Salidas forzadas de Gabinete por la interna del Frente de Todos y el veto político de Cristina Kirchner
El Gobierno sufre un cimbronazo por el desplazamiento del ministro de Defensa, Agustín Rossi, y de su par de Desarrollo Social, Daniel Arroyo; Fernández busca reemplazantes de su afinidad
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Las salidas anticipadas de Agustín Rossi y Daniel Arroyo del Gabinete de Alberto Fernández provocaron un cimbronazo en el Gobierno, que sufrió más de la cuenta el cierre de las listas de candidatos para las elecciones legislativas a raíz de las diferencias internas en el Frente de Todos, que quedaron nuevamente expuestas en la faz pública. El brusco recambio del elenco presidencial se asemeja, de ese modo, más a una depuración que a una oxigenación política.
La renuncia de Rossi al Ministerio de Defensa fue más traumática que el final anunciado de Arroyo en la cartera de Desarrollo Social. El dirigente santafesino quedó envuelto en una pelea impensada con Cristina Kirchner, a pesar de que en su provincia lo consideran un referente indubitable del kirchnerismo. El acuerdo táctico de la vicepresidenta con el gobernador Omar Perotti, para armar una lista común de cara a las PASO, lo dejó visiblemente desacomodado.
Tal vez por eso el “Chivo”, como se lo conoce en su pago chico rosarino, no dio el brazo a torcer cuando primero Cristina y luego Fernández le pidieron que declinara su pre-candidatura a senador nacional por Santa Fe. Según trascendió, la conversación con la Vice fue áspera, mientras que con el Presidente bordeó el tono de reproche porque, inicialmente, lo había alentado a dar la batalla electoral para marcarle la cancha al aceitoso gobernador Perotti.
Puertas adentro de la Casa Rosada, los funcionarios más cercanos al Presidente esperaban que Rossi entrara en razones y bajara su candidatura en Santa Fe, para que el Frente de Todos pudiera presentar una lista de unidad y tuviera más chances de ganar la elección en una provincia de las consideradas importantes en el escenario nacional. Pero la negativa del aún ministro esquilmó la autoridad de Fernández y prácticamente lo obligó a desplazarlo.
Ahora, comenzará la danza de nombres para suceder a Rossi en la cartera de Defensa: el primero en circular es el del embajador en Brasil, Daniel Scioli, que ya había sido mencionado como posible candidato pero recibió el veto de la mesa política en la que predominan Máximo Kirchner y Sergio Massa, quienes advirtieron que el perfil del exgobernador no encajaba con la pretendida representación electoral de todos los sectores de la alianza gobernante.
En el caso de Arroyo, el final estaba anunciado porque el propio ministro había dejado trascender su intención de regresar a la Cámara de Diputados y dejar atrás una gestión desgastante, por efecto del loteo del organigrama ministerial entre distintos sectores del Frente de Todos y, especialmente, de las organizaciones que pugnan por el control de los planes sociales y que no vacilaron en “operar” contra Arroyo cada vez que pudieron. Ocupará el lugar número 12 de la lista del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires.
La confirmación de Juan Zabaleta como el próximo ministro del área social del Gobierno desactivó, en los hechos, una bomba política en el Conurbano, donde el intendente de Hurlingham se disponía a plantarse frente a La Cámpora de Máximo Kirchner, así como antes lo había hecho su colega de Esteban Echeverría, Fernando Gray. Con un agregado de peso: “Juanchi” es uno de los armadores de lo que alguna vez se denominó “albertismo”.
El enfrentamiento de uno de los preferidos del Presidente con la agrupación que lidera el primogénito de la Vice no hubiera sido inocuo en la interna peronista bonaerense. Zabaleta resistió a los “pibitos”, como llaman despectivamente los intendentes a los dirigentes camporistas, y cuando el propio Fernández lo llamó al orden, tuvo margen para negociar el desembarco en el Gabinete, en una charla a solas que tuvo lugar en la quinta de Olivos.
Poder a los intendentes
El “gobierno de los intendentes”, como lo describen en el PJ versión frentetodista, sufrirá otras dos deserciones en las próximas horas: la del secretario de Obras Públicas, el cordobés Martín Gill; y del administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento, el entrerriano Enrique Cresto, ambos jefes comunales en uso de licencia (de Villa María y Concordia, respectivamente), que renunciarán para competir como candidatos a diputados nacionales.
Si bien en las semanas previas al cierre de listas se intensificó la presión para que Fernández cediera a su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, como candidato en la provincia de Buenos Aires, la resistencia interna del mandatario –que terminó designando a Victoria Tolosa Paz- fue ponderada entre los funcionarios de la Casa Rosada, que volvieron a mostrar confianza en el liderazgo presidencial, puesto en duda por el volumen político de Cristina Kirchner.
Pero la desprolijidad con la que se plasmaron las salidas de Rossi –que terminó anunciando su renuncia anoche en un estudio televisivo- y de Arroyo, precipitada por la desautorización que significó que lo ubicaran en el puesto duodécimo de la lista de diputados de la Provincia, generó un ruido político perjudicial para Fernández, que pensaba instrumentar el recambio del Gabinete tras las elecciones legislativas, una vez que se conociera el veredicto de las urnas.
Habrá que ver, de ahora en más, si los cambios en el Gabinete se trasladarán hacia las áreas más relevantes de la administración, como lo son Economía y la Cancillería, aunque tanto Martín Guzmán como Felipe Solá tuvieron en las últimas semanas largas reuniones a solas con el Presidente, que pareció asegurarles su continuidad. Por el momento, Fernández deberá afrontar en las próximas horas las salidas de Rossi y Arroyo, cuando regrese desde Perú.
Desde Lima, donde asistió a la asunción de Pedro Castillo, Fernández buscó ayer apuntalar su autoridad al advertir que los funcionarios que se anotaron como candidatos legislativos, deberán dejar sus cargos en el Gobierno. Habló de una “regla ética” no escrita en su gestión. Pero también es cierto que Rossi enfrentó a Cristina Kirchner y Arroyo recibió su veto político, a la hora de armar las listas de candidatos bonaerenses. Y la suerte de ambos quedó sellada.
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