo ruidos con el secretario de Medios, Eduardo Serenellini.
Iñaki Gutiérrez y Eugenia Rolón, desplazados recientemente por haber republicado en la cuenta de Casa Rosada su propio mensaje de felices fiestas, se mostraban públicamente a la cabeza de este conjunto que algunos llaman “la banda del counter”, por el videojuego Counter Strike. Caputo había tenido encontronazos con estos jóvenes por haber mostrado imágenes del Presidente que “no debían” haber sido compartidas, como por ejemplo una de cuando Milei monitoreaba la manifestación de las organizaciones sociales desde el departamento central de la Policía. Gutiérrez subió una imagen a sus redes sociales en la que se veía un cartel con detalles del wifi del edificio y tuvo que borrarla.
Caputo comenzó a trabajar con Milei en 2021, de la mano de Ramiro Marra, excandidato a jefe de gobierno porteño y Eugenio Casielles, legislador porteño. De acuerdo con diversas fuentes, ellos (que se consideran socios) armaron un equipo para el libertario al que sumaron a Caputo. En parte, porque ambos compartieron colegio, el Manuel Belgrano, aunque ninguno de los dos fue con él al mismo curso. En rigor, el vínculo con Marra y Casielles se trazó más intensamente entre 2015 y 2019, cuando se cruzaron en otras campañas de las que participaron, como la de Roberto Lavagna.
Videos y fotos de Caputo tienen más de un millón de visitas en redes sociales. Muchos lo comparan con el excanciller Santiago Cafiero quien, como él, era elogiado por su atractivo físico. Caputo tiene una afición por los tatuajes en cirílico (alfabeto ruso) y por los cigarrillos Marlboro. Incluso se tatuó, en agosto de este año, la imagen de una premonición de 1941 de Benjamín Solari Parravicini acerca del “hombre gris”, que rezaba: “La Argentina tendrá su ‘revolución francesa’ -en triunfo, puede ver- sangre en las calles si no ve el instante del hombre gris”. Otra de sus “profecías” dice: “El hombre humilde en la Argentina se allega para gobernar. Él será de casta joven y desconocida en el ambiente, más será santo de maneras, creencias y sabiduría”.
Su esposa, Ángeles María Garbers, es economista y trabajó en la Legislatura Porteña, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Banco Ciudad. Con ella tiene dos hijos.
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