Los trabajos finalizarían en 2024, según el gobierno provincial; LA NACION recorrió un tramo de la cuarta etapa, que se extiende por 210 kilómetros y tiene una inversión de 1.000 millones de dólares
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En el corazón de la provincia de Buenos Aires hay una megaobra que ya lleva dragado el equivalente a dos canales de Panamá o cinco de Suez. Se trata del Plan Maestro Integral Cuenca Río Salado, que lleva más de veinte años en desarrollo. Las etapas I y II culminaron bajo la administración del entonces gobernador Daniel Scioli, mientras que la fase III se completó con su sucesora, María Eugenia Vidal. Ahora, avanza en su cuarto capítulo, el eslabón más importante por su extensión e impacto para la zona, que busca ser concluido por el gobierno de Axel Kicillof.
En lo que ha sido un histórico reclamo de vecinos de la zona, los trabajos en la cuenca del Salado apuntan a, entre otros objetivos, ensanchar y profundizar el cauce del río para atenuar las inundaciones que han golpeado durante años a varios distritos bonaerenses, especialmente a las economías ganaderas y agroindustriales. En el zigzagueante recorrido atravesado por distintos colores políticos, el proyecto se direcciona a su fin, o al menos ese es el horizonte que plantean las actuales autoridades.
“Es una decisión política del gobernador [Axel Kicillof] que esta obra avance a paso firme y se termine en esta gestión, por lo menos el tramo 4, y con el tramo 5 ya encarado”, advirtió el subsecretario de Recursos Hídricos bonaerense, Guillermo Jelisnki.
Según estimaciones de la rama que depende del Ministerio de Infraestructura bonaerense, las tareas de la cuarta fase culminarían entre 2022 y 2023. Así lo precisó Jelinski, el ingeniero a cargo del sector hídrico de la Provincia, en diálogo con LA NACION. En este contexto, el funcionario indicó que la quinta –y última- fase ya está lista para ser licitada, y detalló que la proyección de finalización de obra sería para el último trimestre de 2024.
“El próximo gobierno tendrá la obra licitada y la podrá inaugurar”, anticipó el funcionario, entre risas.
Este medio participó de una visita a la megaobra, en la zona de Roque Pérez, donde se ejecuta la primera etapa de la fase 4, financiada por el Banco Mundial, que quedó a cargo de la Unión Transitoria de Empresas (UTE) de Quiroz Galvao-Centro Construc.UT. En medio de tierras privadas, el Estado accede con autorización de los propietarios al río, donde arranca un show de máquinas, camiones y operarios. “El propietario gana en hectáreas para hacer una producción de mejor calidad”, destacó Jelinski.
La financiación de los trabajos del Plan Maestro se han divido entre Provincia, Nación, el Banco de Inversión de Comercio Exterior (BICE) y el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Las licitaciones de empresas contratadas, son –en su mayoría- UTEs, entre compañías de origen nacional e internacional. “Esta es la obra más grande de la Provincia en este momento”, señalaron fuentes bonaerenses, que destacaron que hasta encabeza -al menos ahora- las obras a nivel nacional.
Con una inversión de más de 1000 millones de dólares, esta cuarta etapa comprende más de 210 kilómetros de extensión en un trayecto que va desde el arroyo Las Flores hasta Bragado.
Aspiradoras de barro
Las dragas son –sumadas a las retroexcavadoras- las estrellas de la operación. En esencia, se trata de aspiradoras de barro. No tienen forma de navío, sino más bien de plataforma rectangular con dos caños en sus extremos. En permanente rotación, gracias a un sistema hidráulico de poleas, el caño –que tiene un taladro con enormes dientes- succiona y tritura el suelo. Así, ese cóctel de tierra y agua se envía a través de grandes mangueras -de hasta mil metros de distancia- hasta unos recintos (piletas de decantación), donde se deposita el material que luego se convierte en tierra fértil para los campos bajos.
“Se trabaja con la naturaleza”, señala Jelinski, quien detalla: “Queremos ayudar a conformar mejorar la red de drenaje de la cuenca”.
Solo en esta fase, con unas 19 dragas operativas, 35 retroexcavadoras, 80 camiones y 780 operarios, se mueven en promedio un millón de metros cúbicos de tierra a diario. Todo es monumental, preciso y complejo. Desde el consumo de combustible hasta los turnos de los operarios. Así, a modo de ejemplo -dice un funcionario- mientras los autos suelen tener un tanque de unos 40 litros que permiten una autonomía de 400 kilómetros, las dragas consumen a diario 5000 litros de combustible, todos los días.
Además, en un intento por describir la inmensidad del trabajo, un funcionario compara el movimiento de barro con la caída de bloques de hielo del Perito Moreno. “Sucede algo similar, pero con tierra”, precisa.
Y es que, con el movimiento rotativo, bloques de tierra se desprenden en cuestión de minutos, lo que deriva en la ampliación deseada. De los 50 metros de ancho originales, la obra lleva ese número a 200 metros, mientras que la profundidad del río Salado pasa de uno a dos metros.
Lucio, Máximo, Salada. Todas las dragas están bautizadas. A bordo, la tarea de los operarios está bien definida: uno conduce el direccionamiento de la “aspiradora” y otros dos se ubican en la proa de la embarcación; cumplen con jornadas de 12 horas diarias, que se extienden por 24 días consecutivos. Luego, tienen siete días de descanso. Las dragas, por su parte, operan todas las horas, todos los días del año.
El Salado, un reclamo de siempre
En la laguna El Chañar, de la localidad santafesina de Teodelina, nace el río Salado, que recorre la mitad de la provincia de Buenos Aires. Con más de 2200 kilómetros de extensión, se trata de la segunda vía navegable más larga de la Argentina. Las incesantes lluvias –producto del cambio climático-han sido un problema para los vecinos rurales, que desde hace décadas rezan con vista al cielo que el agua no arruine sus cosechas, además de generar destrucción de infraestructura urbana y vial.
La superficie total de la cuenca del Salado es de 17 millones de hectáreas, casi dos tercios de la provincia, lo que abarca a 59 municipios en los que se concentra el 30% de la producción de carnes y granos del país. Solo gracias al avance de obra en esta cuarta fase, unos 14 distritos bonaerenses se verían beneficiados. El plan, ahora, se extendió hacia un aprovechamiento turístico del río, más allá de la cuota agroganadera.
Pese a que ya se han pasado veinte años desde el comienzo de esta megaobra, todavía se desconocen con precisión los efectos del dragado, aunque desde el equipo de gobernación bonaerense anticiparon a este medio que un estudio al respecto se encuentra en marcha. “Las inundaciones ya duran mucho menos en el tiempo”, dijo Jelinski.
El proyecto, aseguran desde la Gobernación bonaerense, podrá mejorar las condiciones económicas a través del desarrollo sustentable de su potencial. El proceso de los trabajos, que comenzaron en 2001, suman un total de 265 millones de metros cúbicos excavados, en una extensión de 429 kilómetros. El canal de Panamá, una de las obra de ingeniería más grandes del mundo, se trabajó en un territorio de 80 kilómetros de largo, con 183 millones de metros cúbicos extraídos. El canal de Suez, en Egipto, la primera obra de excavación mediante dragas de cajilones, removió 50 millones de metros cúbicos, en 163 kilómetros.
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