Sabina Frederic al Ministerio de Seguridad: se busca de un giro en la política del área
Antropóloga de la Universidad de Buenos Aires, con un doctorado obtenido en Holanda y un posdoctorado cursado en Francia durante 2007 con el plan de trabajo "Profesionalización policial y violencia", Sabina Frederic se convertirá con 54 años en la cuarta mujer en ocupar el puesto más importante en el Ministerio de Seguridad luego de Nilda Garré, Cecilia Rodríguez y Patricia Bullrich, en una sucesión solo interrumpida por el breve paso de Arturo Puricelli. Su nombre puede resultar poco conocido para la opinión pública, pero su trayectoria técnica es bien conocida en las áreas policiales y militares desde su trabajo entre 2009 y 2011 como subsecretaria de Formación del Ministerio de Defensa.
Su perfil académico -fue directora, con rango de decana del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes entre 2005 y 2008- a veces puede tapar su experiencia práctica sobre las actividades de las fuerzas armadas y de seguridad. Sus numerosos escritos sobre política públicas de seguridad se sustentan no solo en bases teóricas, sino que se argumentan con observaciones directas del trabajo policial en el terreno de la acción pública y conversaciones con uniformados de todos los rangos, como en el caso del llamado Cinturón Sur. Su participación en grupos de estudios de políticas públicas afines al peronismo porteño hizo circular sus ideas entre aquellos que formarían el anillo interior de Alberto Fernández.
Una definición primaria y fundamental para empezar a conocer a la nueva ministra: hace fuerte su convencimiento sobre la necesaria separación entre las áreas de Seguridad y de Defensa. En eso están de acuerdo todos los verdaderos especialistas y todos los oficiales jefes policiales y militares de los últimos 20 años. Ese tema es la base de las políticas públicas en este área.
Técnica, de trato agradable y con conocimiento de la materia a tratar -en uno de sus informes describió en detalle la composición y forma de empleo de los destacamentos móviles de la Gendarmería- Frederic, que no pertenece ni tiene relación con el CELS, tendrá el desafío de trazar planes de mediano y largo plazo en un área de urgencias e inmediata exposición pública. En sus trabajos reconoció que una habitual falla de los investigadores sociales en sus intentos de conocer a las fuerzas policiales es el rechazo a tomar contacto con el sujeto de sus estudios. Con sus trabajos de campo buscó saltar esa brecha de desconfianza en procura de conocer la perspectiva de los uniformados sobre su actividad.
En esa tarea de observación reflejó las críticas internas de los gendarmes al despliegue en zonas urbanas. Si bien hoy es tácticamente difícil el reemplazo de los gendarmes de esas posiciones, el documento "Modos de dar seguridad, adaptación y obediencia en el escenario de redespliegue terriorial de la Gendarmería" expone que la nueva ministra conoce, al menos, los interrogantes que tienen aquellos que dan la seguridad en esos lugares. Esa asignación permanente al patrullaje de un determinado territorio no sería una de las primeras alternativas de Frederic, aunque en sus escritos reconoce que se alcanzaron algunos resultados positivos.
En sus escritos también refleja la necesidad de conocer el pensamiento y las formas de trabajo de los uniformados para evitar que procesos de planificación caigan en un fracaso por aferrarse a recetas teóricas, que pueden dar el marco técnico de acción, pero ser a su vez insuficientes para llevar adelante un aumento en la profesionalización de las fuerzas de seguridad.
En su documento de 2008 sobre "Los usos de la fuerza pública", en el que Frederic analizó fundamentalmente la situación de la policía bonaerense, la nueva ministra de Seguridad de la Nación expuso su opinión sobre los procesos de reformas policiales: "¿Cómo es que los funcionarios pretenden alcanzar estos objetivos? Primero, renovando el cuerpo policial; segundo, instalando procedimientos burocratizados; tercero, sacándole competencias para transferirlas al Poder Judicial, al poder político y al poder social comunitario; cuarto, instalando un sistema de premios y castigos desmilitarizado, sacado del ámbito público administrativo. Cada una de estas tendencias instala, desde diferentes ángulos y con distintos niveles de intensidad, 1) la impugnación de las competencias actuales de la policía, 2) la desautorización de la capacidad de la policía de definir objetivos, procedimientos y contenidos, 3) la des-estructuración de la relación generacional interna de transmisión del saber hacer policial entre las viejas generaciones y las nuevas, y 4) la obligación de establecer lazos con la comunidad organizada según los parámetros del espectro político dominante.
"Pero a su vez la reforma policial –tanto como la opinión pública– omite, niega o soslaya aspectos que la perspectiva policial sobre su oficio se encarga de destacar. Estos son: 1) la cuestión salarial como un problema del sector, 2) las condiciones de vida de los policías, su posición social, sentidos de pertenencia e identidades sociales, 3) la historia de la dependencia policial del poder político o militar de turno, 4) los saberes prácticos que se han transmitido intergeneracionalmente durante décadas, 5) el campo del delito vinculado al consumo y tráfico de drogas. La profesionalización policial está actualmente condicionada por estos aspectos y constituye un tema central apreciar cómo propios policías dan cuenta de las tensiones y ambigüedades que la confluencia de estas dimensiones impone al oficio. Pero también, resulta sumamente relevante establecer cuáles son las estrategias que los policías encaran para sobrellevar tales tensiones de un modo soportable", argumentó Frederic.
"Cuando se trató de determinar qué hacer en el plano de la ejecución de las políticas con las policías y las fuerzas de seguridad, el consenso estuvo lejos de ser unívoco", definió Frederic, que tendrá por delante la posibilidad de poner en práctica su proyecto.
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