Santiago Cafiero y “Wado” De Pedro: de prendas de negociación a principales articuladores de la tregua
El jefe de Gabinete y el ministro del Interior se erigieron como embajadores de ambos bandos para cerrar un pacto; los puestos de los dos estuvieron en juego durante la negociación
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La inusitada crisis que se abrió entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner por la derrota electoral y la continuidad del equipo de gobierno derivó en una situación muy peculiar. El ahora exjefe de Gabinete, Santiago Cafiero (mano derecha del Presidente) y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro (el hombre de la vicepresidenta en Casa Rosada) se convirtieron en prenda de negociación para abandonar sus cargos, como una posible solución salomónica para llegar a una tregua política.
Finalmente, ninguno se irá del gabinete, aunque Cafiero cayó en el organigrama de ministro coordinador a canciller. Fernández cedió así al pedido de Cristina de correr a su mano derecha de la conducción del equipo de Gobierno. De Pedro, tras haber desatado el tembladeral con su “carta abierta” de renuncia, seguirá en su lugar. A pesar de que sus cargos estuvieron todo el tiempo en juego, fueron ellos mismos los que se erigieron como negociadores de los cambios de gabinete en el Frente de Todos.
Ayer, cada accionista del oficialismo se quedó en su propio territorio, manteniendo una prudente distancia física. Fernández arrancó la jornada en Olivos y la continuó en Casa Rosada, donde recibió a algunas de las figuras que sonaron como potenciales ministros. Cristina se recluyó en el Senado. Allí cobijó a De Pedro, que desde que sorprendió al Presidente con su carta de renuncia causando un fuerte cimbronazo interno, ya no volvió a Balcarce 50. Y Sergio Massa se mantuvo en todo momento equidistante, en territorio neutral. Ayer, por ejemplo, estuvo en el ministerio de Transporte que comanda Alexis Guerrera, de su riñón.
En el medio de las frenéticas negociaciones para confeccionar un gabinete nuevo, que permita dejar atrás el quiebre interno, comenzaron a moverse con llamados y encuentros fugaces distintos funcionarios de primera y segunda línea. Cafiero salió en tres momentos del día a reuniones para “tratar de cerrar acuerdos” dijeron en su entorno. En algunas de esas salidas se encontró con De Pedro, con quien no veía cara a cara desde que se desató la crisis interna, con la catarata de cartas de renuncia de la troupe kirchnerista del martes.
También tendieron puentes y contactos el jefe de la bancada oficialista y líder de La Cámpora, Máximo Kirchner; la titular de Anses, Fernanda Raverta (otra de las que presentó una carta escrita y pública de renuncia) y Gabriel Katopodis (Obras Públicas). Este último terminó su jornada en el despacho del Presidente.
Massa, en tanto, actuó como “celestino” en el inicio de las tratativas para alcanzar la pax política, pero luego se preservó en un lugar prescindente y neutral, para evitar protagonismo en el inédito conflicto interno. “Salió a bancar al Presidente tras la derrota y se puso a mediar, más no puede hacer”, señalaron cerca del líder del Frente Renovador.
Una gestión empantanada
El martes, tras las renuncias en masa del bloque kirchnerista, muchos de los ministros albertistas que se reunieron en el ala presidencial de la Casa Rosada con Fernández se habían pronunciado por romper la coalición de gobierno. En esa reunión hubo al menos 12 funcionarios. Pero los colaboradores del jefe de Estado con mayor gimnasia política insistieron con sostener la unidad, por más traumático que fuera.
Según pudo reconstruir LA NACION, Fernández quiso “parar la pelota” y tomarse algunas horas. Pero, con un pequeño grupo, había comenzado a trabajar lentamente en su nuevo equipo el jueves recluido en Olivos. A pesar de que la crispación con la vicepresidenta era total por el alzamiento de los kirchenristas de su gabinete, la intención era proponerle un nuevo equipo a la vicepresidenta para dejar atrás al caos.
Todo se embarró en horas del mediodía cuando desde la Presidencia trascendió mediáticamente que Fernández le había aceptado la renuncia a De Pedro, como quien redobla la apuesta. Varios canales, incluso los oficialistas, dieron por desplazado al ministro del Interior. Tuvo que salir la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra -que habló por Fernández- a hablar on the record para aclarar que el Presidente no había aceptado oficialmente ninguna renuncia.
Ese bleff comunicacional fue leido por Cristina Kirchner como una operación en su contra a la que respondió con su explosiva carta abierta, en la que apuntó sin matices contra el secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi.
Así fue que la situación del vocero presidencial, amigo del jefe de Estado y quien lo siguió a sol y a sombra en lo que va de la gestión se resolvió al margen del nuevo gabinete. Fernández no lo sostuvo y Biondi presentó su renuncia indeclinable al cargo antes de que se anunciara el nuevo equipo.
Ayer, el kirchnerismo se mostraba más receptivo a encontrar una salida vía un nuevo gabinete negociado. “Lo importante hoy es encauzar todo para llevar adelante las políticas necesarias para recuperar el bolsillo de la gente”, dijeron desde su entorno.
Cerca del Presidente replicaron: “El frente es más grande y la unidad es lo que debemos trabajar hoy para salvarlo. ¿Se puede? Claro, es política”.
Tras una semana de conflicto en escalada, hoy asomaron algunas banderas blancas. La paz, sin embargo, sigue siendo frágil.
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