San Martín: el bastión industrial que Cambiemos le arrebató al PJ dividido
El oficialismo busca volver a dar la sorpresa en un distrito que el kirchnerismo, Massa y Randazzo consideran propio
Cuando Carlos Malizzia y José Tamburrino decidieron renunciar a la fábrica en la que trabajaban desde los 16 años para armar su propia empresa, su jefe fue tajante: "Ustedes se van a morir de hambre". Era 1979. Malizzia tenía 31 años, Tamburrino, 38. Ninguno había terminado la primaria. Igual se arriesgaron: montaron un taller en el fondo de su casa, en el límite entre Villa Maipú y San Andrés, en el partido de San Martín.
Hoy, Malizzia y Tamburrino dirigen una fábrica de ventiladores de techo con diez empleados que vende 19 mil artefactos por año. Con 69 y 76 años, están para jubilarse, pero volvieron a arriesgar: comenzaron a fabricar filtros de gas y petróleo para Vaca Muerta. Filtros que no se hacen en el país. "Estamos haciendo fuerza, pero los quieren traer de afuera", dice Malizzia. No sabe qué mostrador golpear. Tampoco a quién llamar para frenar la ola de ventiladores de China. Los suyos tienen garantía de 5 años. Los chinos, de 72 horas desde la compra.
Malizzia y Tamburrino no tienen intenciones ni preferencias políticas para octubre, pero bien podrían haber sido el rostro de la campaña de Cristina Kirchner, Sergio Massa o Florencio Randazzo en San Martín, el distrito con mayor concentración industrial del conurbano, donde existen 4500 pymes y talleres industriales que sintieron de lleno el impacto de la recesión combinada con las tarifas y la apertura de importaciones.
El kirchnerismo, además, daba por descontada una amplia victoria en "el fondo" de San Martín, la franja de barrios obreros y villas que comienza detrás de la avenida Márquez (ruta 4) y se extiende hasta el camino del Buen Ayre. Randazzo, por su parte, contaba con el apoyo de Gabriel Katopodis, su principal aliado territorial y el único intendente que le queda en el conurbano. Massa, por último, nació en San Martín, origen que siempre tradujo en votos.
Pero el que ganó en las PASO fue Cambiemos. No sólo eso: consiguió uno de los mejores resultados del conurbano en un territorio opositor: 33,3% de los votos, contra 31,4% de Unidad Ciudadana, 17,3% de 1 País; 7,8% del Randazzo y 3,9% del FIT.
No sólo porque ganó donde esperaban, en el centro de San Martín y las zonas de clase media y alta de Ballester y San Andrés, sino en los barrios industriales y de clase media de Villa Maipú, Villa Lynch y Billinghurst. Y perdió por poco "en el fondo", en José Leon Suárez y Loma Hermosa, donde el FPV le había ganado 3 a 1 en 2015.
"Es cierto que fuimos la sorpresa de los «sin tierra», pero trabajamos mucho sobre nuestro voto consolidado y nunca dejamos de timbrear en los barrios. Ahora estamos caminando «el fondo» mucho más", dice Santiago López Medrano, ministro de Desarrollo Social de la provincia y referente de Pro en el distrito, donde Cambiemos trabaja con dos ex intendentes: Ricardo Ivoskus, un radical que supo integrar el kirchnerismo, y el peronista Carlos "Tato" Brown.
"La estrategia del Gobierno fue muy exitosa: lograron polarizar con el pasado y evitar el presente", le dice Katopodis a LA NACION. Agrega que a sus vecinos no los convenció algo concreto, sino las expectativas: "No hubo arreglos en escuelas, hospitales o comisarías. Es más, se caen a pedazos". Al final, cierra el círculo: "Si el peronismo iba unido, ganaba".
Lo mismo entiende Hernán Letcher, economista, dirigente piquetero y primer candidato a concejal de Unidad Ciudadana. "Lo decíamos antes de las PASO. Ahora sabemos que Katopodis representa ese 3% que nos faltó", deslizó con acidez, sin ocultar su malestar con el intendente, al que enfrentó en 2015, cuando Katopodis volvió del massismo.
Después de tener y perder a Katopodis y Brown, Massa apostó por los leales: su candidato a concejal es Juan Eslaiman, de 29 años, hijo del diputado Rubén Eslaiman. Consiguieron el mejor resultado fuera de Tigre y San Fernando, pero esperaban más.
Todos se creen en condiciones de conseguir más el 22 de octubre. Letchner apostará al discurso puro del kirchnerismo: sólo Cristina puede frenar el ajuste que impacta en trabajadores y pymes. Son los mismos destinatarios del massismo. "Nuestra carta son las propuestas y los técnicos de 1 País, que ya probaron cómo salir de la crisis", dice Eslaiman.
Mientras siguen sus propios lineamientos de campaña, Cambiemos y Katopodis se entregaron a una singular batalla: la de los carteles. Disputan en la calle y las redes sociales la autoría de las plazas construidas con el Fondo de Infraestructura Municipal: dineros que los intendentes le "arrancaron" a la provincia a cambio de aprobar el endeudamiento que pedía María Eugenia Vidal.
Esa batalla oculta otra menos simpática: las principales obras que Cambiemos publicita en San Martín están en los límites del partido o en los municipios vecinos, todos oficialistas. El mejor ejemplo es el Metrobus de la ruta 8, que contra toda lógica no empezó a construirse desde la avenida General Paz "hacia adentro" de la provincia, donde está San Martín, sino donde termina el territorio de Katopodis y empieza Tres de Febrero, de Cambiemos.
Esas desinteligencias entre Nación, provincia y municipio, que comenzaron en el kirchnerismo, impactan de peor manera en las zonas vulnerables "del fondo" de San Martín.
"Acá veníamos a tomar la leche después de la escuela. Nos enseñaban cocina, boxeo, jugábamos a la pelota. ¡Estaba recheto!", dice Zoe. Pero lo que la chica de 13 años señala es la cáscara incendiada del centro de prevención de adicciones (Cepla) de La Cárcova, la villa más poblada y emblemática de José León Suárez. El Cepla, que depende de la Sedronar, funcionó hasta 2015. Desde entonces quedó custodiado por un sereno que, por falta de pago, se fue hace seis meses. Lo prendieron fuego.
La duda por el destino de los chicos que antes pasaban la tarde en este Cepla se despeja al caminar 20 metros sobre las vías del tren San Martín, que por sobre el arroyo Suárez conectan La Cárcova con villa El Basural. "Ustedes acá no pasan. Y cuando vuelvan caminen mirando al piso", ordena el soldadito narco que se acerca en bicicleta. "Es por su bien", acota, educado. Como Malizzia y Tamburrino, seguramente no terminó la primaria. Y tampoco le interesa esta campaña.