Ruckauf, canciller como pez en el agua
Sonriente. Designaciones. Reivindicaciones. Embajadores. Final.
- Sonriente. El canciller Carlos Ruckauf llegó el miércoles a la Cancillería, esbozó promesas y triunfó. Se movió como pez en el agua después de exponer ante el personal que "en medio de tanta oscuridad (económica) no hay que dejar de proponerse grandes ideas"; que "no se puede representar a la Argentina sin la dignidad necesaria" (esperanza crematística); que se nombrarán pocos embajadores políticos y que su ministerio tendrá buena relación con la Comisión de Acuerdos del Senado, que había sido desdeñosa tanto con los ascensos que enviaron Guido Di Tella como Adalberto Rodríguez Giavarini.
No pareció haber llegado con la idea de que hay que cambiar todo (Alasino) ni de que hay que hostigar y amedrentar a los diplomáticos, como algunos recientes funcionarios "de cuyos nombres no quiero acordarme" (Cervantes, perdón por el plural).
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- Designaciones. El nuevo canciller en compañía de su esposa (¿existe un nuevo estilo familiar en la función pública?) anunció la designación de Jorge Faurie como secretario de Relaciones Exteriores; de Martín Redrado "y su equipo", en Comercio Internacional y de Esteban Caselli, como secretario de Culto.
Faurie, un diplomático de carrera hiperactivo, fue en los últimos años el director de Ceremonial de la provincia de Buenos Aires. Acaso un estilo diferente del de sus antecesores juristas y una mayor vinculación con el canciller sea propicio en estos momentos.
También anunció que contará con la colaboración del ex diputado (PJ) Fernando Maurette y de los embajadores Victorio Taccetti y Alfredo Chiaradía, que se hallaban casi como el arpa del poema, olvidados en un ángulo oscuro del salón.
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- Reivindicaciones. Merece destacarse la designación de Juan Carlos Kreckler, nuevamente, como director de Ceremonial. Kreckler fue víctima de una intriga (de la que hay que excluir al ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini) por la que se dio a publicidad en febrero de 2000 un cable reservado de septiembre de 1999 cuando era embajador en Austria.
Decía que no había que exagerar con el nazismo del controvertido líder de ese país, Joerg Haider, que sí era un populista consumado. Ese juicio, después repetido por autoridades rabínicas, fue eficazmente fogoneado en los medios locales y a Kreckler le costó la embajada en Viena.
Pero hay otra reivindicación. El embajador Carlos Houssay fue "sacado" del consulado en Barcelona porque un diplomático jubilado, amigo de la familia Pertiné, quería ir allí para estar cerca de su hija y se lo tuvo que convocar al servicio activo. Houssay será jefe del gabinete de Ruckauf.
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- Embajadores. Los pocos embajadores políticos que dijo Ruckauf que nombraría ya suman tres. Diego Guelar, nuevamente en los Estados Unidos; Hernán Patiño Mayer, nuevamente en Uruguay, y en España, mientras algunos dicen que Juan Pablo Lolhé será otra vez el embajador, otros afirman que ocupará esa sede, en reemplazo del radical Ricardo Laferriere, el ex jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) Hugo Anzorreguy.
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- Final. I) Diego Guelar llamó al embajador de carrera Guillermo González, a quien reemplazará en Washington, y le preguntó dónde quería ser destinado, a lo que éste, después de agradecer el beau geste, le respondió: Suiza.
II) La renuncia del embajador en la Unesco, el radical Lucio García del Solar, enviada el 21 de diciembre, no aparece en el ministerio.
III) El 20 de diciembre, horas antes de ascender al helicóptero el ex presidente De la Rúa, fue desconvocado el embajador peronista Mario Campora, un acto que sorprendió por la miopía política del que impulsó la medida.
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