Roberto Navarro: un Nostradamus al revés, cuyo fuerte no es predecir resultados electorales
El conductor tiene una larga lista de fallidos anticipos en televisión; creció como empresario en los años de Cristina Kirchner en la presidencia
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Cuando pase mucho tiempo y la grieta sea solo un recuerdo de los más veteranos, tal vez Roberto Navarro quede en la historia, no tanto por su ferviente militancia ante cámaras y micrófonos, sino por su afán de convertirse en una suerte de Nostradamus al revés, porque no pega una a la hora de predecir resultados electorales.
Aunque ya han pasado varios años de su “hit” principal desde la pantalla de C5N, en el escrutinio de 2015, con los inolvidables “Ganó Scioli” y “Ganó Aníbal Fernández” cuando, como todo el mundo sabe, triunfaron Mauricio Macri, como presidente, y María Eugenia Vidal, como gobernadora de Buenos Aires. Ese video sigue sumando cliqueos y así continuará porque ya se convirtió en un clásico que se vuelve a pasar con fervor en cada nueva elección. Navarro se descompensó -no era para menos- ahí mismo y tras su urgente internación, un experimentado productor debió conducir el Audi del periodista hasta su casa ya que seguía medio boleado y no estaba para manejar.
Pero la lección no fue aprendida. En 2019 jetoneó con el “batacazo” de Anabel Fernández Sagasti -hoy, la senadora más cercana a Cristina Kirchner- como gobernadora electa de Mendoza, cuando en verdad quién se quedó con esa victoria fue el radical Rodolfo Suárez. Pero como no hay dos sin tres, en las últimas PASO volvió a errar al adelantar un triunfo contundente del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, que tampoco fue. “Sería una forma de golpe”, había vaticinado si ganaba la oposición. Y otra vez se equivocó: gobiernan los mismos que asumieron el 10 de diciembre de 2019.
En contraposición, embocó una sugestiva primicia en la misma fatídica noche del 18 de enero de 2015, en la que apareció muerto en su departamento de Puerto Madero el fiscal Alberto Nisman. Navarro tenía de invitado en su programa de C5N a Ricardo Alfonsín y de pronto miró a cámara y dijo: “Me han dicho hace un rato que no va a ir [al Congreso, como estaba previsto, al día siguiente]. Te lo doy como un adelanto”. Vaya adelanto. La noticia de la muerte violenta de Nisman trascendió varias horas más tarde.
Próspero
Navarro ya era un periodista próspero en 2015. Tenía dos productoras -La Ñata, igual que el apodo de su madre, según explicó, y Talar Producciones-. Entonces figuraba en el puesto 79, entre 2200 medios y personas, que recibían poderosa pauta oficial, pero siempre fue escalando en facturación y cuando consideró que no era suficiente, se quejó públicamente. Se podía dar también el lujo de firmar “en cadena” un mismo artículo en los cooptados diarios Ámbito Financiero y el desaparecido Buenos Aires Herald y estaba en la microscópica lista de periodistas que podían acceder a la actual vicepresidenta.
Aunque en algún momento abogaba por el default, últimamente expresó estar a favor de que se firme el acuerdo con el FMI. A tono con las discrepancias internas de la coalición oficialista que se pueden explicitar sin mayor control, Navarro se permite licencias desconocidas cuando reinaba el cristinismo y todo le parecía bien. “En lo que discrepo hace rato con el Gobierno es en su escaso volumen político”, editorializó hace poco. Su oficialismo heterodoxo lo habilitan a audaces licencias como esta: “Apuesto a bajar la inflación, porque con esta inflación se pierde las elecciones”. Malas noticias para la oposición si Nostradamus al revés mantiene el invicto de seguir chingándola.
Así y todo, el presidente Alberto Fernández premia a El Destape accediendo a frecuentes entrevistas. “No agredan a Máximo Kirchner -publica otro día Navarro y, ahí sí, no se desmarca tanto y es más cuidadoso-, que fue uno de los principales armadores de la coalición de gobierno” (en verdad el exjefe de la bancada oficialista en Diputados dejó en claro públicamente que no estuvo de acuerdo cuando su madre nominó a Fernández como candidato del FDT).
Impetuoso, temperamental, de muy pocas pulgas, hasta pendenciero, no se guarda nada ni aun cuando tenga que sacudir a personajes emblemáticos de su propia vereda de la grieta, como con Diego Brancatelli, cuando el panelista de Intratables se quejó por el costo de las cargas sociales que debe pagar de sus empleados. O poner en caja en el aire a un Pablo Duggan en transición, cuando todavía estaba en proceso de conversión de antiK a ultraK. Pero nada se compara con la pelea a las piñas, tirones de pelo y patadas que protagonizó en un corredor de Radio Diez, en 2017, con Baby Etchecopar, enfurecido porque en el baño este acababa de soltar: “¡Qué olor a kirchnerista!”.
En estos años, Navarro consolidó y amplió su espacio, sumando más programas y nombres conocidos. Un desembarco en Radio El Mundo -un nombre señero en la historia de la radiofonía local- le permitirá jugar todavía más cómodo en las ligas mayores de la comunicación masiva.
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