Ruidos en el Gobierno, después de la música
Más allá de tanto show unipersonal excéntrico, asoman sombras al interior del Gabinete y, sobre todo, ante el riesgo de un efecto contagio de la severa crisis que enfrenta Misiones
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Javier Milei cumplió uno de sus mayores sueños de adolescente. Entre esas ilusiones juveniles no figuraba ser presidente, pero sí llegar a cantar en el Luna Park. Anteayer lo hizo y lo disfrutó. La misma satisfacción mostró por lograr una meta más tardía: ser el pastor de una grey liberal multitudinaria.
El Presidente sigue acumulando logros personales, tanto como provocando impacto nacional e internacional (de signo diverso). No se puede negar. Ayer, además, llegó a la tapa de la legendaria revista norteamericana Time.
Sin embargo, cuando se fija la mirada un poco más allá de tanto show unipersonal excéntrico, de luces (enceguecedoras) y sonidos (ensordecedores), asoman sombras y ruidos mucho menos armónicos. Igual que los que surgen del texto riguroso y sin concesiones que la periodista Vera Bergengruen escribió en la publicación estadounidense.
Lo mismo parece replicarse en otras partes del país y dentro de la propia Casa Rosada, donde tambalea groggy el jefe de Gabinete y amigo presidencial, Nicolás Posse. Ausente de la misa mileísta, su estabilidad laboral tendría fecha cercana de vencimiento. Y ni hablar del devaluado y postergado Pacto de Mayo o de la suerte de la crucial Ley Bases.
Aparecen simultaneidades inquietantes. Al mismo tiempo que Milei trataba de entonar la letra de “Panic Show”, en Misiones preferían desentonar con el tema que cerró la presentación en el Luna Park, donde había sonado extemporáneo.
“Se viene”, también conocido como “El estallido” (“de tu gobierno”), la canción de la Bersuit Vergarabat que anticipó el fin de la convertibilidad y el colapso político-económico de 2001, estaba más acorde con la severa crisis que desde hace una semana tiene paralizada y alterada a la provincia mesopotámica.
La organización de la fiesta libertaria en el bajo porteño no dejó lugar para que la situación de Misiones alterara al Presidente, que, a través de sus voceros, optó por desligarse del tema para reducirlo a un problema provincial, desvincularlo de cuestiones nacionales y, más aún, de medidas adoptadas durante su gestión.
Sin embargo, por muchas razones (políticas, sociales y económicas) a la Casa Rosada no le es ajeno el conflicto gremial (y social) de Misiones. Aunque gobernar no había estado en las ensoñaciones juveniles de Milei, es hoy su actual trabajo (como él lo califica) y lo que ocurre en el espacio público del país no escapa a su responsabilidad. Así ocurre en el caso de esa provincia convulsionada.
Milei considera a Misiones una de las provincias ejemplares por el manejo de sus cuentas públicas, así como ha expresado admiración por quien desde hace 20 años controla el poder en ese territorio, Carlos Rovira, a quien responden y han respondido obedientemente los gobernadores que lo sucedieron y llegaron por él al cargo.
“Tenés que hablar con Rovira, que es un tipo muy inteligente y lo respeto mucho”. Esa fue la orden que le dio el Presidente a uno de sus funcionarios de confianza que hace un par de meses viajó a la provincia para terminar de comprometer el voto a la Ley Bases en el Congreso de los legisladores oficialistas misioneros.
La misión resultó exitosa y el hoy jaqueado y silente mandatario provincial Hugo Passalacqua fue el primer gobernador que manifestó el respaldo irrestricto a la ley que hoy, después de casi seis meses de mandato, Milei no logra que sea sancionada. El compromiso, que los diputados de Misiones honraron, fue compensado con partidas discrecionales que a la mayoría de las provincias les siguen vedadas. Esos aportes se redujeron en un 80% durante lo que va del mandato de Milei y, del 20% repartido, Misiones fue una de las excepcionales beneficiadas.
Sin embargo, esos aportes (discrecionales, vale subrayarlo) no alcanzaron para evitar el conflicto. Un cóctel explosivo, que muchos temen se esté gestando en otras provincias, hizo explotar los reclamos.
Misiones, como los demás Estados, padece una doble tenaza sobre sus ingresos. Como surge de los datos oficiales, los impuestos coparticipables sufrieron en los primeros meses de 2024 una caída real del orden del 19%. Y para Misiones la coparticipación representa alrededor de 60% de sus ingresos.
Esa reducción es el producto de la profunda recesión que está provocando el plan de ajuste del tándem Milei-Luis Caputo, y que en marzo llegó a traducirse en una caída de la actividad del orden del 8,4% respecto del mismo mes de 2023, y acumula una baja del 5,3% en el primer trimestre de 2024. La menor actividad que muestran los datos nacionales tiene su correlato en los ingresos provinciales directos.
A esto se suman los problemas propios que hoy sufren los ingresos misioneros, un Estado cuya administración “desde que empezó a ser controlada por Rovira se ha caracterizado por su austeridad y disciplina fiscal, porque él sigue el lema de Néstor Kirchner: gobernar es tener caja. Y caja suficiente para usar con discrecionalidad”, explica un profundo conocedor de la realidad política y económica de la provincia.
Sin embargo, esa senda se empezó a complicar y se aplicó lo que se dio en llamar un “ajuste blando”, que consiste en dejar correr la inflación y dar aumentos salariales por debajo de ella. Es lo que acaba de estallar, potenciado por los aumentos de las tarifas de los servicios y la caída de la actividad comercial que produjo la devaluación. Así, dejaron de llegar los ciudadanos brasileños que aprovechaban la diferencia y la brecha cambiaria para consumir productos y servicios en la provincia. Nada que no estén sufriendo otras provincias con fronteras con países limítrofes, que no solo ya no reciben consumidores extranjeros, sino que pierden clientes locales que hacen el camino inverso.
El gobernador Passalacqua dijo el 1° de mayo en su discurso de apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura que “‘la provincia nunca va a gastar más de lo que le ingresa’. Pues bien, le está ingresando mucho menos, y trasladó el ajuste a los estatales”, explica el colaborador de LA NACION en Misiones Martín Boerr.
La continuidad de la protesta, pese a las concesiones hechas hasta acá por el gobierno misionero, no solo preocupa a la provincia ejemplar de Milei. Perspectivas similares asoman en otros distritos.
“Por ahora, el Gobierno puede acotarlo todo a Misiones, pero si se empieza a contagiar y se extiende a más distritos, ¿a quién le va a echar la culpa y a quienes van a empezar a mirar los argentinos como responsable?”. La pregunta, formulada retóricamente por uno de los gobernadores que hasta ahora se han ubicado en las antípodas de Milei, mezcla pronóstico con expresión de deseos.
El panorama encuentra más luces de alerta cuando se repara en otras erogaciones sensibles que deberán hacer próximamente las provincias y para las que no tienen asegurados los recursos: a las demandas de aumentos salariales en curso deben añadir el pago del aguinaldo.
Ni hablar de aquellas que deben afrontar vencimientos de deudas. Es el caso de la provincia de Buenos Aires, que queda a unos metros de la Casa Rosada y cuyo gobernador, Axel Kicillof, procura liderar la resistencia contra el gobierno nacional, para lo cual está mostrando una apertura hacia sectores políticos que hasta hace poco estaban excluidos de todo trato por el kirchnerismo.
“Yo hoy tengo tres prioridades. La primera, gobernar la provincia y defender sus intereses. La segunda, ponerle un límite al Gobierno y articular una oposición que pueda evitar que avance este modelo perjudicial para la gente. Y la tercera, armar un proyecto político que en las próximas elecciones derrote al oficialismo. En eso estoy trabajando, pero sin apuro porque yo creo que este gobierno va a terminar su mandato”, dice Kicillof en las reuniones que viene manteniendo con interlocutores, algunos que hasta hace nada no incluía entre sus contactos.
La declaración de principios y el enunciado de prioridades y proyectos tienen por objetivo, además, impermeabilizarse ante el mote de destituyentes que les arroja Milei a los kirchneristas; minimizar y tratar de obturar las disputas internas, sobre todo con Máximo Kirchner, y, por último, anunciar su intención de armar un espacio superador. En La Plata reverberan los ecos de la transversalidad nestorista en boca de quien era acusado de tener escasos atributos políticos. Punto con el que lo fustiga la cúpula kirchnerista.
El incipiente armado de Kicillof, que incluye fotos con algunos gobernadores de lo que queda de Juntos por el Cambio, como el radical santafesino Maximiliano Pullaro y el macrista chubutense Ignacio Torres, por ahora no parece una amenaza para el gobierno nacional.
Pero esos movimientos operan como telón de fondo de movimientos más profundos por demandas de mejores ingresos que se despertaron en el interior del país.
En este contexto, adquieren más volumen algunos ruidos incipientes que el show de anteayer en el Luna Park no termina de acallar y que se suman a estos chispazos que emergen para alterar el sueño del gran profeta mundial de las ideas liberales, como se ha autodefinido en estos días Milei, antes que como el presidente de todos los argentinos.
La disparada de los dólares financieros y del blue convive con el más que relevante dato difundido ayer por Coninagro, que muestra que la liquidación de exportaciones de granos a esta altura del año es la menor del último quinquenio.
El fin de la pax cambiaria, alcanzada después de la minicorrida de enero, se suma a la reticencia del sector agroexportador a desprenderse de sus granos para recibir pesos que nadie quiere ni sabe cómo resguardar su valor, con las tasas de interés en caída libre y la inflación todavía vigente, aunque en descenso, y a pesar de que Milei y Caputo juren que no se acelerará el ritmo devaluatorio. Otro combo indigesto.
Por eso, casi nadie (lo que incluye a los sectores con sensibilidad política de la Rosada) se anima a descartar que pueda haber un efecto contagio de lo que pasa en la Mesopotamia.
La pregunta crucial de estos días empieza a ser si lo de Misiones es el paciente cero de un brote de consecuencias imprevisibles o si terminará siendo un caso aislado por la paciencia social, que sigue sosteniendo en alto la imagen de Milei. Nadie tiene la respuesta, en medio de tantos ruidos.
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