Salud y Desarrollo Social, una fusión ministerial que se repite
Con el anuncio de la fusión de los ministerios de Salud y Desarrollo Social, la cartera sanitaria se une una vez más desde su creación, hace 69 años, con su "vecina" del edificio que comparten en la avenida 9 de Julio.
En la presidencia de Raúl Alfonsín, el médico sanitarista Aldo Neri estuvo dos años y medio al frente del entonces Ministerio de Salud y Acción Social. En 1983, hubo que adecuar la estructura ministerial heredada de los militares para cumplir con la Constitución Nacional, que hablaba de ocho ministerios. Entonces, se creó un ministerio que unificó cinco secretarías: Salud, Vivienda, Promoción Social, Familia y Minoridad y Deporte.
Hoy, con esa experiencia y el contexto socioeconómico, Neri no duda en opinar que, "es oportuno vincular las acciones (de los dos ministerios)". En diálogo con LA NACION, explica que eso "hace mucho a la armonía de los programas de ambos ministerios, que, en realidad, se complementan. Las divisiones son posibles en la medida en que la especialización lo demande, pero dentro del Estado hay muchas divisiones que son artificiales y costosas".
Confianza y eficiencia. Eso, para Neri, es lo más importante –y a la vez difícil– de lograr en la prestación de los servicios que se dividirán en adelante la ministra Carolina Stanley y el secretario Adolfo Rubinstein .
"Muchas acciones sociales son altamente costosas, no en términos de dinero, sino de confianza que hay que lograr en la población", comenta, a la vez que se recuerda que la Argentina posee un sistema sanitario muy fragmentado. "Una cosa es el hospital o el centro de salud público y otra, las obras sociales, con una estratificación brutal hacia adentro, y las prepagas. Esta fragmentación no ayuda para nada e implica, para los usuarios, diferencias y privilegios o carencias. Esto es un problema general del sistema y no particular de una jurisdicción –dice–.Es una expresión de la desigualdad de nuestra sociedad."
El país invierte en salud un 10% de su PBI. Es, para Neri, una cantidad "respetable", aunque no equivalente en la magnitud de los beneficios para la comunidad. Cita, por ejemplo, que 3 de cada 10 pesos del gasto en salud se destinan a cubrir medicamentos. "Y esto no se traduce necesariamente en más salud, sino que es una distorsión. El gasto tampoco representa siempre mejor atención. En el fondo, la salud no está democratizada: no es igual para todos."
Pero esto no solo ocurre en la Argentina. Es un problema en la región, como también lo señaló la Organización Panamericana de la Salud. Estados Unidos invierte alrededor del 17% del PBI en la atención de la población, mientras que países de Europa con los mismos o mejores indicadores de salud destinan el 9 o 10% del PBI.
"Pero eso no es algo que tenga que ver con una reorganización ministerial, como la que está aplicando el gobierno. En general, se debe a una política de largo plazo que no hay todavía. No de una coyuntura económica", afirma Neri.
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