Horacio Rodríguez Larreta inicia su lento "desacople" de la Casa Rosada
El lunes, en una cadena de tuits, se sumó a sus aliados opositores y tomó distancia de una reforma judicial que consideró "apresurada". Un día después, reafirmó a través de su ministro de Salud, Fernán Quirós, la validez de su proyecto de instalación de gabinetes informáticos, cuestionado por la Casa Rosada. El jueves, protagonizó una sugestiva foto con su ministra de Educación, Soledad Acuña, "debatiendo" sobre el mismo proyecto y ya conocido el rechazo oficial a la iniciativa. Y volvió a insistir por él el viernes, ante sus interlocutores en lo más alto del poder.
Con su estilo, sin estridencias y siempre apegado a palabras como "diálogo" y "trabajo en equipo", el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta marcó esta semana y de manera pública sus diferencias con el gobierno de Alberto Fernández. "Y lo hará cada vez que sea necesario", dicen cerca del dirigente de Pro, embarcado en una salida "no traumática" de la pandemia y en conservar, a la vez, sus chances intactas de cara a las próximas citas electorales.
"Una cosa es confrontar, otra muy distinta es mostrar diferencias en temas puntuales", se atajaron cerca del jefe de gobierno, aunque la toma de posición contra la reforma llegó luego de la manifestación del 17A, a la que Larreta decidió no adherir y en la que sobresalieron representantes del "ala dura" de Pro. "La consideró inoportuna, pero también llamó a un diálogo profundo para mejorar la Justicia", puntualizaron a su lado.
Del mismo modo, el "veto" del ministro de Educación, Nicolás Trotta, al protocolo porteño de regreso parcial a clases motivó una inusual respuesta del larretismo: no solo varios ministros insistieron con el proyecto sino que el propio jefe de gobierno se mostró dispuesto a defenderlo en la reunión con el Presidente. "El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la ministra de Educación, Soledad Acuña, se reunieron hoy para repasar el plan de apertura de espacios digitales que busca brindar soluciones a los chicos que perdieron el vínculo con la escuela", rezaba el texto distribuído el jueves junto a la foto de Larreta y Acuña, ambos con barbijo y con clara lectura de desafío político.
"Para nosotros es un triunfo político, quisimos aliviar a muchas familias con sus chicos en las aulas y ellos dejaron que Ctera les maneje la política educativa. Si tuvieran un poco de inteligencia, lo aprobarán durante la semana", se entusiasmaba un ministro. Otro allegado hablaba de un "enojo palpable" de Fernández con Trotta por rechazar la iniciativa, que según recalcaban fuentes de la Ciudad, recibió el aval oficial a mediados de este mes.
¿Lo que pasó esta semana es el inicio de un proceso de distanciamiento más profundo? Nadie cree que haya un sonoro portazo, al menos desde el sector del jefe de gobierno, pero sí un prudente "desacople" de decisiones que no comparte, si la actual situación en el Frente de Todos se mantiene.
"En la medida en que el Gobierno politice todo, habrá más politización de este lado", evaluó ante LA NACION un miembro del comité de crisis que el jefe de gobierno armó con motivo de la pandemia, y que lo acompaña en las decisiones importantes. Nadie cierra puertas: el eventual traspaso de la Justicia a la órbita porteña -prevista en la reforma judicial- y la discusión por la coparticipación para la ciudad, incluida en el presupuesto que el Gobierno presentará a mediados de septiembre en el Congreso, son dos de los motivos por los que las conversaciones siguen siendo fluidas.
"A Horacio nunca lo vas a ver pelearse, simplemente no cree en eso. Pero no va a dejar que se lo lleven por delante si eso es lo que cree", afirmó un miembro de su gabinete, que al igual que su jefe político lee encuestas que lo ubican a Larreta como el dirigente con mejor imagen del país. "Da un poco de miedo estar tan bien. La caída siempre es más fuerte desde más arriba", reflexionaba otro incondicional, que se preguntaba "por qué nos tendríamos que pelear nosotros, si ningún gobernador se le anima al Gobierno". Más allá de la discusión frustrada por los gabinetes informáticos, el jefe de gobierno sostuvo la mayor parte de su plan de reaperturas previstas para esta semana en la ciudad.
En el luminoso edificio gubernamental diseñado por el británico Norman Foster las dudas sobre Fernández apuntan menos a su disposición a dialogar y más a su pelea interna con la vicepresidenta Cristina Kirchner. "El Presidente hace esfuerzos por sostener el diálogo, pero a veces se tiene que esconder de Cristina para hacer su juego", comentan desde el larretismo. Apuntan, claro, a las reuniones reservadas en la quinta de Olivos con "dialoguistas" como Martín Lousteau y -aseguran en ese espacio- también con Emilio Monzó, aunque cerca del expresidente de la Cámara de Diputados desmienten de manera enfática que esa reunión se haya producido. "¿Cuánto margen tiene Fernández para sostener el diálogo? ¿Y cuánto margen tenemos nosotros, si después Cristina va para otro lado?", se preguntaron cerca del jefe de gobierno.
"La sociedad premia a los que dialogan, no nos vamos a correr de ahí", afirmó otro referente porteño, tomando prestadas las palabras de su jefe político y en respuesta a los "halcones" de Juntos por el Cambio, que cuestionaban su "tibieza".
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