Sandra Pettovello exhibe su estilo de gestión: influencia directa en Milei, perfil extra bajo y desdén por la política
En el Gobierno reconocen la cercanía de la ministra con el Presidente y con su hermana, tanto como su desinterés por desarrollar una carrera propia y su estilo “implacable” ante los errores de sus subordinados
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El pasado jueves, que es uno de los días que Javier Milei dedica a trabajar en Casa Rosada, el Presidente se retiró en auto de la sede de gobierno al atardecer. Al vehículo se subió la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. A nadie le sorprendió la cercanía que exhibió la escena. Ella es una primus inter pares dentro del gabinete por la relación de confianza que tiene con Milei y por el peso de su opinión en la consideración presidencial.
“Para entender al Gobierno hay que saber que el ‘mileísmo’ son Javier, Karina y Sandra”, dice a LA NACION un testigo directo del vínculo. La hermana del Presidente, que confía en poquísimas personas, también tiene buena relación con Pettovello. Por eso, según dicen en el Gobierno, la ministra de Capital Humano tendrá entrada libre a Olivos y un espacio allí para trabajar, una posibilidad que sólo compartirá con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse. “Ella, como Karina, defiende los intereses de Javier por sobre todas las cosas, lo cuida”, dice un colaborador de La Libertad Avanza.
Quienes conocen de cerca a Pettovello aseguran que no llegó al cargo para hacer una carrera política ni para llegar a ningún otro lugar. El máximo objetivo de la licenciada en Ciencias de la Familia por la Universidad Austral siempre fue aplicar en el país su idea de capital humano –en homenaje al profesor de la Escuela de Chicago, Gary Becker– y tener la botonera para cambiar el modelo de asistencia social. La posibilidad se le abrió de la mano de Milei, que le creó un superministerio a su medida que incluye las áreas de Trabajo, Educación, Desarrollo Social y Cultura (a último momento se decidió que no incluyera también Salud). “No pretende tener carrera política. No está ahí para ser gobernadora”, grafican en su entorno.
Tras un mes de gestión, Pettovello ya mostró su impronta en su supercartera, bajó lineamientos y atravesó los primeros sinsabores de la actividad pública. La ministra ya está tironeada por los nombramientos en las dependencias que están bajo su órbita y que tienen capilaridad en todo el país. Toda la vida, el área social fue una poderosa maquinaria política para tener llegada directa al territorio. Algunos en el Gabinete le reclaman a la ministra que reparta esos cargos con un criterio de pago político, para ampliar los apoyos a la Casa Rosada. “Ella está resistiendo, quiere designar a los de línea”, reconocieron cerca de la funcionaria.
Un colaborador libertario apuntó: “No quiere nombrar directores políticos… pero sí quiere tiene el poder de echar a un ministro por su ascendencia en Javier”.
La otra instrucción que bajó Pettovello es que no quiere utilizar las dependencias de su cartera para exhibir un “Estado presente” a través de una ventanilla. “Quiere que la gente tenga que hacer una sola fila, está pensando en una simplificación”, dice un colaborador estrecho de la ministra.
Pese a que habitualmente se la escucha despotricar desde las vísceras contra la “casta”, Pettovello tiene su costado pragmático. No sorprendió, por caso, que ella se haya reunido con los diputados de La Libertad Avanza horas antes de que Milei recibiera a su bloque a la Casa Rosada. Algunos dirigentes entendieron que fue ella la que aconsejó la convocatoria presidencial.
La ministra se rodeó de colaboradores de extrema confianza. Su mano derecha es Marcelo Basilotta, el expresidente del Consejo Deliberante de General Rodríguez (ingresó en 2023 por Juntos por el Cambio). “Con Sandra nos une una amistad de años, nos criamos juntos prácticamente y ella es casi de mi familia porque es la sobrina de mi cuñada”, dijo Basilotta al explicar su salto al gobierno nacional libertario. Pettovello quiso incorporar como virtual jefe de gabinete a Fabián Perechodnik, diputado bonaerense y un todoterreno de la política, a quien conocía por una amiga en común. Pero finalmente no hubo buena química para oficializar su desembarco.
Cerca de Pettovello aseguran que quiere cultivar relaciones con algunos actores vinculados a su área, pero no con todos. A los movimientos sociales no dio ni señales de querer recibirlos. Por el contrario, apenas asumió, buscó golpearlos al eliminar los certificados de asistencia que otorgan las organizaciones a los beneficiarios de los planes sociales con el objetivo de cortar con la intermediación.
En cambio, la ministra busca empoderar a la Iglesia y los movimientos evangélicos en su rol asistencial. La ministra decidió que los productos que habían sido comprados por la gestión anterior para el reparto de cajas navideñas (en el Ministerio de Capital Humano aseguran que “solo eran budines, garrapiñadas y turrones” en malas condiciones de almacenamiento) fueran repartidos a entidades religiosas.
Un referente de Pro analizó: “Nosotros fuimos desarrollistas, nunca hubiéramos cortado la obra pública. Los libertarios recortan todo y, supuestamente, dejan la billetera abierta solo para el asistencialismo directo con los más vulnerables”.
La inexperiencia en la gestión también le trajo algunos problemas a Pettovello. La reunión que la ministra tuvo con el titular del sindicato del Comercio, Armando Cavalieri, salió mal para la funcionaria. En el preciso momento en el que la Casa Rosada buscaba exhibirse intransigente con las reformas plasmadas en el decreto de necesidad y urgencia (DNU), el titular de uno de los gremios más grandes del país anunció que adheriría al modelo de fondo de cese laboral que impulsa Milei en reemplazo de las indemnizaciones. Pero también dijo que el Gobierno le había asegurado que su sindicato iba a poder sostener las “cuotas solidarias”, un sistema adicional de recaudación sindical a través de aportes de trabajadores no afiliados al gremio.
El episodio primero pareció un típico “toma y daca” destinado a abrir una cuña entre los popes gremiales en un contexto de enfrentamiento con la CGT. Pero en la Casa Rosada el anuncio de Cavalieri cayó como un bombazo. Algunos dicen que provocó la furia de Posse. El de las cuotas solidarias era un capítulo central del DNU, destinado, justamente, a debilitar las cajas sindicales. La trama terminó con el despido del subsecretario de Trabajo, Horacio Pitrau, probablemente el funcionario con más experiencia previa en la cartera. El echado había avanzado con la gestión para Cavalieri, al punto que se llegó a redactar un dictamen de interpretación para que su gremio pudiera seguir cobrando las cuotas solidarias.
Cerca de Pettovello aseguran que en la charla con Cavalieri ella nunca confirmó que le concedería las cuotas solidarias. “Fue más un ‘lo vamos a analizar’, un ‘lo voy a tirar en la reunión de gabinete’”, dijo alguien cercano a la ministra. Fuentes sindicales dan otra versión, y aseguran que en la reunión quedó en claro que la idea era avanzar con un dictamen. Como sea, ella fue implacable a la hora de pasar un mensaje interno, y apartó a Pitrau a menos de un mes de asumir. “Es dura. No tiene problema de echar a nadie”, dicen en el Ministerio de Capital Humano.
Pese a que estudió periodismo, la ministra no quiere saber nada con la exposición pública y los medios. Casi no se le conocen entrevistas. A la hora de defender el proyecto del Gobierno en Diputados, optó por enviar a subalternos. Como Karina Milei, ella puede llegar a Milei sin pedir permiso y es ahí donde radica su poder en el mundo libertario.
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