Rodolfo Barra entre dos épocas: “El cambio que impulsa Milei es más profundo que el de Menem”
A los 76 años, el nuevo procurador del Tesoro afirma que el país que afronta una crisis más severa que la de 1989 y que “todo indica” que 2024 conllevará un ajuste durísimo
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Rodolfo Barra recién conoció a Javier Milei cuando le ofreció el cargo de Procurador del Tesoro. Amigos en común le habían acercado su nombre al libertario, que el otrora ministro de la Corte Suprema, ministro de Justicia, secretario de Obras Públicas y tantos cargos más en los años ‘90 tomó, a los 76 años, como un “contrato profesional”.
Liderar el cuerpo de abogados del Estado en reemplazo de Carlos Zannini –al que define como “un profesional muy respetable”- lo ubicó, otra vez, en el centro de la escena. Para empezar, deberá defender a la Argentina tras el fallo por US$16.000 millones que obtuvo el fondo Burford en la Corte de Nueva York. Y deberá defender al Gobierno en los reclamos que comienzan a llover contra el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que firmó Milei.
Pero los desafíos reafirman la visión de Barra. “El cambio que impulsa Milei es más profundo que el de (Carlos) Menem”, dice a LA NACION, tras superar, al parecer, el resurgir de las críticas por su pasado neonazi. “Es una pena que la gente todavía me impute cosas de un adolescente, cosas de hace 60 años y de las que me arrepiento y que gracias a Dios nunca llegaron a nada violento”, sostiene.
Ahora, defiende el DNU de Milei, aunque él hubiera seguido otra estrategia; aboga por terminar con el juicio político a la Corte Suprema y por ampliar de 5 a 9 sus miembros, como en tiempos de Menem, al que una y otra vez toma como parámetro: “Afrontamos una crisis mucho más severa que aquella del 89″, dice. De hecho, espera un 2024 durísimo.
-¿Qué encontró en la Procuración tras la gestión de Zannini?
-Nada raro. La Procuración es un cuerpo profesional muy capacitado, muy bueno y no encontré nada más que el buen trabajo que se está haciendo. Además, en todos los cargos que ejercí nunca traté de molestar o perseguir a mis antecesores y mucho menos a quienes fueron sus colaboradores. La Procuración es como un gran estudio jurídico dedicado a defender al Estado.
-¿Cuál es su primer desafío? ¿YPF?
-Por ahora no debo viajar a Nueva York. Recién recibimos la noticia de que la fundamentación de la apelación se prorroga hasta el 22 de febrero, aunque tenemos plazo hasta el 10 de enero para presentar la garantía que le de efectos suspensivos y no sé si vamos a poder dar esa garantía porque han pedido las acciones de YPF, que no podemos entregarlas, o los ingresos por Yacyretá y la situación económica del país tampoco permite esto. Esperamos que la Justicia comprenda esta situación, más allá de que el actor tendrá dificultades si trata de ejecutar la sentencia.
-¿Prevé una investigación o auditoría para revisar cómo se llevó adelante la defensa del Estado en este caso o cuál es el vínculo entre los Eskenazi y el fondo que demandó a la Argentina?
-Vamos a plantear la apelación y discutir el fondo de la cuestión, pero habrá leído que el Presidente expresó que tiene voluntad de pagar y en algún momento tendremos que discutir un acuerdo porque la Argentina tiene que cumplir con todos sus compromisos, aunque discutiremos la cifra porque creemos que hay un error de varios miles de millones de dólares.
-En el plano local, la defensa del DNU aparece como su primer desafío.
-[Asiente] El DNU es un desafío muy grande. Ya hay varios amparos planteados, en dos niveles de discusión: puede darse el reclamo de un señor o una persona jurídica determinada que afirme tener un agravio concreto contra algún artículo del DNU porque considera que lo afecta en su derecho a tal o cual cosa. Ese amparo puede prosperar. Pero otro nivel es el de algunas ONGs o la CGT, por ejemplo, con planteos de inconstitucionalidad que me parece que no prosperarán porque la necesidad y la urgencia ante la emergencia no se pueden discutir, desgraciadamente. Los DNU están regulados por la Constitución y el Congreso lo puede tratar en los próximos días porque el proyecto de ley ómnibus incluye un artículo que ratifica el decreto DNU y, por tanto, habilita al Congreso a discutirlo.
-Dado que el DNU aborda tantos ejes tan distintos, ¿no amplía los riesgos de ser rechazado o declarado inconstitucional? Pienso, por ejemplo, en el apartado sobre sociedades anónimas deportivas. ¿Podría ser un flanco permeable para aquellos que busquen demoler todo el DNU?
-No, porque la Comisión Bicameral tiene que aceptar o rechazar el DNU en su totalidad, pero en la discusión del proyecto de ley, el Congreso puede cambiar todos los artículos que quiera. Creo, además, que tanto el DNU como el proyecto de ley están pensados como una estructura, más allá de que, la verdad, pienso que la reforma a los clubes no es trascendente.
-¿Es cierto que usted abogaba por un DNU por cada eje, en vez de un solo DNU aglutinador, para impulsar más rápido las reformas y blindarlas?
-[Asiente] Sí, creo que había que hacerlo por separado, que su tratamiento tenía así mayor claridad, pero bueno… se decidió esta otra estrategia que tampoco está mal, está bien, porque le da la fuerza de una solución integral, ya que no basta con solucionar tal o cual aspecto, sino que se requiere una integralidad e impulsar varios DNU puede generar que uno sea apoyado por el Congreso y otro no. Así estamos atacando un sistema con un nuevo sistema y, que yo recuerde, no hay antecedente de que el Congreso haya rechazado un DNU, al menos desde la reforma del ‘94, aunque sí en sede judicial. En definitiva, el DNU acelera el tratamiento legislativo, provoca que el Congreso no pueda hacerse el distraído y lo “pincha” para que se defina.
-¿Cómo prevé la relación del nuevo Gobierno con la Corte Suprema?
-La Corte va a ser totalmente respetada. Lo primero que hay que hacer es terminar con la tensión completamente irregular que genera el juicio político que afronta la Corte. Este tipo de juicio político impulsado para perseguir a una integración del tribunal le hace muy mal al país. Va en contra del respeto que se le debe tener a la Corte, más allá de que en estos momentos funciona con cuatro miembros y evidentemente es muy poco. Nuestra libertad y patrimonio está en manos de cuatro personas y, usted lo sabe muy bien, siempre he sido favorable a que la Corte funcione con mayor número de jueces.
-Tengo entendido que abogó por elevar a 9 los ministros de la Corte en reuniones reservadas que mantuvo durante las últimas semanas…
-[Sonríe] No solamente durante las últimas semanas, que así lo hice, sino desde siempre. Nueve es un número razonable, aunque podrían ser 11.
-¿Considera un error del Presidente atacar tanto a la “casta” dado que sus reformas deberán pasar ahora por legisladores y jueces?
-No. Ese es su impulso político; esa es la idea fuerza que el Presidente le está dando a su gestión. Al hablar de espaldas al Congreso o con este DNU está demostrando que asume su calidad de líder. Empujar este proceso de gran cambio supone una revolución de 180 grados en Argentina. Este cambio es muy profundo, mucho más profundo del que hicimos en el ‘90.
-Acaba de lanzar un título para esta entrevista.
-[Sonríe] El cambio que impulsa Milei es más profundo que el de Menem, sí. Y lo afirmo siendo uno de los redactores de la Ley de Reforma del Estado.
-¿No cree que Milei está abriendo demasiados frentes simultáneos?
-Quizás esa estrategia le dé más fuerza para negociar. El Presidente tiene muy pocos diputados y senadores, pero está mostrando que se puede gobernar en base a las atribuciones que le confiere el artículo 99 de la Constitución. Son los presidentes débiles los que fracasan en la Argentina y llevan a situaciones de crisis.
-¿Dónde traza el límite entre un sistema hiperpresencialista y el offside?
-Bueno, el límite depende de las circunstancias y para eso están las instituciones. El Congreso está funcionando y el Poder Judicial está funcionando. Si hay que poner un límite, lo pondrán.
-Causó revuelo hace unos días al sostener que “nuestro Presidente es una figura análoga a la de un Rey”.
-Pero si usted ve la Constitución de España, el Rey tiene las mismas o casi las mismas atribuciones que el Presidente de la Argentina, como también las tiene el Presidente de la República en Italia o el Canciller en Alemania. La figura de nuestro Presidente es la de un jefe de Estado y por debajo suyo está el jefe de Gabinete, que ejerce la administración general del país.
-¿Ve un riesgo de juicio político en el horizonte de Milei, aunque más no sea por los escaños que tiene la oposición en el Congreso?
-La oposición tiene los dos tercios, sí, pero no veo ese riesgo, todavía, y creo que Milei va a ir ganando terreno. Si las cosas cambian, va a empezar un poco a replicar el fenómeno de Menem, Recuerde que el primer año de Menem fue muy duro, la situación mejoró mucho el segundo año y en la siguiente elección legislativa ganó ampliamente, incluso por primera vez en la Capital Federal. Ahora puede pasar algo parecido y eso significaría que habremos salido del pozo.
-Trazó varios paralelismos entre Menem y Milei. ¿Tanto se parecen?
-Sí, me recuerda mucho. Sin embargo, ahora afrontamos una crisis mucho más severa que aquella del 89, pero está planteada la intención del cambio y esperemos que Milei tenga el mismo éxito que tuvo Menem… lástima que después se dedicaron a destruir lo que Menem había hecho.
-Puedo plantearle varias diferencias entre Menem y Milei, quien no tiene el apoyo del PJ…
-[Interrumpe] Ésa es una diferencia importantísima.
-Tampoco tiene respaldo en el Congreso y no tiene una Corte afín…
-Bueno, el gran cambio se pudo hacer en la época de Menem porque lo hizo el peronismo. Lo hizo Menem como jefe del Movimiento. Ahora el peronismo tiene que cumplir con el recordado apogtema de Perón: primero, la patria; después, el movimiento; y, por último, los hombres, y apoyar este cambio que es para bien del país. Entonces fue por disciplina partidaria; ahora tiene que ser por patriotismo. El contenido del DNU o del proyecto de ley ómnibus puede ser gravoso para un sector y siempre hay tiempo para corregirlo, pero tenemos que empezar a andar así, con todas las fuerzas. Recuerde que el decreto desregulatorio de Menem derogó todas las regulaciones, sin identificarlas una a una, y después se restablecieron las regulaciones que fueron necesarias. El “operar sin anestesia” de Menem es la motosierra de Milei.
-¿Por qué Milei no cita la corrupción al aludir a la herencia recibida?
-No sé por qué, pero creo que la persecución del anterior Gobierno, justa o injusta, no tiene que ser una acción del Gobierno. No creo que un Presidente deba vivir pendiente de lo que hizo su antecesor. Si hay motivos, un funcionario debe radicar una denuncia penal, pero luego hay organismos que deben abocarse como la Procuraduría de Investigaciones Administrativas, la Oficina Anticorrupción o el Ministerio Público. En mi caso, creo que Zannini es un profesional muy respetable, pero si no fuera así, tampoco me dedicaría a revisar si llevó una lapicera BIC. ¡No podría gestionar y cumplir con mi tarea!
-¿Hay alguna pregunta que no le planteé y quiera abordar?
-No. Sólo desear que 2024 no sea tan duro como todo parece indicar que va a ser. Cuando era adolescente lo veía a Alsogaray a cada rato en la televisión hablando de “ajustarse el cinturón”. Esa frase me quedó grabada. Bueno, esperemos que ahora no sea necesario que el ajuste sea tan severo.
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